CAPITULO 2

Andreas Serrano, capitán del equipo de futbol de la universidad y novio de Narah desde hacía un año la buscaba por todas partes. Era un chavo popular, líder, carismático y nada romántico. Derrochaba testosterona. Iba en el tercer cuatrimestre de la carrera de administración y, por obviedad, muchas chicas estaban locas por él. Narah se había considerado afortunada cuando se fijó en ella al conocerse en una fiesta ofrecida por Pamela Serrano, su mejor amiga y prima del pambolero. A estas alturas ya no le parecía tan especial el poder químico que la arrastraba a su boca pues constantemente sentía que la trataba como si solo fuera una cosa bonita, como si sus opiniones y gustos no tuvieran validez. La encontró saliendo del laboratorio de cómputo en compañía de su prima:

-¡Hola, morenita! Pensé que no habías venido.

-Hola. El maestro de teoría administrativa nos clavó el armado de unas diapositivas. Recién terminamos.

Sin dar importancia al hecho, la besó. Los chicos lo envidiaban porque era la niña más guapa de primer año y eso lo hacía sentir orgulloso. -¿Vamos al cine el sábado?

-¡Sí! ¿Vamos a ver “No sé tú”? ¡El tema principal lo canta Luis Miguel!

-¿Una película de amor? ¡Ay, no, Narah! ¡Qué hueva! Mejor vamos a ver “Ace Ventura”. ¡Dicen que está de súper lujo! “Ace Ventura,” ¿ok?

Las chicas se miraron. Pame arqueó una ceja y Narah asintió, aceptando ver de nuevo, lo que él quería. Se fue prometiendo llamarla después del entrenamiento. Le sacudió el fleco a su prima en señal de despedida y corrió a su salón.

-¡Será muy mi primo pero es un idiota! ¡Créeme que no te culparía nadita si decidieras mandarlo a la goma y salir con Jaziel!

-Dos cosas: Dudo mucho que Jaziel se haya interesado en mí como para invitarme a salir. Ni siquiera me pidió mi número. Además, tiene “galán” tatuado en la frente con letras mayúsculas tipo Hollywood. Creí que había quedado claro.

-Tienes razón. Es un soberano y reverendo asco. ¡Igual que todos!

-Yo me atrevería a decir que es hasta peor que algunos…

-Pues sí. Está cañón eso de andarse metiendo con cualquiera en los baños de la escuela. ¡Qué poca…! ¡Ya sé! ¡Vamos a mandar a volar a los hombres y nos hacemos lesbianas! ¡Tipo “Thelma y Louis”!

-¡Ja, ja, ja! ¡Ésas terminan muertas al final de la película! ¡No seas babas!

-¿Babas? ¡Su muerte simboliza la liberación de la sexualidad! ¡Las relaciones gays serán las relaciones del futuro! ¡Verás si no!

Entraron riendo al laboratorio.

Por la tarde:

-¡Narah, teléfono!

-¡Voy, Lupis! ¡Gracias! -Levantó el auricular en forma de labios rosados y saludó: -Hola, Andreas. ¿Cómo te fue en el entrenamiento?

-No soy Andreas, pero espero que le haya ido bien.

-¿Quién habla?

-Jaziel. ¿Cómo estás?

Los colores se le subieron y se quedó perpleja un instante. A falta de una amiga que compartiera su emoción, se miró en el espejo que cubría la puerta del clóset, retiró el auricular de su oreja y abrió la boca como gritando, sin emitir sonido. Acto seguido, trató de serenarse: -¡Hola, Jaziel! Estoy bien, gracias. Terminando mi tarea. ¿Y tú?

-Ansioso por escuchar tu voz. ¿Sabes? No he podido dejar de pensar en ti. Soñé contigo…

La sonrisa de Narah se borró. Había vivido lo suficiente como para saber que un hombre que endulza el oído sin conocerte lo suficiente, busca solamente obtener sexo. No le permitiría pensar que era tonta: -¿En serio? ¿Ese argumento barato te ha funcionado alguna vez?

-…Am… Al parecer contigo no… Eres demasiado inteligente como para caer, ¿no?

-Aunque te burles.

-¡No me estoy burlando! Más bien, esperaba que pudiéramos reírnos de mi estupidez.

-Ja, ja. Adiós.

-¡No, no cuelgues por favor! Discúlpame, ¿sí? ¿Puedo comenzar de nuevo?

-Solo si te quitas la careta y eres tú mismo. Como ayer.

Sonrió sin saber por qué le daba tanto gusto que lo hubiera descubierto: -Ya soy yo mismo.