La Leyenda de Eros

Capítulo 11: Sin Lamentos

El denso bosque parece susurrar lo que vendrá y él solo acelera para salir de ese lugar que parece estar maldito.

No, no hay que descontrolarse piensa en su mente imprudente cerca de la locura, lo que ha experimentado es ordinario se dice así mismo, cualquier sujeto en la faz de la tierra tuvo que enfrentarse en duelo con un demonio lacayo de la muerte misma —¿Nos quieres matar después de lo que tuve que hacer para salir vivos de ese horrible sitio?— Por enésima vez reduce la velocidad pero no por obediencia sino porque la frontera se desvela en la línea del horizonte, resaltando la atalaya y varías garitas a lo largo del muro de dos metros vacías.

Los dos cambian puestos para que así el actual piloto no los mande al mundo de sus ancestros.

No necesitan pedir que se le abra la puerta ya que está se encuentra en ese estado aún así para no tener represalias se detienen y piden autorización para su paso, al no recibir rastro de vida prefieren continuar su camino.

Una hora después y a otra de Atarraya un somnoliento Eren se despierta pidiendo explicaciones sobre lo que ha ocurrido, para que no quede detalle a la deriva Mike le explica prolongándose durante todo el resto del camino tal vez saltando algún detalle —Hay una parada que no quiero hacer pero debo— dice entre tanto se desvía al norte de la metrópoli económica por una carretera con gran concentración de artículo vendidos en una amplísima plaza de mercadeo con muy buena higiene en la que destacan animales vivos, cereales de colores brillantes e incluso una clase de minicomputadoras que aparentan ser lo más novedoso además de barato que explica sus altas ventas.

Esto dificulta el paso del vehículo lo que demora el doble de tiempo aquel recorrido por un mar de gente que un tercio de hora después lo posiciona en la entrada norte de esta, una bifurcación tomada sin divagar la calle de la derecha por parte de Aarón que con un pisotón acelera y en un parpadeo se dan de cara con el lugar predestinado.

Eren no entiende porque diablos están ahí, en ese sitio ¿Es que acaso su maestro tiene un compadre que trabaja allí? Un asombrado Eros descubre la razón cuando retira la sábana en la que yace moribundo este valeroso mercader de Cabo Incasto —Esta es la razón de venir al depósito de cadáveres, Braulio a muerto.— Sin mira atrás el capitán real lo lleva en hombros al agradable lugar (por fuera).

En menos de un sexto de hora este se encuentra ya afuera con el cinturón del auto rodeando su torso, dando media vuelta el auto y saliendo disparado por la calzada sin rumbo aparente, ¿cuál será su siguiente paso?

Un Mike preocupado por la alteración de Aarón lo interroga en repetidas ocasiones para conocer su proceder y este cansado de las inquisidoras pregunta del copiloto le responde con una serenidad falsa —¿Quieren ir a Sirio? Pues iremos a Sirio que más da ya.— olvidando algo importante este le cuestiona mientras come su última porción de carne de cabra —¿Y que hay de los Abisales? Como si supiera que le preguntaría esto responde conciso sin despegar un ojo del camino —Esta autopista también cruza por la capital de Antares el mejor lugar para la defensa de esos monstruos, la gloriosa Alcameluz— no parece impresionar para nada el bizarro nombre de esa ciudad a Mike pero lo único que le interesa es dar aviso para la invasión a tan solo medio día más.

Un camino por el que los neumáticos parecen deslizarse debido a su pulido asfalto en un  campo repleto de camelias y una alta cerca tallada que las priva de cualquier amante de lo ajeno, este bonito recorrido parece despejar la mente de los que ya llevan seis días viajando mucho más de lo previsto.

Una odisea con muchos problemas impensados y arduos ha dejado un transcurso que debió tardar dos días, algo de lo que desean desprenderse una noche antes del vaticinado posible inicio del fin de los tiempos.

No hace ni cinco minutos que pasaron un letrero electrónico verde indicando la distancia a la capital en cien kilómetros que inopinadamente un dócil accidente los hace detener, dos autos de gran tamaño uno moderno con varias luces, rines lujosos, vidrio oscuros templados y oblongo está volcado con daños moderados mientras que uno masivo, ancho y de carga en buen estado

Sin estrépito les piden que los dejen  hacer tránsito por el campo para seguir su camino pero los campesinos con horcas prensiles colmado de hierro lo rechazan obligándolos a esperar grúa, no contento con esto descienden del auto y acuden al encuentro de los posibles participantes del incidente, tres de ellos con vestiduras blancas, rodeados por plata como si fuera barata e incluso armas discuten con una joven mujer y un hombre viejo que podría ser su padre.

—Que sucede ahí— ensordece Aarón los oídos de todos con su llegada apartando a los hombres animosos de golpear al viejo, estos le reclaman al capitán no involucrarse pero Mike y Eren salen del pequeño vehículo acudiendo en su ayuda lo que no permite iniciar un pleito mayor —Excusense pendejos, porqué querían golpear al venerable ancia..—A quién le dices  anciano sucio campesino, soy el ma— este también es interrumpido por su compañera de viaje una chica de ojos verdes cubriendo su pelo con una caperuza gris la cuál hala al hombre de su camisa polvorienta.

A pesar del trato los sigue defendiendo con diálogo culminando este al pagar la cuota de los daños aceptando el desfalco en la cantidad real para evitar líos.

Estos casi saltando en una pata de la felicidad bromeando y riendo se alejan camino a su camión llaman a emergencias pidiendo una grúa, finalmente Eren hace un trato aceptable después del gran favor económico, les darán un aventón hasta la siguiente ciudad como paga algo de lo que le viejo de barba de candado no está muy de acuerdo aceptando a regañadientes.

El vehículo de seis puestos es confortable con tela árabe color canela inexplicablemente fina y con un espacio de carga atrás siendo una incógnita su contenido 
—¿Estas listo campesino?— bromea el viejo gruñon al poner andar de forma dinámica a más de 80 kilómetros por hora en quince según, un Mike eufórico por la forma de conducir del extraño enciende la radio sentado en uno de los asientos del copiloto incomodando a Aarón que se encoge juntándose a la ventana reprimiendo su enojo.



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En el texto hay: principe, accion, demonio

Editado: 20.03.2020

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