Como ya mencionamos, al llegar al valle el puesto del Cazador ya se encontraba ocupado por un hombre bastante mayor llamado Hoff, pero al Cazador se le permite tener un aprendiz y dada la insistencia de Perdiz por alejarse lo menos posible de su hermana, Ailur se la asigno.
Mientras Liebre había aceptado prácticamente toda aquella realidad con la satisfacción de quien acierta una teoría, Perdiz no acababa de salir de un shock más que para caer al siguiente, Hoff debía ser uno de los hombres más grandes que hubiera visto, ancho, barbudo, hosco, ¡parecía un oso negro!, le hizo un ademan y no se molesto en ver si le seguían, pero Perdiz lo hizo porque trataba de mantener la compostura y si se dejaba sobrepasar ella y su hermana jamás escaparían de ese loco lugar; la cabaña del Cazador es un refugio grande y bien provisto, tenía su pozo, habían algunas pieles secando al aire libre, y no se le escapo que había un rincón con algunas tumbas que, luego lo sabría, pertenecían a Cazadores pasados sepultados por sus aprendices.
-Uff-Hoff se dejo caer en una silla y hablo por primera vez-bueno, bienvenida, supongo.
Perdiz tomo entonces un cuchillo para despellejar y le apunto con este.
-Si te atreves a tocarme te cortare la garganta-el Cazador alzo una ceja y le miro de arriba abajo.
-Jovencita-dijo, muy serio-eres fea, podrías ser mi nieta y no me gusta lo bien que sostienes ese cuchillo, ni de broma te tocaría-Perdiz parpadeo-siéntate.
-Hablo en serio-dijo, tomando una silla.
-Se que lo haces, y quisiera darle un golpe en la cara al cretino que te hizo pensar que todos los hombres somos unos cerdos.
-¿Mi padre?
-¡Ja!, típico, pues si, a ese le daría un buen puñetazo-ella no pudo evitar sonreír ante la idea-¿Cómo dices que te llamas?
-Perdiz-aflojo un poco el agarre-al menos…así me han llamado siempre.
-¿Y te quieres seguir llamando así?-ella se alzo de hombros-lo puedes cambiar si quieres, fuera del rol aquí en realidad puedes ser quien tú quieras, claro que tengo que enseñarte a cazar y esas cosas.
-Yo ya se cazar.
-¿De veras?-se rio-¡bien!, menos trabajo para mi, ¿y sabes cocinar?
-…Mas o menos-cualquier cosa no demasiado elaborada al menos.
-Nada es perfecto, ve a traer un cubo de agua entonces, y te puedes quedar con el cuchillo si te hace sentir más segura.
Perdiz conservo el cuchillo y su nombre pero nunca más tuvo que levantarlo ante Hoff, el enorme Cazador resulto ser el primer hombre decente con el que se cruzara en la vida.
Y aunque ella sabia cazar bastante bien este tuvo mucho que enseñarle, a fin de cuentas Perdiz era autodidacta, había “aprendido” por si misma, de manera más bien burda, y lo que sabía no era más que lo necesario para abatir una presa pequeña que echar al caso, Hoff le enseño la forma indicada de poner una trampa, le enseño a seguir rastros, a despellejar y destazar un animal haciendo el mejor uso de las partes, le mostro de que manera debía curtirse una piel que luego podía coserse para hacerse una capa cálida y a diferenciar las plantas benéficas de las nocivas, era un tipo enorme pero sorprendentemente delicado, que con la misma cortaba un ciervo mientras silbaba alegremente o le contaba historias estremecedoras de caserías peligrosas mientras tallaba algo en un trozo de madera.
Por primera vez en su vida Perdiz se sentía libre, iba muy seguido a visitar a su hermana y se maravillaba de lo rápido que estaba prosperando, verdaderamente comenzaba a creer que estar atrapadas en ese lugar era lo mejor que les había pasado, pero fue entonces que supo de la Bestia.
-Al fin te tengo…
Habían dejado un roedor herido a manera de trampa y, de forma totalmente inesperada para ella, fue una joven vestida en pieles quien se abalanzo sobre la pobre criaturilla y allí mismo comenzó a comerla.
-¿Pero qué rayos?-exclamo, sintiendo un asco supremo.
-Ya es mía-Hoff tendió su arco.
-¡Oye, no!-le detuvo-¡Es una persona!
-¡Suéltame!-la empujo con brusquedad y apunto.
-¡Corre!-grito Perdiz.
Yuoko levanto la vista, sus miradas se cruzaron por un instante, y escapo antes de que pudieran dispararle, Hoff soltó un grito de rabia y se volvió hacia ella, Perdiz se asusto, ¿Qué le pasaba?, ¿Dónde estaba el hombre recto y gentil?, por un horrendo instante creyó que iba a matarla pero Hoff se llevo una mano al rostro y exhalo un hondo suspiro.
-Gracias…-cayo sentado-ah, Dioses, gracias, estuve a punto de hacerlo…
-¿Qué…que paso?, ¿Qué fue lo que te paso?
-Son las reglas-estaba hasta sudando frio-la Bestia es mi enemigo, mi principal presa…maldita sea, es una niña, creo que es menor que tu, pero cuando la veo solo quiero asesinarla…lo siento, no deseaba que conocieras esa parte de mi.
Aquello cambio su perspectiva de aquel mundo, el juego no era solo una forma extraña de divertir a aquella caprichosa diosa a cambio de un premio, era capaz de generar cambios profundos en los jugadores, cambios que iban desde volver a una chica común y corriente en un animal sediento de sangre a corromper a un hombre honorable, estando asi las cosas, quizás los cambios en Liebre eran también una ilusión y su pobre hermanita estaba cautiva y muda dentro de esa joven capaz, las implicaciones le resultaron horripilantes.