La Llamada de Marcel

Capítulo 6: Tres Cazadores

Esa mañana, justo después de ver a la criatura huir en la espesura, Alex supo que la bestia podía sangrar.

<<Si sangra, puede ser lastimada y por la tanto morir, ¿no?>>. Reflexionó mientras apartaba los pequeños matojos que encontraba en el camino. Gotas de negra sangre manchaban algunos de ellos.

Cierto que había herido al monstruso ser casi por accidente y si, definitivamente era muy probable que no estuviese muy contenta con el en este instante, pero ¿quién tenia tiempo para detenerse en esos detalles?.

El rastro de sangre le llevaba de vuelta al corazón del bosque, eso al menos era un avance. Palpó su bolsillo y descubrió que había dejado atrás su brújula, eso le desanimó; luego notó que tampoco llevaba su chaqueta, ni su mochila o la linterna... había dejado casi todo atrás. Eso estuvo a punto de derrotarlo.
<<Bueno, ahora es definitivo... o lo mato, o me mata ¡o me muero de hambre!...>>

El rastro se espaciaba cada vez más y la sangre era menor en cantidad. <<¿Estás dejando de sangrar?>> Alex no vio eso como algo especialmente positivo.

Al menos aun conservaba su cuchillo. Durante años estuvo oculto de la atenta mirada de su abuela, sabía que evidentemente no le haría gracia saber que tenía algo tan peligroso. La verdad Alex nunca pensó en usarlo, sólo lo conservaba como recuerdo. 
Igual que la botella. Curiosamente la estatuilla del arcángel es lo único que había levantado del suelo. Por alguna razón le aliviaba saber que aún la conservaba. Sentía que era irreemplazable.

Aun quedaba un poco, no mucho, no llenaría ni siquiera una de las pequeñas tazas de café que su abuela tenia en el recibidor. Pero era algo.

Alex entonces se detuvo, no encontraba mas sangre. Miró en todas direcciones pero nada. No había ni rastro de la criatura ni el camino que había seguido.

Debía concentrarse... entonces escuchó el río. Estaba mas adelante y por su rugido dedujo que no era el mismo que viese, varias veces, el día anterior.
Cruzó entre algunos nogales y allí estaba. Una quebrada, no muy ancha pero si caudalosa.

<<Si esta cosa cruzó, yo tengo que hacerlo también...>>

Vadearlo era imposible, pero unos metros mas arriba, en un recodo, encontró los restos de un viejo árbol que le podría servir de puente. Al menos una parte.
Con mucha precaución Alex comenzó a cruzar el puente natural. Llegaba a pocos metros de la otra orillas antes que la copa se hundiera en el agua, pero tendría que bastar.
Durante unos minutos y conteniendo la respiración casi todo el camino, Alex consiguió llegar al otro extremo, decidió no pensarlo mucho y sencillamente se arrojó a las frías aguas. 
Casi inmediatamente sintió como la fuerza del río amenazaba con arrastrarlo hasta el mar. Durante unos segundos angustiantes Alex sintió que moriría ahogado, pero aún así conservó la cabeza y se dejo arrastrar a la otra orilla, unos diez metros después del árbol caido.
<<Fácil > > se dijo con ironía, mientras titiritaba de frío.

Entonces se dio cuenta del error que había cometido.
Ya no tenia ninguna referencia de donde estaba, no podría regresar y no sabia donde había ido la criatura.

<<Idiota>> se dijo, ahora con cierta desesperación, mientras las nauseas comenzaban a invadirlo de nuevo...

De nuevo...

Esa primera noche, frente al bosque, el malestar contínuo desde ayer hasta que... hasta que la noche anterior.
Alex miró su cuchillo.

Y entendió lo que la criatura estaba haciendo.

Durante años Alex usaba su coraza para desviar la atención de la gente sobre su persona. La criatura hacia algo similar. Guiar o alejar... muy lista.
Alex empuño el cuchillo con mas fuerza. Ignoraría a su cuerpo. Ignoraría a sus sentidos gritándole que diera la vuelta, esa sensación le guiaba como un faro, un desagradable faro.

Durante los años veinte, en el apogeo de la ley seca la mafia local de Boston construyó la pequeña bodega clandestina.
Estaba construida para resistir, no podían permitir que el licor que entraba ilegalmente por Candle Cove se dañase, Boston era el destino final y los hombres que vivían allí custodiando la valiosa mercancía, decenas de barriles provenientes del caribe cargados con el mejor ron cubano, darían su vida por protegerlo. Fuertemente armados no había forma que la ley los alcanzara sin causarle bajas... 
Pero no fue la ley lo que cayó sobre ellos.
No tuvieron oportunidad. Esa noche despertaron por los gritos del vigía y vieron a la criatura desgarrando su garganta.
En ese instante perdieron la cabeza.
Corrieron al bosque, pero no pudieron encontrar el camino. Sus colegas, al ir a por la mercancía semanas después tampoco encontrarían nunca la cabaña.
Niños desaparecidos en Boston, Plymouth y claro, Candle Cove... tanto terreno... era obvio que nadie lo notó a tiempo... ni siquiera quienes durante años se habían dedicado a cazarle.

Y el lugar era perfecto. Más que una bodega era un depósito de concreto de unos nueve metros cuadrados, donde se apilaban los barriles... ahora en ellos otro era el relleno. Uno mas apetitoso para él.

Alex, con dificultad debido a las nauseas llegó al claro donde se encontraba la construcción. Era antigua y quizá, desde el aire, podría fácilmente ser tomada por una roca.
<<Sobre todo si el piloto es obligado a no mirar aquí > >

La criatura no estaba allí. Lo sentía en los huesos, pero también sentía la urgencia de la bestia por alejarle. Y tuvo la sospecha de que es lo que podría estar dentro.
Empujó con delicadeza la puerta, no estaba especialmente vacía... Había un cuerpo allí, a medio consumir. Alex sintió como sus piernas flaqueban, pero no podía darse ese lujo. No podía siquiera permitirse sentir náuseas o miedo o el sería el próximo. Cómo pudo tomó una lona vieja y cubrió le cuerpo. Un prendedor estaba en la chaqueta de los restos. Una O con una X roja en medio. Ya la había visto antes, pero no era momento de recordar dónde.



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En el texto hay: misterio, lucha, primigenios

Editado: 05.08.2022

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