Proyecto Minotauro “Laboratorios DNAInnovation”
Cuando vio aquellas dos gráciles figuras angelicales que, (después de despertar de los sedantes y tras un largo período de gestación en unas grandes máquinas que hacían de úteros artificiales), los miraban fijamente a los ojosen la sala de operaciones, no pudo evitar que la emoción la embargara y tuviera que disimular el llanto que amenazaba con salirle de dentro. Llamó a su buen amigo y una vez éste la relevó, Gabrielle, no pudiendo mantener la serenidad, se alejó unos metros respirando entrecortadamente sin poder parar de temblar.
—Vamos, vamos, vamos…. Se repetía una y otra vez para sí misma con la cabeza baja, apoyándose en una mesita con ruedas que les servía para guardar los utensilios de trabajo. —ya está… ya lo tienes… es real….
Acudió luego al oír las exclamaciones de sus compañeros y les instó por señas que no mostraran tan fuerte su entusiasmo, ya que involuntariamente, estaban asustando a las dos criaturas.
Estos miraban a su alrededor con ojos de miedo, aunque sabían que debían confiar en aquellos con batas blancas y expresiones desencajadas que no podían parar de reír y abrazarse.
La hembra pareció comprender, ya que, sin saber muy bien como reaccionar y sabiendo que aquello era bueno, abrazó también a su compañero, un varón de mirada asustada, el cual la imitó tremendamente desorientado.
Aquello produjo una nueva oleada de risas nerviosas y ambos se sumaron cándidamente a la alegría general, mirándolos con sonrisas infantiles, observando el mundo con ojos inocentes, sin entender que el motivo de tanto entusiasmo era su propia existencia.
Una vez pasó la euforia inicial, los instalaron en un recinto provisional que de momento no era muy espacioso, puesto que, en un principio ignoraban si aquellos dos embriones (previamente modificados con adn de diversas aves), lograrían llegar a ser adultos.
Éstos se habituaron rápidamente a su nuevo hogar y más adelante les acondicionaron un lugar muy alto para que pudieran confeccionar un refugio y sobretodo, lo que más estaban esperando todos, que probaran si sus nuevas alas funcionaban y les permitían volar.
Pero claro está, ningún científico era tan inhumano como para dejarles a su libre albedrío, ya que aquellas criaturas tenían un fuerte instinto para alzar sus alas y tirarse y nadie quería que se estrellaran en el intento, como habían hecho sus antecesores. Por lo que habían instalado fuertes redes por si caían.
Así que Gabrielle se eligió como voluntaria para enseñarles a fabricar el nido que les serviría para cobijarse, les enseñó también con un telar a fabricarse ropa, como alimentarse… etc.
Con aquellos seres tuvieron buen cuidado de no corromperles el cerebro y mediante cuidadosas técnicas habían estimulado la parte del sistema límbico del hipotálamo, el sistema que controla las emociones, teniendo buen cuidado de suprimirles casi por completo la agresividad.
Por eso, ambos se mostraban sumamente sumisos, les encantaba cooperar y para mayor consternación, comenzaron a hablar entre ellos, como habían oído hacer a sus captores.
Los primeros intentos de vuelo, como os podéis imaginar fueron bastante cómicos. Ambos movían horas y horas sus alas para fortalecerlas y se pasaban el tiempo mirando ansiosos desde el nido, emitiendo gemidos desesperados porque deseaban volar.
Y cuando la hembra primero y después su compañero, lograron alzar el vuelo y dar unas cuantas vueltas por el recinto, todo el equipo estalló en ovaciones y aplausos.
Aquel primer éxito les dio nuevo afán de crear distintas especies, todos se encontraban enormemente motivados y poco a poco nacieron las demás que ya conocemos.
Mediante adn anfibio surgieron los primeros humanos con branquias y cola de delfín. No eran lo más parecidos a las sirenitas que conocemos de los cuentos, ya que no poseían escamas brillantes de colores, porque era imposible conseguirlo, ni con su canto hipnotizaban a nadie. Es más, al principio emitían horribles chirridos más parecidos a lo que producen los cetáceos, y de inmediato los animaron a aprender el idioma humano, para salud de sus tímpanos.
De todos modos, aquellos seres parecían mostrar una extrema sensibilidad hacia la luz extrema y hacia según que sonidos y prefirieron mantenerse silenciosos y escurridizos en la oscuridad de sus refugios.
Algún gracioso propuso al resto del grupo, instruirlos para que hicieran pequeños trucos con pelotas o aros como si fueran meras atracciones de feria como sus primos lejanos, pero Gabrielle se negó en redondo alegando que los dejaran tranquilos, que tenían su dignidad.
Y a pesar que todos trataron de comunicarse con ellos entusiasmados, dejándose llevar por la imaginación de tener aquellas criaturas de cuento, ninguna de las dos parejas que vivían en aquellos tanques acondicionados para que pudieran vivir, (poniéndoles plantas acuáticas de todo tipo, peces y crustáceos para alimentarse y una gruta donde refugiarse), quisieron aprender nada, ni relacionarse con ellos. Los miraron con aparente hostilidad y bastante ofendidos por los vanos intentos de aquellos que los tenían cautivos por hablarles, sonreírles y motivarlos a cooperar, decidieron esconderse en la gruta o en los bosques de algas y coral y apenas salieron.
Editado: 14.10.2024