La Llamada de Marcel

Capítulo 7: Tres Presas

El jóven agente estaba sentado en la puerta abierta del helicóptero. Había volado cientos de veces pero esa vez se sentía indispuesto, además ¿qué caso tiene volver al cielo?.

<<Todo por el engendro de una bruja>>

Jackson, agente de nuevo cuño de la Oficina... había sido reclutado recientemente.
Hacia tres meses trabajaba en un departamento normal en el FBI, perseguía a secuestradores y eso estaba bien.

Pero ese bastardo... Ese último caso.

El demente habia tomado como rehenes a toda una familia, una familia normal. Decente. Humana, maldita sea.
Y los había hecho sufrir. Mucho.

El y su compañero entraron al departamento. Habían escuchado rumores. Le habían seguido la pista. Hicieron lo que debían para capturar a un sicópata esquizofrénico que creía en serio que sus acciones le darían poder, un poder que no existía, no debía existir.
Pero existía. El cadáver de su compañero era prueba de ello.
Jackson llevaría cicatrices en su cuerpo de por vida que atestiguarían que ese poder existía.

El piloto hizo la señal acostumbrada. Descenderían. Morris no estaría conforme, querría complacer a su amiga de la Troyes. ¿Habrían dormido juntos? Posiblemente.
Era demasiado ingenuo... el mundo no podía funcionar como el parecía predicar, como los imbéciles de la Troyes lo hacían funcionar. Eso no estaba bien.
En ese momento pudo verlo. Fue repentino. Un fugaz destello rojizo. Había fuego allí abajo.

Alex estaba por llegar al río, no podría aguantar demasiado. Empuñaba la botella y el cuchillo. Eran todo lo que le quedaba.

Y en entonces sintió un golpe terrible, en plena espalda. Le había alcanzado.

Alex voló mas que caer, sentia un frío aterrador en la espalda donde las garras habían lacerado su piel.
El cuchillo y la botella estaban en el suelo frente a el...
La bestia lo levantó con facilidad y lo golpeo contra un árbol. Quería susurrarle miedos infinitos, quería oírle gritar... se alimentaria de él hasta dejarle seco. Pero el niño apretó los dientes... no gritaría, no le daría ese gusto.

Alex vio las fauces abrirse y acercarse lentamente.

Y entonces Alex escupió en ellas el contenido de la botella con que segundos antes habia llenado sus mejillas.

Frances acababa de cruzar el río, podía oír el helicoptero descender a menos de un kilómetro y se disponía a correr allí, esperaba que hubiesen encontrado a Alex ...
Pero el rugido, el alarido bestial a pocos metros a su derecha le hicieron cambiar de idea.

Alex estaba boqueando... en el suelo buscaba a tientas el cuchillo. La criatura se retorcía pero seguía con vida. En su larga vida jamás había sentido dolor de esta magnitud... solo dos veces habia sido herida y ambas fueron por el mismo niño.
En su larga vida jamás había sentido tanto odio.
Apenas podía sentir el olor del chico, pero se abalanzó sobre el.

Alex había oído el helicóptero, sabia que ya habrian encontrado a la chica. Por mas que buscó no encontró el cuchillo, sus dedos se cerraron en la botella. El arcángel Miguel. El ángel guardian.

Se preparó para recibir el ultimo golpe... había perdido tanta sangre que daba igual. Se enfrentaba a la muerte con una sonrisa.

La criatura se arrastraba hacia el, casi sentía su odio atravesarle. Aferró la botella.

Pero la criatura se detuvo en seco.

Una figura alta y atlética pasó despacio sobre Alex, era una figura femenina claramente. Y la criatura sintió otra cosa nueva esa noche.

Sintió pánico.

La tela se deslizó suavemente sobre el largo sable que Frances portaba. Una Nōdachi, un largo sable similar a una katana, su empuñadura era de unos treinta centímetros y la hoja alcanzaba casi un metro.
Frances, sin embargo, parecía ser capaz de manejarla con una sola mano sin dificultad; desenvainó suavemente y colocó la vaina en su cinturón, que parecía estar preparado para ello.

La mujer se inclino grácilmente, poniendo todo su peso en su pierna derecha y extendiendo la izquierda que apenas tocaba el suelo. Tomando la empuñadura con ambas manos levantó la hoja, así tenía la espada extendida desde su rostro, con la empuñadura del lado derecho de su cabeza.

Alex sintió que pasaron años, siglos antes que la criatura, lanzándose a la izquierda tratase de atacar a la mujer por su lado desprotegido. 
Apenas pudo ver lo que pasó luego.

El corte fue poderoso, Frances giro hacia la derecha y cortando desde abajo trazó un arco ascendente que literalmente rebanó en dos a la criatura.
Ambos trozos cayeron limpiamente mientras Frances envainaba suavemente su espada.

- ¿Tía Sissy?... eres, ¿eres tú?- Alex sentía frío y un latido muy profundo en su espalda.

Antes de responder Frances empuñó el revolver y disparó tres veces al aire.

- Alex... - Frances se inclinó a su lado - Hace tiempo ¿eh?
La mujer sonreía, pero era evidente que estaba por llorar. Le revisaba las heridas, pero no se atrevía a moverlo.

Alex sonrió... 
- Se honesta por favor, en una escala del uno al diez... ¿qué tantos problemas tengo con mi abuela?.

- Once...

Ambos simplemente rieron.

El helicóptero volvio al poco rato, acababan de dejar a Stella con Morris y Sylvia y ya habían pedido una ambulancia para ella.

Las heridas de Alex sin embargo le obligaron a viajar directamente al hospital. Cuando llegó había perdido mucha sangre.
Le tomó varias horas despertar luego de un largo proceso de suturacion. La espalda tenía tres profundos cortes desde el hombro hasta la cintura.

- Y fuiste afortunado - le dijo Frances apenas despertó - Y muy listo también. Lo del agua bendita... me quito el sombrero.

Alex había pasado largo rato contándole su aventura en el bosque y, si bien trató de ser modesto, no pudo evitar sentir algo de orgullo que Frances, por otro lado, no tardó en detectar.

- Sería una gran historia sobre tus vacaciones - comentó Frances con una sonrisa

- Sí... si alguien la creyera... terminarían tildandome de embustero o loco. No me atrae ninguna opción, gracias.



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En el texto hay: misterio, lucha, primigenios

Editado: 05.08.2022

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