A lo largo de la obra se hará mención en repetidas ocasiones del lenguaje de las flores para resaltar emociones, pensamientos, sentimientos o hasta determinados eventos futuros. Al principio de cada capítulo se mostrará “la flor del capítulo” y determinará cual es la emoción principal de la parte.
En caso de hacer mención de más flores sus significados estarán al final del capítulo.
Ward, M., & Compañía. (1877). “The language and poetry of flowers.”
CAPITULO III:
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La Vinca Roja (Red Periwinkle en inglés) es una flor originaria de Madagascar, una isla en el océano indico. La forma de la flor es algo tubular, con una base estrecha que se ensancha hacia los pétalos. Cuenta con cinco pétalos, y a menudo tienen un borde ligeramente ondulado.
En el lenguaje de las flores, la Vinca Roja representa un sentimiento de amistad fresca, nueva.
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Mis ojos estaban cerrados, de eso tengo certeza, pero entonces, ¿qué es esa luz incandescente que me está dejando ciego? Además, tengo la sensación de haber mascado un limón durante horas hasta que la lengua se me haya partido y una ráfaga de viento gélido me hizo doler los huesos.
Uhg. Qué horror.
Me removí incomodo sin saber muy bien por qué estaba acostado. Para empezar, ¿qué había pasado y por qué de repente tengo los ojos cerrados? Todo mi cuerpo se sentía más liviano y hasta me atrevería a decir que estoy acostado en un lugar cómodo, como nubes.
Fruncí mi ceño y de a pocos comencé a mover mi rostro aun con los ojos cerrados. Lo último que recordaba era haber estado en la cocina junto a Viktor. No recuerdo exactamente nuestra conversación, pero si tengo algunos vestigios de lo que sucedió. Lo recuerdo a él mirándome con emoción y quizás un poco más guapo de lo que era realmente. Recuerdo que él me había dicho algo, pero, ¿qué era? Hmm…
“— La tarántula que ha estado en tu cabeza todo este rato, ¿es parte de tu atuendo?”
¡LA TARÁNTULA!
¡AAAH!
Inmediatamente abrí mis ojos de golpe y jadeé como si me hubiese estado ahogando. ¡No, no, no! Salté de donde estaba, sentándome y con la adrenalina corriendo por mis venas como rayos comencé a temblar y a sacudirme con fuerza de un lado para otro, tratando de quitarme lo que sea que haya en mi cabeza.
¡Esto no! ¡No!
Aunque ya podía ver lo que sucedía a mi alrededor yo seguía sacudiéndome como un maldito gusano, despeinando mi cabello y sacudiendo mi ropa de arriba abajo. Porque claramente todas las arañas tenían el veneno más peligroso del mundo. Por lo menos todas las que viven en este jodido castillo.
Cuando me di cuenta de que estaba sentado en mi cama me levanté en seguida, alejándome rapidísimo del colchón hasta que mi espalda chocó con dureza contra una de las columnas en la pared, y sólo entonces me calmé lo suficiente como para dejar de sacudirme, pero seguía temblando.
¡Ow, ow ow! Cerré los ojos y agonicé por unos segundos. El golpe que me di en la espalda me dejó todos mis huesos resonando y me tuve que poner de rodillas cuando el dolor me aturdió. ¡Hijos de puta! ¡todos aquí me quieren muerto!
Podía escuchar a mi corazón latir en mis oídos, pero tomando grandes bocanadas de aire conseguí calmarme lo suficiente como para hacer un recuento de que carajos había pasado durante todo este rato, pues a juzgar por la poca luz que entraba a mi cuarto debía de ser de madrugada.
Jardín, Viktor, cocina, Bythesea, araña, desmayo… ¿Bythesea?
¡Bythesea!
Jadeé otra vez y me llevé las manos a la cara, espabilando en menos de tres segundos. ¡¿Cuánto tiempo estuve dormido?! ¡Tengo que ir a mi primer día de clases!
Me volví a levantar de cuenta nueva, ignorando el dolor en las plantas de mis pies por haber estado corriendo de un lado para otro descalzo y corrí hasta la innecesariamente enorme cama. Comencé a jalar el cobertor, las sabanas y las almohadas hasta encontrar mi celular mientras el pánico se apoderaba de mí.
Que Dios me ayude a no haber despertado demasiado tarde, porque sólo él sabe hasta que extremo sería capaz de llegar con tal de no estar retrasado.
Cuando jalé con un poco más de fuerza una de las sabanas pude ver mi celular salir volando y caer milagrosamente sobre el sillón para pie de cama que casi se me olvidaba que estaba ahí.
Quise caminar como persona civilizada, pero es que cuando me ponía tan ansioso el cuerpo me fallaba y terminé cayéndome sobre mis rodillas. Ya sin nada que perder me arrastré miserablemente en el suelo hasta que pude agarrar mi celular entre mis dos manos y revisé la hora.
5:30 am.
Oh, Dios. Exhalé y se me regresó el alma al cuerpo. Me dejé caer sobre mi trasero en la alfombra y me puse mi mano en el pecho mientras comencé a tomar grandes bocanadas de aire, aliviado.
Las clases empezaban a las 7:30, todavía tenía una hora y media antes de tener que salir del castillo en dirección a Bythesea. Dios es grande y maravilloso.
Seguí haciendo unos cuantos ejercicios de respiración hasta que pude estar mas calmado y me limpié el sudor frío de la frente, sorprendido que haya comenzado a transpirar por el estrés. Quizás no era que todos me quisieran ver muerto, quizás era que yo soy muy fácil de matar.
Volví a la realidad cuando sorbí por la nariz por primera vez en toda la mañana y nuevamente la sentí escocer, además de que tenía toda la maldita cara fría desde antes de despertar. Ah, que mierda. Volteé mi mirada hacia la derecha y por el ventanal —aún sin cortinas— vi como el cielo todavía seguía oscuro, pero comenzaba a iluminarse y la primera nevada del año caía lentamente. Había olvidado que estamos entrando en los meses más fríos del año, y que, a diferencia de mi querida Bolonia, en Suiza las temperaturas bajaban peligrosamente rápido.