La Joya Azul

Corazón Solitario

—Emilly, ¿Qué crees? —Lucy llegó con ella.

—¿Qué pasa?

—Vamos a ir a la casa de Johann.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—Cuando regresemos del viaje. Vamos a hablar con su mamá acerca de las historias sobre la magia.

—¡Qué bien!, por fin sabré donde vive —se alegró—. Espera, ¿tú también estás buscando esa joya?

—Así es. Como princesa del Mundo de la Magia, tengo que custodiarla.

—Y, ¿Por qué no la tienes en tus manos? En lugar de eso, está en alguna parte de la ciudad.

—Bueno, pasaron muchas cosas. Alguien la robó y la escondió, pero ya no se lo puedo preguntar porque renunció a su magia.

—Estoy muy confundida —dijo Emilly—. No sé si hablar acerca de lo que me pasó en las ruinas.

—Eso díselo a la madre de Johann, puede ser útil. No se lo digas a cualquier persona.

—Hace un momento, cuando Johann y Andrei estaban discutiendo, pensé en decirlo para apoyar a Johann.

—No te preocupes, él único que quedó mal fue Andrei. Así que no era necesario.

Emilly quería saber más sobre lo que había sucedido, pero al mismo tiempo estaba contenta por ir a la casa de Johann.

Sabrina fue a donde estaba Ellie. La encontró sola, la banda de Zack ya se había ido.

—Ellie, tengo que hablarte sobre lo que descubrí.

—¿De qué?

—Ya sé por qué Andrei es frío con todos.

—¿Hablaste con él?

—No —respondió, sin pensarlo.

—Entonces, ¿Por qué lo sabes?

—Él no es malo, lo único que tiene es… no sé cómo explicarlo exactamente, pero en sus memorias vi que el momento más doloroso de su vida fue cuando su madre lo aisló en una escuela privada. Él se siente solo todo el tiempo.

Ellie guardó silencio por unos segundos y, luego de pensarlo, preguntó…

—¿Cómo pudiste ver sus memorias? ¿Qué hiciste?

Sabrina se dio cuenta, ella estaba hablando de sus poderes como si Ellie ya supiera todo. Estaba tan entusiasmada por la información.

Para cerrar el programa de viaje se había preparado una cena especial. El ambiente estaba relajado en comparación a como se sentía en la conferencia. Ellie estaba con Sabrina, sentada en una mesa apartada.

—Es algo difícil de explicar —decía Sabrina—. Verás… todo eso de la magia existe. Yo escribí la frase en las ruinas.

—¿Qué quieres decir? ¿Tú también tienes poderes mágicos y fue por lo que ‘viste las memorias’? ¿Sabes de la Joya Misteriosa?

Ellie estaba sorprendida, jamás se esperaría eso de su amiga.

—Sí, algo así —confesó.

—Eso quiere decir que… estás aquí por una razón. Según las historias sobre la magia, las personas con poderes mágicos vienen a este mundo por algo en especial.

—Eh… es muy complicado explicarte todo.

—Para eso tenemos toda la noche.

—Pero… tienes que ir y hablar con Andrei.

La chica hizo mala cara, era de lo último que quería saber esa noche. Estaba más interesada en saber cómo era que su amiga tenía poderes mágicos y por qué estaba en su escuela.

Emilly y Joan miraban hacia esa mesa.

—Chicas, este viaje estuvo muy extraño ¿no creen? —preguntó Amanda.

—Demasiado —contestó Cindy, luego notó que sus otras amigas estaban viendo hacia cierta mesa—. ¿Qué pasa?

—Estamos considerando que Ellie no debería formar parte de nuestro grupo —comentó Emilly.

—¿En serio? —Cindy puso atención y, de hecho, se dio cuenta de que en todo el viaje Ellie había estado apartada— Lo mejor sería hablar con ella primero.

—¿Y qué crees que nos vaya a decir? —preguntó Joan— Ella es muy fiel como amiga, pero en esta ocasión se está portando muy raro.

Por otra parte, Elysia fue a sentarse a la mesa donde estaba su hijo.

—Hijo, deberías comer bien —dijo con su tono de madre cariñosa.

Andrei solo estaba ahí, picando la cena con el tenedor, aunque no tenía ganas de cenar aún así tomó la decisión de ir.

—Lo he estado pensando… —dijo él— Jamás debí inventar algo así.

—Pero ¿Qué dices? Eso fue grandioso y, a pesar de que querías que mi carrera terminara, fue uno de tus mayores logros el hacer que una máquina así funcione. Ni siquiera yo tengo esa inteligencia.

—Fue un fracaso.

—Por cierto, ¿Dónde están tus amigos? —preguntó ella al ver que estaba solo en esa mesa— No me digas que no tienes amigos.

—Sí los tengo, pero ellos saben que en este momento no quiero que nadie me moleste —dijo al mirarla.

Elysia se entristeció.

—¿Por qué querías arruinar mi carrera? —se atrevió a preguntar.

Andrei dejó el tenedor y se recargó en el asiento.




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