La jacaranda del diablo 3. La guerra.

El palacio paralelo

Yal había llegado con los tres ángeles hasta la pinacoteca del castillo, justo como Lyn se lo ordenó desde su retenedor de recuerdos. La pinacoteca estaba resguardada por un cristal de aspecto frágil, pero Yal sabía que sólo había un modo de cruzarlo. De entre sus ropas sacó un frasco que contenía la sangre de Lyn, el cristal sólo respondía al ADN de Yorg y Lynxe era la única persona en el mundo con quien lo compartía. Remojó su dedo con la sangre y la colocó sobre el cristal. Un hueco en forma oval se abrió en el cristal.

―Crucen rápido ―dijo Yal.

Los cuatro caminaron entre las mamparas, todo estaba lleno de cuadros de todos los estilos creados por magos artistas desde hacía milenios.

―¿Qué tenemos que buscar? ―preguntó Silia mientras observaba un cuadro en forma de roca, con pinturas rupestres que se movían de un lado a otro representando sus métodos de cacería.

―No tengo idea ―Yal buscaba con la mirada―. Observen cada cuadro con detenimiento, en alguno de ellos debe haber una pista.

Yal terminó de examinar un vitral cuyos cristales se movían para imitar la imagen de la persona que tenía al frente, se retiró dejando un retrato de sí mismo dibujado en el vitral. Estaba por revisar la siguiente mampara cuando un remolino vertical de polvo se formó frente a él. Sacudió con su mano para dispersarlo y enfocó su mirada en un cuadro con un paisaje en tonos de grises el cual cambió a color bermellón cuando Yal se acercó.

―Hay una corriente aquí ―dijo Iris aleteando para alejar el polvo arremolinado frente a ella―, y mucho polvo.

―Sigan revisando ―dijo Yal mientras veía una enorme pintura monocromática con un espiral que giraba provocando un efecto hipnotizante―. Estén atentas a si algún personaje en los cuadros parece querer decirles algo.

Pasaron cerca de quince minutos caminando entre las pinturas sin encontrar nada que les indicara el camino. Yal inhaló con frustración, pero mientras lo hacía, una pequeña cantidad de polvo entró a su garganta haciéndolo toser. El mismo remolino de polvo estaba frente a él.

―Un momento ―dijo al ver el remolino vertical―. Creo que…

Yal regresó hasta la mampara que tenía la pintura de espiral. Volteó a su lado, el remolino estaba ahí, tomando la misma forma de espiral en la mampara.

―¿Encontraste algo? ―preguntó Iris.

Yal no respondió, estiró su mano hacia el cuadro, más y más sin poder tocar nunca su superficie, continuó hasta que su cuerpo quedó dentro del cuadro por completo.

―No es un cuadro ―dijo Yal―. Es un túnel, esta es la entrada.

Yal y los ángeles caminaron por el túnel que no dejaba de girar, creándoles una sensación de vértigo. Llegaron hasta una puerta la cual les abrió paso hasta un tranquilo y nublado jardín.

―Esto parece como un sueño ―dijo Acia al ver el patio adoquinado, rodeado de plantas ornamentales y cubierto por una ligera neblina, el único sonido que se escuchaba era el del agua de la fuente en el centro.

―¿Ahora hacia dónde? ―preguntó Silia

―De nuevo, a encontrar la respuesta.

El jardín de alrededor de doscientos metros cuadrados estaba flanqueado por una espesa muralla de enredadera con flores azules en forma de campana. En el patio no había otra cosa que las floridas jardineras y la fuente central. Yal se acercó a la fuente, era una estructura circular con un querubín en el centro. De la punta de su flecha caía el agua haciendo un sonido musical cuando tocaba la base.

Yal se acercó al querubín, rozó el cuerpo con su dedo y la pequeña estatua volteó hacia él apuntándole con su flecha. Yal respingó.

―Si continuar tu camino buscas, Ilhuicamina el pasaje te mostrará ―dijo el querubín―. Si lo que deseas es volver por donde llegaste, el cóatl momotzi deberás hallar. Si en diez minutos sigues invadiendo mi territorio, mi flecha te ha de encontrar.

―Algo me dice ―dijo Yal tragando saliva con dificultad―, que sólo disponemos de diez minutos para resolver el acertijo.

―Ilhuil… ilh… ¿Qué dijo? ―preguntó Acia.

―Ilhuicamina ―dijo Yal―, un mito entre los shamanes de la antigüedad. El cóatl momotzi, eso es lenguaje shamán… el altar de la serpiente… ¡Lo tengo! Son constelaciones.

―¿Constelaciones?

―Sí, constelaciones muy antiguas… Déjenme ver… Ilhuicamina… conocida como Orión… Orión es conocido hoy en día como… ¡Diablos! De nuevo. Ilhuicamina… Es el flechador celeste. Un hombre sosteniendo una flecha… Orión era un gigante con un escudo y un garrote… Sí… ―dijo Dubitativo―. Sé cuál es.

Yal se volteó a ver a su alrededor. Tomó una rama de una de las plantas y en el suelo terroso entre los arbustos de una jardinera dibujó la constelación de Orión.

―Ayúdenme a buscar una formación de este tipo ―dijo formando la constelación en el suelo―. Es la constelación que necesitamos, búsquenla.

Buscaron en cada adorno, reja y arbusto por un par de minutos, el querubín comenzaba a tensar su flecha en el arco, apuntando siempre hacia Yal.

―No la veo y se acaba el tiempo ―dijo Silia agitando las manos. Su voz era tranquila, pero en su comportamiento se notaba angustiada.




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