La ley de Amara

Capítulo 49

AMARA CORTÉS.

 

A regañadientes me presta su móvil para hacer la llamada que tanto deseo hacer. Estoy nerviosa y ansiosa por escuchar su voz. Definitivamente no es normal que esto me esté ocurriendo de repente con él pero me dejo llevar por la increíble sensación que me produce.

Da la llamada tres veces, desesperada enrollo el cordón de mi zapato entre mis dedos.

 

Cógelo, por favor.

 

Justo antes de que salga el buzón de voz él coge la llamada aliviando mi desesperación y provocándome una enorme sonrisa. Me quedo en blanco, no sé qué decirle ¿Es por lo qué estoy descubriendo?

 

LLAMADA TELEFÓNICA.

 

— ¿Hola? —Pregunta por tercera vez.— ¿Ha pasado algo José?

 

Como no, Aaron tiene el número de mi tío y mi tío tiene el suyo guardado ¿Por qué será qué no me sorprende tanto control por parte de mi familia?

 

— ¿Le pasa algo a Amara? —Pregunta después de un segundo en silencio.

 

— No. —Respondo.

 

Él empieza a decir palabras variadas y sin sentido fruto de la sorpresa de escucharme. No puedo evitar reír por la cantidad de palabras sueltas que dice, entre ellas casi todas las vocales en busca de una frase con la que responderme y no seguir pareciendo un idiota.

 

— A..Amara. —Por fin consigue juntar las palabras. — ¿Cómo tienes el móvil de tu tío? ¿Estás bien?

 

— No te imaginas como me alivia escucharte. —Confieso seguida por un suspiro. — Estoy bien, te lo prometo.

 

— Te han golpeado y no es justo. Quiero ir por ti, te juro que es lo que más quiero pero no... no quiero provocarte ningún problema si todo sale mal. Sé que lo más importante para ti es la seguridad de tu madre y que si te saco de allí lo pagarán con ella solo para que vuelvas. —Él tan atento como siempre. No actúa sin pensar en mí aunque esté muriéndose de ganas de hacerlo.

 

— He conseguido hacer un trato con José para poder llamarte.

 

— ¿Has conseguido sacarle el teléfono y al único qué llamas es a mí? —Pregunta mostrándome lo sorprendido que está.

 

— Si. Claro que si. —Respondo al instante sin pararme a pensarlo— Si te soy sincera eres a la única persona que necesitaba escuchar.

 

— Dime que hago, haré lo que sea.

 

Miro a mi tío que permanece atento a nuestra conversación deseando escuchar algo con lo que excusar la traición hacia mi abuelo y que él crea que dejarme hablar con Aaron era lo más sensato. No le daré lo que quiere, ni siquiera cuando es lo que más deseo en este momento.

 

— No podemos hacer nada. —Susurro— Sabes que es complicado.

 

— No me importa, quiero sacarte de allí.

 

— Has sido capaz de pedirle ayuda a Liam para verme. —Ríe.— ¿Y si te hubieran descubierto?

 

— Les habría dicho lo mismo que le he dicho a tu abuelo cuando ha venido a verme.

 

— Amara es suficiente, dame el móvil en este momento. —Exige Jose extendiendo la mano.

 

— ¿Qué le has dicho?

 

José sigue insistiendo en que le de el móvil de una vez pero yo me resisto para escuchar lo que tiene que decirme. Si se ha enfrentado a mi abuelo quiero escuchar lo que le ha dicho, casi nadie ha tenido el valor de enfrentarlo.

 

— Que te amo, eso no podrá cambiarlo.

 

Consigue quitarme el móvil y cuelga la llamada. Agarra mi brazo levantándome de golpe y me lleva a la fuerza hasta la escalera para bajar a hablar con mi abuelo. Debería estar triste porque posiblemente él vuelva a prohibirme algo más pero sin embargo estoy sonriendo como estúpida y no puedo hacer desparecer la sonrisa por mucho que mi tío me repite incansablemente mientras bajamos las escaleras que deje de sonreír. Al llegar a la sala, mi abuelo me pide que me siente y me ofrece un poco de café.

 

— No estoy aquí porque quiero, ahórrate el café. —Le digo.

 

— He estado hablando con Aaron y tiene terminantemente prohibido volver a verte o acercarse a nuestra casa.

 

— ¿Quién te crees qué eres para prohibirle a la gente nada? Esta bien, eres mi abuelo, te sientes con el derecho de amenazarme, prohibirme y golpearme, pero no tienes derecho de darle una orden a Aaron. —Él mueve la cabeza mostrándome una sonrisa. Lo odio con todo mi ser.

 

— Soy el padrino de su padre y sé que él se encargará de su hijo. —Le da un sorbo a su descafeinado. — Yo me encargaré de ti. Cometiste un error cuando estaba dispuesto a darte la libertad que siempre me has pedido a gritos, ahora tendrás que atenerte a las consecuencias por utilizar a Aaron para encubrir tu romance y él pagará por no haberme contado tus planes.

 

— Él no es culpable de nada, yo le rogué por ayuda y solo hizo lo que creía mejor.

 

— Su amor por ti lo cegó. —Dice cortándome por un segundo la respiración. Es extraño, yo ya sabía de su amor por mí. — Todavía lo ciega.

 

— Tú lo trajiste aquí para convertirlo en mi novio, yo no lo pedí. En todo caso la culpa es tuya por creer que podías obligarme a estar con alguien.

 

— Voy a empezar a ser muy duro contigo. —Advierte— No volverás a cometer una tontería parecida.

 

— ¿Vas a arrancarme el corazón para qué no sienta amor por nadie?

 

— Deja las exageraciones nieta.

 

— No vas a poder impedir que esté enamorada, abuelo.

 

Me pongo en pie desafiándolo. Escucho el bastón golpear el suelo y me detengo, no por miedo, si no por mi madre. Es lo único que me impide largarme de aquí en este momento. Escucho sus pasos y se detiene justo detrás de mí para lanzarme una nueva amenaza.

 

— Si sigues con tu rebeldía tendré que replantearme la presencia de tu madre en esta casa. —No baja el tono de la voz, todo lo escucha porque es su propósito. — Compórtate, ya no eres una niña.



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En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

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