La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 56. ¿Dónde está Nicky?

Bruno, María y Nathaniel aterrizaron junto al lago del internado. Habían encontrado respuestas a algunas de sus dudas, pero otras nuevas habían surgido, aunque por primera vez, sabían cómo llegar al fin de este asunto. Tan solo debían entrar dentro del Morsteen, hablar con Nicky y pedirle ayuda para contactar con su abuelo, después él revolvería todo este asunto. No podían creerse por fin algo fuese tan sencillo, que ya casi pudiesen rozar las respuestas con las yemas de sus dedos.

Se adentraron por los pasillos de forma algo alborotada, pero pronto frenaron algo contrariados, ¿dónde estaba todo el mundo?, ¿por qué tanto silencio?

—Qué raro —musitó Bruno casi sin darse cuenta.

—Quizá estén de excursión o algo —respondió Nate tratando de restar importancia—. Hemos estado bastante tiempo fuera, seguramente por eso no nos hayamos enterado de esto —añadió tratando de convencerse a sí mismo.

—Entonces Nicky tampoco estará aquí... —comentó María con evidente desilusión.

—No creo que tarden mucho en volver —respondió Bruno mientras avanzaban hacia la cafetería. Estaba muerto de hambre.

—También podríamos meternos en su habitación y mirar si encontramos algo —dijo maría desviando la mirada.

Los dos chicos la miraron sin creerse lo que acababa de decir.

—¿Quieres que rebusquemos en la habitación de mi hermana?

—No, rebuscar no. Quiero que entremos y busquemos algo que si ella estuviese aquí nos hubiese dado —Hizo una pausa—. Rebuscar suena feo —respondió María de forma inocente.

Sabía que estaba mal, pero quería las respuestas que el abuelo de los Jaquinot podía ofrecerle.

—¡No! —explotó Nathaniel—. No pienso meterme en la habitación de Nicky sin su permiso.

María miró a Bruno.

—¡Y tampoco voy a permitir que vosotros dos lo hagáis! —añadió molesto.

—Está bien, era solo una idea... La esperaremos —dijo la Ignis resignada.

Nate negó con la cabeza, ¿cómo se le había pasado por la mente semejante idea? Eso hubiese sido una total falta de respeto. Además, no quería saber qué escondía Nicky en su cuarto, y mucho menos quería que Bruno lo averiguase.

—¿Nathaniel?

No hizo falta girarse para averiguar de quien era esa voz. Se trataba de su padre, Ezequiel Calonge, pero, ¿qué hacía él en los pasillos del internado?

Los chicos lo miraron sin saber muy bien qué decir.

—¿Padre? —preguntó Nathaniel confuso.

—¿Se puede saber dónde te habías metido?

Su voz no sonaba preocupada, sino molesta.

—Estaba ayudando a Bruno con unas cosas.

Por primera vez a María no le importó en absoluto que no la mencionase a ella.

—Está bien. Tus alumnos te están esperando para una clase. No los hagas esperar más.

Nate miró a su padre sin saber muy bien qué decir.

—¿Qué haces aquí? —preguntó directamente.

—Soy el nuevo director del Morsteen —respondió sin excesivas ganas.

—¿Y Óscar? —interrumpió María contrariada.

¿Cuántos cambios de director iban a haber en estos meses? Esta gente no sabía organizarse...

—Ha sido declarado enemigo del régimen. Está en búsqueda —respondió Ezequiel de forma simple y seria.

Nate se encogió de hombros, no podía negar que la noticia no le alegrase en parte. Quitarse al profesor Quemada de encima era en cierto modo un gran alivio, pero tener a su padre de director sabía que no traería nada nuevo.

—Pero... —comenzó María.

—¿Es que no me habéis oído? ¡A clase!

No hizo falta que lo repitiese una vez más. Los tres se dirigieron al aula donde todos los alumnos aguardaban en silencio. 

Nate los miró algo asombrado. Había muchos más de los que se suponía que debían asistir. Casi podía afirmar que estaba el internado al completo y sin embargo todos esperaban en silencio, ¡qué extraño!, ¿qué estaba pasando? Trató de buscar a Nicky con la miraba, pero no logró encontrarla. Lo mejor sería impartir la clase con normalidad y reunirse con el resto al finalizar la clase.

Como no estaba concentrado mando a los alumnos hacer un trabajo por parejas mientras él iba dando vueltas por la clase, hasta que de pronto se percató de algo, ¿qué hacían Marco y Cesar en su clase?, ¿es que acaso lo estaban espiando?, ¿o quizá acosándolo? Con esos dos nunca se sabía.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó entre curioso y molesto.

—Baja la voz—pidió Marco—. Se supone que somos dos alumnos más.

Nate arqueó una ceja. ¿Dos alumnos más?, ¿por qué querrían volver a dar estas clases? Había que admitir que eran un coñazo. Él las disfrutaba muchísimo más desde que era profesor, y eso que tenía que aguantar a algún que otro inepto que no llegaría a nada.



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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