“La Verdadera Luz” fue la organización que me acogió cuando aún era una bebé junto a cierta niña que apenas sabía hablar, pero tenía una carta y un lirio blanco, símbolo de aquella orden secreta.
Aquella niña apenas tenía tres años cuando me llevó a uno de los cuarteles secretos y no dejo que nadie me tocara hasta que alguien superior apareciera.
Desde ese día, permanecí culta y con una hermana mayor que a veces se comportaba como una madre y a veces como una niña. Solo hasta que pude ocultar el color de mis ojos verdosos, logré conocer a alguien aparte de Laria.
Ambas fuimos entrenadas para cierto día y cuando cumplí mis veinticinco años, llego nuevamente un lirio blanco a la puerta de la orden, dando la señal oficial que alguien va a invocar a la catástrofe.
— ¡Laria! —Grité al ver como no salía de su habitación.
—Te estás exaltando por nada hermanita. No estamos con tanto afán como crees —explicó ella abriendo las puertas y guardando su pistola.
—Todas ya salieron y están preguntando por nosotras —explique al ver cómo es que no entendía la situación.
—Exacto —respondió con mucha obviedad —. Sin ti y alguien más, la fiesta no empezará.
La miré con mala gana, pues ese alguien más fue buscado con gran tenacidad que solo acabé ilusionándome con chicos que parecían ser el que me ayudaría a pelear, pero todos fueron demasiados débiles.
—Ese alguien no va a aparecer y sinceramente no me hace falta. Yo mismo haré el trabajo necesario para que nada malo ocurra.
—Ahí está la razón de que esos ojitos pierden cada vez su hermoso color verde —ahí estaba hablando una Laria seria que pocos conocían —. Si no aprendes a compartir tu responsabilidad, no podrás compartir tu vida llena de felicidad.
—La compartiré cuando lo tenga y la tendré si me ayudas bajando rápido hacia el automóvil —concluí con la poca paciencia que me quedaba.
Sin importarle que podía morir de la ira, ella obedeció y caminó hacia el garaje de la organización y tomamos un carro que está a pocos años de entrar a un programa de cauterización.
Todo el camino fuimos en silencio, hasta llegar a una gran mansión, donde fuimos recibidos por el grupo que ya había salido delante de nosotros y un hombre cuyas vestimentas lo hacen ver como todo un magnate.
—Supongo que es de usted es de quien me estaban hablando estas bellas damas —se acercó el tipo cuyo traje gris y camisa roja, abierto los botones superiores, me daba algo de extraña vibra.
—Sí, heee —no atinaba que decir, hasta que recordé lo que había leído sobre él —. Señor Lucas Rainbow.
—Llámeme Lucas, señorita Elaine. Después de todo, seré su compañero en esta aventura y si usted me lo permite, también lo seré en la cama y verá que tan bueno soy encontrando baratijas.
No solo me sentía avergonzada y llena de furia al ver su comportamiento y sus intenciones, pero que la noticia de que sería mi acompañante en la búsqueda de las armas ancestrales, fue algo que no me esperaba.
Sin embargo, antes de que pudiera responderle de forma educada, Laria respondió con una abofeteada que lo tiró al suelo, alarmando a todas las que presenciamos el espectáculo.
— ¡Laria! —Atine a gritar.
—Sé que a los hombres ya no los hacen como los caballeros de antes, pero no te preocupes. Aún hay mujeres que no les tiemblan la mano para corregirlos —sentenció Laria.
Ella era apenas unos tres años mayor que yo y aunque no le gustara que la recordara, frente a mí estaba parada con una pose poderosa que no opacaba su belleza que a más de uno había dejado impactado y su gran conocimiento sobre botánica dejaba asombrado a cualquiera que tenía la fortuna de escucharla.
Era cierto que era algo extraña, pero su cabello largo y su rostro, la hacía alguien a quien la describían como alguien que aún conservaba una belleza que atravesó el tiempo mismo. Al parecer sus padres y antecesores no se habían permitido mezclarse.
Lucas iba a ser ayudado por las demás chicas de la orden, pero éste las rechazó levantando la mano.
Poniéndose nuevamente de pie, solo sonrió mientras dejaba su mano izquierda donde había sido abofeteado. Tomó nuevamente su postura altanera y se acercó esta vez a Laria.
—No hay por qué sentirse celosa, con gusto también seré alguien que alivie su amargura en la cama. Después de todo, algunas mujeres se quedan amargadas al jamás conocer el placer de estar con un hombre —anuncio con gran descaro frente a todas las chicas de la organización, quienes solo lo mirábamos con mala gana.
Sin embargo, todo cambió a asombro al ver como ahora Lucas estaba arrodillado, ya que Laria le había golpeado fuertemente en su estómago y sin detenerse, lo levantó con un rodillazo dejándolo mareado mientras apenas se mantenía en pie.
—Tengo suficientes años para aun ser considerada una belleza y una muy alegre —empezó a aclarar Laria —. Conozco perfectamente el placer de estar con un verdadero hombre y puedo apostarte que no lo alcanzas ni a los talones.
— ¡Hermana! —Grité al escuchar que estaba hablando demás, pues ya sabía que ella tenía a alguien, pues yo era quien le ayudaba a escaparse de vez en cuando.
—Ups —atino a decir mientras cubría su boca —. Para terminar y que esto no se vea tan feo, aquí está mi toque femenino.
Lucas solo pudo ver como la mano izquierda de Laria se acercaba a su rostro solo para igualar los golpes, enviándolo al piso y esta vez, totalmente noqueado.
— ¿Qué es lo que pasó aquí? —Escuché preguntar una voz familiar que me aterrorizaba desde pequeña.
La señora Loweton fue quien nos había ayudado a mí y a Laria cuando aparecimos frente a la puerta de la organización y quien más paciencia nos tenía en cuanto a travesuras nuestras se trataba.
—Bueno… —dije sin saber por dónde empezar, pero ella me detuvo mientras dejaba salir un pesado suspiro.