La llave

Capítulo 3

Llegó a casa como todos los días, rondando las 2:30 de la tarde. Su mochila se sentía tan pesada que no dudó en dejarla caer cuando estuvo en su habitación.

        —¿Cómo te fue? —preguntó su mamá cuando bajó a la cocina.

        —Bien —contestó ella, distraída por los platos que estaba lavando.

        —¿Mucha tarea?

        —No realmente; debo forrar libros y organizar libretas.

        —Entiendo… —Su mamá siguió picando cilantro, mientras Alexandra terminaba de lavar; ambas en silencio.

        A Alexandra le gustaban esos silencios con su madre; no le molestaba no tener de que hablar con ella, porque sentía que no era necesario. A veces era mejor no decir nada.

        —¿Qué vamos a comer? —Su hermana llegó a la cocina luego de limpiar la mesa.

        —Salmón y espagueti.

        —¿Otra vez?

        —Si —respondió su mamá con disgusto.

        Alexandra no estuvo escuchando la conversación durante un rato; prestó atención a lo que hacían sus manos con el cuchillo y el limón. Su encargo de diario era preparar agua de fruta para la comida, y le gustaba hacerlo, pero le ponía mucho cuidado.

        Había leído en un libro que el agua sentía el corazón de las personas, porque ellas estaban hechas de ella y podían sintonizarse entre sí. Que si lo hacías enojado iba a saber amarga, y si lo hacías con tristeza no tendría sabor. Así que siempre procuraba ser feliz cuando realizaba su labor.

        —El domingo es tu cumpleaños —dijo su papá cuando ya estaban todos sentados y comiendo.

        Alexandra no miró a su papá, pero asintió. No le gustaba el rumbo de la conversación. No le gustaba su cumpleaños.

        —¿Y si hacemos una comida el domingo de la siguiente semana? Dijo tu abuelita que estaba bien hacerlo en la granja.

        —Sí. —A pesar de todo Alexandra sonrió—. Está bien así.

        Siguieron comiendo, tranquilamente y sin tocar el tema. Cuando sus padres se fueron a trabajar, Alexandra y su hermana recogieron los platos, y luego de unos instantes comenzó a hacer la tarea.

        Su quehacer rutinario y el estudio la liberaron de los pensamientos, pero al finalizar el día y llegar la noche, su cumpleaños remontó a su mente.

        Pensó en lo que iba significar entrar a la adolescencia; todo se resumía en una sola palabra: “responsabilidad”. Pero no tenía miedo de crecer, sino de llegar a esa edad…

        Estando en la orilla de la cama miró sus manos; sus uñas estaban cortas y las hacían ver rellenitas. Suspiró, queriendo desviar su atención hacia el color con el que las pintaría, pero no pudo evitar recordar. Se recostó, intentando no pensar en sus cumpleaños anteriores, pero no lo evitaba.

        No recordaba bien, porque luego de levantarse se le olvidaba casi todo, pero sabía que era importante. Sabía que aún quedaban años para que llegara, pero el aproximarse lentamente la hacía temer, aunque no sabía porque.

Decidió dormir y esperar. Quizá esta vez la pesadilla no volviera.



#3204 en Paranormal
#1013 en Mística
#23847 en Fantasía

En el texto hay: vampiros, magia, fantasia y aventura

Editado: 27.06.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.