En el final del Noveno Nivel, la Sala del Trono, como era de esperarse Ludwig se encontraba sentado cómodamente en su trono sobre una plataforma elevada. A la distancia se presentaban cuatro seres arrodillados y con la frente en el suelo.
–Bueno, eso sería todo respecto al plan de los superiores y el contexto de la situación actual. –Terminó de hablar el niño y al darle fin a la reunión los cuatro seres levantaron sus cabezas. Se trataba de los cuatro Vigilantes de Área del Noveno Nivel, desde la perspectiva de Ludwig de derecha a izquierda iban: Nimra, Roxander Alegría Alemania, Lola y Autumn.
–Recuerden no decepcionar a nuestros Reyes Soberanos, ya pueden ir a cumplir su voluntad. –Con ese aplauso final tres de los cuatro Vigilantes de Área se pusieron de pie para marcharse de la Sala del Trono.
Junto al niño de nivel 100 se quedó Autumn, una joven alta y de piel morena. Una vez que sus compañeros salieron ella se puso de pie, pero su cabello verde brillante era tan largo que no se movió un centímetro de su posición en el suelo. –Estoy lista, Maestro Ludwig –habló la Dríada, sus ojos eran dorados y de su cabeza salían dos cuernos de cabra hechos de madera.
–Excelente, entonces no perdamos más tiempo. –Con cada minuto calculado Ludwig bajó de su trono para empezar a caminar a la pared a su izquierda, por detrás la siguió Autumn.
Los dos se detuvieron en frente de la negra pared que parecía absorber la luz, en ella se encontraban hechos murales con representaciones de la cultura maya. Pero lo que las personas normalmente ignorarían es que ese mural era el mecanismo para llegar al final del Castillo de Ydalir.
Metiendo su mano en el bolsillo el Maestro del Nivel sacó una llave dorada con una gema roja en su punta, este la colocó en el único agujero de la pared y la giró a un costado. La piedra preciosa de la llave perdió su color rojo para tornarse gris, este color se transformó en un líquido similar a la sangre que se expandió por senderos a lo largo del mural iluminándolo todo.
Al final de su recorrido el líquido llenó por completo el interior de un sol con rostro, este comenzó a dar vueltas sobre su propio eje y similar a un sistema de poleas la pared hecha de un material negro se abrió en dos. Del otro lado provenía un brillo resplandeciente y ambas creaciones del clan ingresaron a la Sala de Cesar.
El lugar era similar a un pequeño anfiteatro circular, todo hecho completamente de un cuarzo blanco y pulcro, cada elevación del anfiteatro tenía columnas y arcos del triunfo uno al lado del otro. En el centro del lugar yacía plantado un árbol enorme, era la representación de Autumn ya que ella es una Dríada.
Acompañando el sonido de la pared de piedra moviéndose unas figuras se asomaron de entre algunas columnas elevadas. –¡No sean desubicados! –gritó la líder del grupo–. El Maestro ha venido con una orden de nuestros Reyes Soberanos, así que bajen para saludar par de vagos.
La primera persona en saltar al suelo fue un joven adolescente, su cabello despeinado era de color castaño y ojos negro; pero eso último era un dato que Ludwig sabia porque en realidad los ojos del joven estaban tapados por una venda de tela negra con el símbolo de una palma abierta y un ojo en su centro.
Su nombre es Índex Suspiria y al cumplir el rol de daño físico del equipo tenía una ballesta de madera amarrada a su brazo derecho. Exista una gran variedad de materiales peculiares con los que uno podría fabricar una ballesta que no fueran madera, aunque esta no era una madera ordinaria, sino que se trataba de madera sacada del árbol Yggdrasil.
La altura de Ludwig era hasta los codos del joven, pero, aun así, este último se arrodilló para saludar. –Es una enorme y gratificante sorpresa tenerlo de regreso tan pronto en nuestra área Maestro, diga ¿Los Reyes Soberanos necesitan otra vez el Legado del Clan?
–Ese no es el caso Índex, esta vez ellos los llamaron a ustedes para cumplir una tarea en el exterior.
Al escuchar las palabras de su Maestro con apariencia de menor de edad el tirador no pudo evitar sobresaltarse exageradamente. El joven peli castaño se llevó una mano al pecho y levantó su vista al techo. –¡El exterior! Oh el maravilloso exterior, adoro este lugar, pero realmente tenía unas grandes ganas de salir a ver el exterior.
En contraste con esa sobreexcitada voz otra más apaciguada resonó. –Tampoco es para tanto, el exterior debe ser poca cosa. –Saltando desde varios metros de altura otro joven aterrizó al lado de su hermano. Ambos eran de la misma estatura solo que el segundo tenía cabello gris y ojos blancos, bueno en realidad tenía una venda de tela blanca rodeando sus ojos con un símbolo negro de una palma abierta y un dedo en su centro.
Se trataba de Codex Suspiria, quien cumple con el rol de daño mágico del equipo. –Bienvenido otra vez Maestro ¿Cuál es la misión que nos encomienda de los superiores? –quiso saber él con un tono de voz cansado y aburrido.
Emocionada por su primer trabajo Autumn levantó la mano como una alumna esperando el permiso de su profesor para hablar. –Oh, oh, oh ¿Yo puedo decirle Maestro? –Este último asintió con una mirada exasperada–. Vamos a salir a acabar con unos imbéciles que están molestando a nuestros creadores.
Índex empezó a hiperventilarse de la emoción. –No puede ser, de entre tantos habitantes en el castillo nos eligieron a nosotros. De seguro somos los indicados. –Parecía que estaba al borde de las lágrimas de felicidad.
–Bueno, supongo que fue algo al azar y nosotros salimos de casualidad. –Codex le dio poca importancia al asunto, parecía que estaba al borde de dormirse por el cansancio.
Ludwig movió de arriba a abajo su mano. –Digamos que fue una mezcla de ambas cosas. –Esos dos hermanos pertenecían a la raza nórdica de los Vanir y como tal los iris de sus ojos deberian parecer flores, aunque estaban vendados. Su Maestro no tenía un odio especifico hacia esa especie, pero si le molestaba un poco tener que lidiar con los miembros de este grupo. De todas formas él lo soportaba gustoso porque así fue como Archiduc981 quiso que se comportaran.
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Editado: 07.09.2023