La jefa

42. «Mr. Yatecito».

 

 

*Baby Talk: Lenguaje de bebé.

 

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42. «Mr. Yatecito».

 

IVANNA

 

—Tienes que calmarte —le digo a Michelle, acercándome a la esquina en la que ahora parece refugiarse, en un rincón de mi piso de oficinas, fuera del campo de visión de Victoria y Omi.

Apoya su hombro en la pared a modo de no ver de frente a nadie y manteniendo sus brazos cruzados. Dolida, desde luego. Sobre todo porque, al reírnos con lo de «Omi Junior», la Perrera no estuvo de su lado. Pero tampoco nos lo puso fácil, apenas estamos procesando que ella y Victoria...

No sé si hubo indicios.

No nos dimos cuenta.

Ni siquiera lo sospechábamos.

Y, dada la situación de Victoria, es claro que tampoco ha sido fácil para ella.

—Sé que estás enojada —continúo—, indignada, comprensiblemente celosa, yo mejor que nadie lo entiendo, te lo aseguro. Pero eso no te da derecho a ser cruel. Sobre todo, con Victoria.

—¿Y quién le pide a ellos no ser crueles conmigo? —me contesta con dolor Michelle, volviéndose para verme de frente—. Oíste a Omi «Podemos estar seguros de que ese bebé, feto o embrión no es tuyo, Michelle». —Finalmente se suelta y llora—. No tienes idea de lo que se siente.

»Ella me prometió que luego de lo de Cashba ya no habría nada entre ellos y ahora resulta que está embarazada.

»¿Quién aleja a Omi ahora? Si Victoria tiene al bebé se verán por el resto de sus vidas.

Michelle no solo me lo dice a mí. Lina y Simoné también se aproximaron a hablar y ahora las cuatro vemos de reojo a Omi y a Victoria.

Él, además de rodearla con más promesas, ahora está haciendo una videollamada.

Tida —Victoria intenta que cuelgue, pero Omi niega con la cabeza—. Sabes que Tida es mi conciencia, tengo que decírselo a ella, solo a ella —promete y Victoria hace girar sus ojos.

»Adivina, Tida —Él está feliz.

Tienes herpes otra vez —escuchamos que le dice Tida.

No, eso no. Victoria está embarazada —Omi gira el móvil a modo de que ahora enfoque a Victoria. Nuestra amiga sonríe y saluda con su mano a Tida.

Oh, que bien. ¿Y de quién es? —pregunta Tida y Victoria solamente extiende su sonrisa.

¿Cómo que de quién? —se queja Omi, volviendo a enfocarse a él mismo con el móvil. A Victoria, como sea, no parece afectarle—. Es mío. De esa vez que llegamos borrachos de madrugada, cuando me caí en la alberca y los dos vomitamos en las gradas.

»El resultado de eso es un embarazo, no herpes.

Felicitaciones. Por fin avanzamos —dice una «no muy segura» Tida. La recuerdo por su aspecto excéntrico.

Mira —continúa Omi, volviendo a girar el móvil hacia Victoria, pero ahora enfocando su barriga.

Todavía no se nota —se queja Tida.

Claro que se nota —asegura Omi para indignación de Victoria, que ahora toca su vientre preocupada de verse gorda.

»Agú, Agú —continúa Omi, aún sujetando el móvil, pero dirigiéndose a la barriga de Victoria—, ¿Quién quele a ese goldo plecioso? —habla con lenguaje infantilizado, agudizando para un mejor efecto su voz—. ¿Quién lo quele, Omi Junior? ¿Quién? —Y procede a torcer los ojos y esbozar caras de pato.

Tengo que ladear mi cabeza hacia un lado.

Y aunque Victoria sonríe, como si de un evento se tratara, nosotras nos miramos la una a la otra. ¿Ese es Omi?

—Ya le dije que es un embrión —masculla Michelle—. Células, sin extremidades, ni siquiera del tamaño de una uña.

—Así somos los padres —le contesta con voz conciliadora Simoné—. Sobre todo los primerizos.

A ve' cara tite —escuchamos que dice ahora Omi a la barriga de Victoria, esbozando él mismo las caras—, cara tite, cara 'nojado, cara feli.

Arrugo mi nariz.

—Como dije, así somos los padres primerizos, hasta damos vergüenza —insiste Simoné tirando hacia un lado su boca.

Omi cuelga la videollamada con Tida, pero, de rodillas delante de ella, continúa hablándole con voz infantilizada a la barriga de Victoria.

A ve' el miau miau.

»A ve' al pio pio.

Mantenemos nuestros gestos contraídos en muecas.

—Está haciendo la cara de cada animal —musita Lina, sin poder creerlo.

A ve' ahora el oink oink —continúa Omi, tirando hacia arriba su nariz con su dedo índice.

Suficiente.

Las tres nos volvemos otra vez hacia Michelle.

—¿Victoria te dijo que va a dejar a Gary? —pregunto, retomando nuestra conversación.

—No, no va a dejar a Gary —niega Michelle—. No por ahora, sino cuando sea el momento.

—¿Y eso es cuándo? —No puedo evitar sonar cruel con estos temas. Hoy más temprano fui inmisericorde con Laura y tampoco me importa que Michelle sea mi amiga.

Simoné vuelve a gesticular en mi dirección «Perra».

—Su situación es complicada, Ivanna —defiende Michelle.

—Eso dicen siempre —añade Simoné—, «Es complicado. Pero, pierde cuidado, nos vamos a divorciar. Ya ni dormimos juntos».

Arqueo una ceja en dirección a Simoné. «Y me llama a mí "Perra"».

—Ustedes saben cómo es la situación con Gary —insiste Michelle.

—Sonlisa... sonlisa... sonlisa —escuchamos ahora decir a Omi intercalando sus palabras con palmadas, pero nos negamos a voltear otra vez.

—En todo caso, Michelle, es Gary y no tú quien se tendría que ofender —opina Lina—. Él es la pareja oficial. No tú, ni Omi.

—Pero Victoria aún no le quiere hablar con la verdad.

—Su maldito problema.

—Tengo dos manitas chiquitas bonitas, que cuando las muevo son maripositas —escuchamos que canta Omi y nos tenemos que volver.




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