Capítulo 34
Wolfram se encontraba en la sala de fumadores junto a dos de sus pares, en los que se encontraba el duque de Hastings y su tío Lord Isadore. Los había estado evadiendo de manera descarada, pero no podía hacerlo para siempre. Estos comenzaron hablando de temas triviales como el clima y que pronto se acercará la temporada de caza.
—Westhampton—comenzó a decir Hastings—Sabes perfectamente que quiero ser primer Lord del tesoro, pero todos sabemos que no hay persona más idónea para el puesto que tú. El hecho de que te casara solo facilita las cosas.
—La mujer con la que se casó Westhampton no es miembro de la aristocracia—comentó Lord Isadore.
—Los tiempos están cambiando milord—le dijo Hastings—eso no es un factor para que él no acepte.
—Está divorciada—informó Wolfram y todos lo miraron atónitos. Wolfram iba a tomar su monóculo, pero recordó que no lo tenía y se limitó a fumar su puro.
—¿Cómo pudiste hacer eso?—le riñó su tío—¿Es que sólo piensas en ti? ¡Eres el duque de Westhampton!
—Estoy tratando de recordar todas las veces que dices que he pensado en mí pasando por encima del título—le dijo—Y sólo recuerdo esta.
—Es que nunca debes anteponerte ante el título y eso lo sabes perfectamente.
—No voy a discutir sobre mi esposa, nunca se ha dicho que ustedes debían tomar esa decisión.
El duque de Hastings lo miró—Yo tampoco pienso discutir nada sobre la actual duquesa, pero si así son las cosas, muy bien. Asumiré esa responsabilidad.
En ese momento Marco irrumpió en la estancia e hizo una reverencia.
—Su excelencia, la duquesa de Leithold requiere de su presencia—le informó.
Él asintió y se puso de pie.
—Sólo espero que no vayas a arrepentirte de tu decisión—le dijo su tío—Después de todo, ambos pertenecen a mundos diferentes.
Él no le dijo nada y se dirigió a la entrada; en el vestíbulo había un bullicio de gente que él sabía que no eran invitados de su persona.
Su hermana pequeña estaba de pie y cruzada de brazos. Se percató que ya la barriga se estaba asomando y que sus caderas estaban anchas; Iuola apenas había cumplido los diecinueve años y ni siquiera era mayor de edad; no obstante, su pequeña ya era madre.
—Necesito hablar contigo de esta situación Westhampton—le informó echando chispas por los ojos.
—Antes ¿Qué hace toda esta gente aquí?
—Tu esposa decidió abrir las puertas de Westhampton Terrace a todos para que puedan apreciar la historia en cada una de estas paredes.
Él sonrió—¿En serio? Eso suena divertido.
Iuola la miró con los ojos abiertos—¿Quién eres y qué hiciste con mi hermano?
Él le acarició el vientre—Iuola deberías de tomarte la vida un poco más a la ligera ¿No crees?
Él se marchó y la dejó sin habla.
***
—Aquí pueden apreciar el antiguo símbolo de la familia, el halcón—Les dijo Charlie a sus invitados—Este cuadro es tan antiguo como el título en sí y ha sido restaurado una sola vez.
Todos lo miraron asombrados y comenzaron a hacer comentarios.
En ese momento apareció una criada y le hizo una reverencia.
—Ya está lista la merienda mi lady, organice el bufete en el jardín como me lo pidió.
—Muy bien, todos pueden pasar a disfrutar de una merienda. El duque y yo estamos felices de tenerlos aquí—les dijo y todos aplaudieron de alegría.
En ese instante vio a Becky al final del pasillo con un hombre, a juzgar por la expresión de la mujer, no estaba disfrutando de su compañía.
—¿Viene con nosotros excelencia?—le preguntó una joven.
—Ya los alcanzó, debo hacer algo.
Charlie se dio la vuelta por otro pasillo para poder escuchar lo que estaban hablando.
—Creo que se equivoca usted milord—escuchó que le dijo Becky—Puede que me parezca a esa mujer, pero no soy ella. Mi abuelo era un barón.
Él se echó a reír—Reconozco esa boca a donde quiera que vaya, mi orne estuvo allí.
Charlie abrió los ojos como platos.
—Su comentario ha sido de lo más impertinente, su compañía ya no me parece agradable, con permiso.
Este la sostuvo del brazo—Será mejor que me trate bien mi lady o le diré a todo el que quiera escuchar con quien se casó Lord Marsias.
—Suélteme.
—No es más que una puta disfrazada de marquesa.
Charlie decidió irrumpir la escena y el hombre al verla la soltó. Recordó que era un vizconde, un viejo asqueroso que le había presentado Westhampton.
—Excelencia, espero que...
Ella no lo dejó terminar y le dio un rodillazo en los testículos. El hombre cayó de inmediato al suelo.
Becky se llevó una mano al pecho.
—¿Georgia eres tú?
Charlie le sonrió—Yo le enseñé a hacer esto a esa mocosa.
Becky la miró agradecida.
—Espero que con este gesto se dé cuenta que usted no será bienvenido nunca más a esta casa milord—le escupió Charlie.
Ella le pisó los testículos con la zapatilla y el hombre gritó.
De inmediato varios invitados se asomaron al ver la escena.
—Charlie por favor—le pidió Becky—No hagamos una escena, no con la casa llena de gente. Eso perjudicaría a Wolfram.
—Me importa un reverendo comino, lo voy a echar como un perro y ni si quiera Dios va a poder detenerme.
De inmediato Marsias y Robert llegaron hasta ellas.
—¿Qué sucede?—preguntó el primero.
—Nada mi amor, es que...
—Este hombre—la interrumpió Charlie—confundió a la marquesa con una prostituta y amenazó con decirle a todos.
Ella vio como la mirada de Marsias era letal y eso la hizo sonreír.
—Nosotros nos encargaremos—les informó Robert—Pueden marcharse.
—Vamos querida—le dijo a Becky mientras la tomaba de la mano—No nos dejarán estar en la parte más divertida, pero no importa. He organizado una merienda en el jardín.
—No me siento capaz de estar con ningún invitado ahora—le dijo—¿Podrías acompañarme a mi habitación?
Charlie asintió. La mirada de su cuñada era muy triste, no podía creer que Marsias se había casado con una mujer como ella cuando Georgia se lo contó, pero ahora comprende a su cuñado. Rebecca no sólo tenía una belleza sin igual, también poseía un gran corazón, era una buena madre y una esposa paciente y amorosa.
Charlie hizo que se detuviera y la miró.
—¿Eres consciente que no podías ser perfecta?
Becky frunció el ceño—No te entiendo.
—Tú único defecto es tu pasado, no podías ser perfecta. No sería justo con el resto de nosotras.
Ella medio sonrió—No exageres.
—No lo hago, sé que todas te admiran. No te sientas así, no vamos a permitir que nadie dañe tu integridad.
A Becky se le llenaron los ojos de lágrimas.
—No me avergüenzo de lo que soy, mantengo esa mentira porque no quiero hacer quedar mal a Wolf. No quiero perjudicarlos y mucho menos hacer sentir mal a Marsias; pero no puedo hacer nada. Ese hombre es uno del montón que se avecinan.
—¡Becky!
Ambas miraron hacia la voz y era Aitasis; junto a Georgia y Iuola.
La primera la abrazó—No te preocupes, vimos a Robert dándole una paliza.
—¿Qué haces llorando? Alza la cabeza, eres miembro de esta familia—la riñó Georgia.
—Así es, no nos avergüences—añadió Iuola con una sonrisa mientras le tomaba la mano.
Ella sonrió mientras se secaba las lágrimas.
En ese momento vieron a Marsias al final del pasillo y este le hizo señas para que se acercara.
Ellas la soltaron y la dejaron ir. Este la abrazó y ambos entraron a la habitación.
—¿Creen que debamos decirle a Wolf?—preguntó Georgia.
—Por supuesto—le respondió Aitasis.
—¡Adivinen!—Exclamó Iuola—Wolf sonrió.
—¿Te refieres a que sonrió con la boca?—preguntó Aitasis.
Georgia le dio un beso en la mejilla a Aitasis.
—¡Todo gracias a ti!
—¿Acaso quieres morir? No tengo nada que ver con eso.
Y al decir esto se marchó.
—¡Te amamos!—le gritó Aitasis y eso la hizo sonreír.
¡Hola gente!