El vuelo a Londres, fue de lo más tranquilo, la única sorpresa que Alma recibió cuando arribaron, fue que Nico solicitó que no embarcaran la maleta que la joven planeó llevar con ella, ya que él tenía lista otra maleta para su querida amiga, Alma no estaba con ánimos de discutir porque se sentía muy cansada del vuelo.
La castaña agradeció el hecho de llevar su abrigo a la mano porque de haberlo dejado en la maleta se hubiera muerto de frío con el cruel inverno de The Big Smoke, sobrenombre de Londres, que recordó haberlo leído en algún lugar.
Cuando llegaron al hotel y fueron ubicados en sus respectivas habitaciones, Alma al abrir la maleta se encontró con varias prendas que no encajaban con su forma de vestir, estos eran vestidos largos de gala, blusas de seda, faldas tubo y pantalones de vestir con blazers que combinaban perfectamente, además de unos cuantos jeans, varias blusas simples de algodón y algunos abrigos de lana de cuello alto, además de unos cuantos pares de zapatos de tacón y unos botines; todo el vestuario era de su talla y no como los que dejó en Nueva York que eran dos o tres tallas más grandes.
Buscó alguna prenda para dormir y se encontró con un pijama sexy, compuesto por un corpiño de encaje con tiras y una braguita diminuta de hilo dental, la cogió haciendo pinzas con ambas manos y la observó detenidamente, preguntándose que donde creía Nico que podría llegar a usar algo así; siguió buscando y encontró otro conjunto de pijama, este era un poco más recatado, era una blusita de tiras con un pequeño short, ambos de algodón.
Dejó de lado todas las prendas y buscó lencería que usar, se encontró solo con conjuntos de sujetadores y bragas de encaje, resignada a su suerte, tomó un conjunto de ropa interior, un jean y una de las blusas más sencillas que encontró; se metió al baño y se aseó, concluida su labor, salió a buscar un neceser en donde había visto una secadora para el cabello; cuando estaba terminando de peinarse fue interrumpida por unos golpes en la puerta.
Al abrir, se encontró con su amigo que llevaba una caja en sus manos.
—Pero que preciosa, mi castañita —saludó Nico, dando un beso en ambas mejillas a la joven—, al parecer te gustó mi sorpresa —comentó, muy alegre y entrando en la estancia.
—Se puede saber cuándo decidiste hacer todo esto —cuestionó Alma con el ceño fruncido—, en el aeropuerto no te dije nada porque no me encontraba con ánimos para discutir, pero ahora sí que me vas a explicar que estabas pensando —concluyó, cruzando los brazos delante de su pecho.
Nico sonrió antes de contestar y acercó la caja a ella.
—Primero abre esto —ordenó el rubio, sin dejar de sonreír, adorando el malestar de su amiga.
Alma cogió la caja a regañadientes y procedió a abrir el paquete, en ella encontró un abrigo largo de cachemira, era lana de cabra exclusiva y muy cara, iba a negarse a recibir la prenda, cuando Nico se adelantó a sus protestas.
—Nada de querer devolverlo, todo lo que tienes aquí es para ti, por si no te has dado cuenta, estás en las ligas mayores y no puedes andar vestida como una simple asistente ejecutiva, bueno ex asistente —corrigió el rubio—, además deberías de haberlo esperado, te dije que no me daría por vencido con la renovación de tu guardarropa —explicó, cogiendo el abrigo y colocándolo sobre los hombros de la joven que estaba estupefacta que no sabía que decir.
—Pero todo esto es demasiado —expuso Alma, haciendo el ademán de quitarse el abrigo.
—No, hermanita, nada es demasiado para ti, te mereces todo esto y más, ya has hecho demasiado, ya te has sacrificado lo necesario, ahora es momento en que vivas, mira qué, y lo vuelvo a repetir, nadie sabe cuándo se puede morir —declaró Nico, cogiendo las manos de su amiga—, ahora, es el momento adecuado para que veas por ti y solo por ti, toma lo quieres y deseas, solo se vive una vez, mi castañita —concluyó, alzando la barbilla de la joven que comenzaba a derramar algunas lágrimas.
Nico la miró de manera tierna, la quería tanto que era capaz de dar cualquier cosa por ella, era su hermana, era su familia y deseaba que fuera feliz, años atrás la había dejado hacer lo que ella creía lo mejor para sí misma, pero no era algo que le había gustado, había visto cómo su castañita se iba marchitando cada día más, los días pasaban para ella de manera automática, para Nico, Alma era una ancianita en el cuerpo de una joven hermosa y ahora, la visto florecer como una hermoso y exótico capullo, agradecía al accidente que le había hecho volver a nacer, para Nico ese incidente fue una manera de anular la muerte en vida que Alma vivía.
Alma ya no daba más y comenzó a llorar de nuevo, se había olvidado de eso por varios días, estaba agradecida de seguir viva y cumplir los ítems de su lista, pero estaba agotada y un poco desesperada, necesitaba hablar, necesitaba desahogarse, sentía que en cualquier momento podría llegar a explotar, como cuando tenías aquellos ataques de dolor de cabeza que siempre la acompañaban.
—¡Ya no puedo más! —expresó Alma, a lágrima suelta—. Deja de decir que nadie sabe cuándo se puede morir, pues sabes qué, te tengo una noticia —habló, cansada de siempre oír lo mismo de su amigo—, ¡yo si lo sé! —gritó, desesperada—. Yo si lo sé, Nico y no me agrada saberlo, me hubiera gustado mantenerme ignorante sobre tema porque no hace mucha diferencia a pesar de mis esfuerzos, igual la fecha está impuesta —explicó, volviendo a llorar.