Parte 1
Tiempo:
3:10 pm, 16 de abril de 2002
Lugar:
Océano de Romilna
Zoey Viquery estaba con su cabeza fuera del barco.
Se agarraba con fuerza del barandal del barco y su prima estaba parada a su lado, restregando su espalda suavemente. Su rostro, blanco de costumbre, ahora estaba totalmente pálido. La niña se tumbó nuevamente apoyando su estómago en el barandal al igual que sus manos y volvió a vomitar. No puedo más por Narelam que alguien pare esta cosa, pensó la niña cerrando sus ojos con fuerza para no sentir el vaivén del barco.
—¡¿Por qué no compraste un avión, en vez de este barco, Deymon?! ¡Por todos los espíritus! —gritó la niña mirando hacia la cabina del medio del barco donde estaban Deymon y Lanss, todos empezaron a reír y Zoey tuvo que volver a voltearse y mirar hacia el picado mar para continuar con su malestar. Era la primera vez que todos volvían a reír, un atisbo de horribles pensamientos pasó por la cabeza de Zoey como si fuera una estrella fugaz, y después simplemente. Desaparecieron.
¿Por qué todavía no había llorado por Efraín? Sí, recordaba haberse desmayado. Pero casi lo mismo le había sucedido con... No quería recordarla. Pero los recuerdos la invadían, todavía seguía extrañando su madre a pesar de que el tiempo pasaba. Parecía que cada día la extrañaba más y más. Era cierto que había derramado lágrimas por ella... ¿A caso no sentía nada por la pérdida de Efraín? ¿A caso no se había relacionado bien con él? A lo mejor nunca me pareció atractivo ni interesante y solamente quería tener algo como lo que tenían Aboran y Lanss. Ella negó con su cabeza. Sí, había sentido aquel sentimiento que la hacía sonreír y acelerar su corazón cuando estaba con él, entonces ¿Por qué no lloró su muerte? Tal vez... Ella solamente era así.
Volvió a levantar su corto cabello y se fijó en horizonte.
—¿Cuánto tiempo queda para que lleguemos? —susurró Zoey a Aboran.
—Zoey quiere saber ¿Cuánto falta?
—Poco tiempo. Unas tres horas. Llegaremos al atardecer —contestó Deymon. Zoey se metió adentro de la cabina, parecía que no solamente sus vómitos se habían calmado, si no que el océano también.
—Tengo que hablarles sobre ellos —dijo Deymon soltando el timón y entregándoselo a Lanss, que mucha idea no tenía de navegar. Pero el chico había insistido en que quería aprender.
Aboran, Zoey y Deymon se sentaron a un costado de la pequeña cabina y tras un parpadeó del anciano de cabello blanco y fijarse en sus escritos en el brazo comenzó a contarles que eran el credo de los inquisidores.
—El credo data de antes de que yo naciera, creo que cerca de quinientos años —comenzó a explicar Deymon.
—¿De hay alguien más viejo que tú? —preguntó Aboran soltando una risa, Zoey también se rio. Deymon revolvió sus pupilas y sonrió, aclaró su garganta y prosiguió con el relato:
—Son unos caballeros de armadura plateada, se dedican a acabar con civilización llamados la Kabary. Qué casualmente es a dónde nos dirigimos.
—¿Por qué cazan a personas de una pobre civilización pequeña? —preguntó Aboran. Deymon se encogió de hombros.
—Realmente no tengo mucha idea de por qué los buscan, están del lado del continente Ranmer —mencionó Deymon—, en una de las once naciones. Tampoco recuerdo en cual.
—¿Y por qué nos buscan a nosotros? —dijo Aboran—, ¿Qué hicimos?
—Es por qué uno de nosotros cuatro es un Kabary —añadió Lanss sin dejar de agarrar el timón.
—¿Qué? —dijeron las dos chicas bastante sorprendidas. Deymon asintió.
—Y si logramos descartar a varios.... —expresó Lanss—. Los caballeros pensaron que yo era un Kabary por mi espada. Así que eso me saca automáticamente de la ecuación. Piensen un segundo y veamos en qué momento decidieron atacar, es posible que pudieran tener cualquier día desde hace varios meses. Pero... ¿Por qué ahora?
—¿El Kabary es Deymon? —preguntó Zoey algo pensativa. Lanss negó con su cabeza.
—Podrían haberlo buscado en cualquier momento... —dijo Lanss—, ¿Algo raro que hayamos hecho en los últimos días, además de todos los acontecimientos?
—La piedra violeta... —susurró Aboran—, las últimas veces que Zoey vió a través de la piedra los alertamos. Y ya que Zoey es la única que puede verlo...
—Eso te convierte en... —añadió Lanss.
—¿Una Kabary? —preguntó Zoey quién había arqueado una ceja y miraba con extrañeza a Deymon. No, ella no podía ser parte de una tribu que estaba condenada a ser cazada. Sus padres nunca habían mencionado tal cosa, ¿Qué tendría que hacer ahora? ¿Huir por todo el mundo durante sus siguientes setenta años?
Zoey negó con su cabeza lentamente. Deymon asintió, soltando un suspiro casi inmediatamente.
—Tienen razón —expresó Deymon mirando a Zoey seriamente.
—Pero... es imposible. Yo no soy una Kabary —contestó Zoey—, no voy a poder vivir siendo buscada toda mi vida —sus ojos estaban a punto brillar por los repentinos atisbos de lágrimas que aparecían en sus parpados —. ¿Cómo voy a hacer para vivir tranquilamente el día de mañana? ¿Cómo sucedió esto? —expresó mirando repetidas veces a las tres personas que estaban allí.