–Y como seguís? es decir, después de todo eso– Me pregunto Eli tratando de sonar lo menos sarcástica.
–Bien, ahora mejor.– Odio que me pregunten como estoy. Obvio que no estuve bien, y obvio que no fue fácil, para nadie lo fue y no lo será nunca.
–Bueno, como veo que no te apetece hablar de esto, te comento que una de mis amigas te echo el ojo y me pregunto por vos.– Me dijo mientras golpeaba con una rama uno de los arboles.
–Pero obvio que le dije que eras totalmente mío, y muy pequeño para ella.–
Y si, muchas de sus amigas querían salir con migo, pero nadie sabía que no tenía la edad que aparentaba y me dolía mas tener que admitir que muchas de ellas eran mi tipo, pero la edad siempre me llevaba en contra.
–Sabes que no quiero estar con nadie.– Balbuceo antes de tropezarme con lo que parecía ser una cajita de metal.
–Y me podes decir a donde vamos? Que construiste una casita en el medio del bosque? Ahora sos Cenicienta?– pregunte en tono burlón.
–Es Blancanieves nene. Y no, solo que escuche rumores de que cosas pasan en este bosque y quería venir con alguien a quien si le diera miedo.–
Y si, parecía valiente pero no lo era, tenía miedo muchas veces y a muchas cosa, tenía vergüenza de hablar en público, con alguna chica, pedir algo a alguien que no conocía, entre otras cosas. Y muchos me preguntan:
¿Pero si haces teatro, como tenes vergüenza?
Pero que haga teatro no quiere decir que no tenga vergüenza cuando tengo que hacer algo que no sea en equipo.
–Bueno, gracias por ser tan amable con migo– Levantando la caja y sacudiéndola, mire como se formo una pequeña sonrisa en su rostro.
–Sabes que eso, puede ser algún ritual de alguna bruja, o a algún espíritu?–
Solté la caja sacudiendo mis manos, histérico, asqueado tal vez.
Agarro la caja y la intento abrir, pero esta estaba totalmente cerrada, con un pequeño candado y después se la guardo en su bolsillo.
–Que decís que hay adentro?Yo creo que hay cabello, arroz, esas cosas asquerosas que ponen en los rituales.–
Me decía mientras sacudía la cajita frente a mi cara, logrando escuchar como algo golpeaba las paredes de esta.
–No se ni me interesa saber, sigamos ¿Queres?–.
Ya se estaba haciendo de tarde, lo que me decía que habíamos estado toda la mañana caminando, y que estábamos muy lejos de la casa. Pero decirle para volver me dejaría en una posición aun más de cobarde.
Ahora había que aguantársela.
Y sabia que Eli no tenía miedo de nada, ya que ella prácticamente vivía dentro de este bosque, podía caminar por este con los ojos cerrados.
Y gracias a esto sabia que me estaba llevando al único pueblo cercano, a comprar todo lo que necesitábamos para la casa, y cosas que la Tía necesitaba en la cocina.
Habían mas maneras de llegar sin tener que pasar por el bosque?
Obvio que sí, pero complicarme la vida era mucho más divertido que solo caminar por la ruta que te dejaba justo en la entrada de este.
–¿Sabes que hay muchos mitos en este bosque? Unos dicen que anteriormente este lugar era un pueblo escondido, por eso podes encontrarte con cualquier cosa enterrada. Además dicen que los espíritus eligen sus presas, pero no cualquiera–Dijo frenando en seco, como si algo la asustara.
–Si si, no tengo ni un poquito de interés en saber a quienes. No me apetece estar más asustado de lo que estoy siendo que es pleno día.– Intente hacer que camine pero no dio señal de que se movería, así que la rodié y seguí caminando, ya estábamos muy cerca de llegar.
–Eligen personas que empiezan con la letra B, y terminan en… BRUNO!– Dijo saltando sobre mí, dándome un susto de aquellos. Si no fuera por mi plena salud, ahora no contaría la historia.
–Ja ja graciosa sos, sabias?– Dije sacudiendo los jeans negros que ahora estaban manchados por valla uno a saber de qué.
–Bueno, bueno, señor serio. Ya estamos llegando así que para hacer más rápido y no cruzarnos con nadie, vos te vas a ir a buscar las cosas que necesitas para arreglar la casa, y yo me voy a comprar para la comida. Cualquier cosa anda a casa solo, sabes cómo llegar.–
–Pero porque tengo que volver solo? Vos que vas a hacer?– Eran estos los momentos en los que me arrepentía de no tener a mano el celular o un mísero mapa en caso de perderme.
–Puede que me encuentre con algunos de mis amigos, y nos quedemos a tomar por ahí. Mamá ya sabe así que no vas a tener que dar escusas po mi.–
Maldita sea el momento en que acepte venir a una casa con dos mujeres que viven en peleas, y la comunicación no existe.
–Okay, Okay.– Pude ver como saludo con su mano y salió corriendo. Ahora éramos solo mi intuición y yo.
Pero seguí caminando hasta que pude visualizar la carretera, mientras que por esta recorría una camioneta, la cual sería mi salvación para llegar a mí destino sin perderme en el intento.
Así que la seguí lo más rápido que pude, corría detrás de esta, y me sentía un hombre lobo tratando de alcanzar a su presa, como en esas películas como la de Crepúsculo o Lobo adolecente.
Esas típicas películas donde el personaje principal es un chico común y corriente y descubre que es hombre lobo o es mordido por uno y tiene que luchar contra vampiros para proteger al amor de su vida.
Y bueno algo así era esta situación, sacando que no estaba luchando con ningún vampiro y meno que quería proteger al amor de mi vida, el cual no veía la hora de conocer.
Y mientras corría pesaba en como el destino había sido con migo, ya que siempre quise conocer esa persona que esté a mi lado en todo momento, ya sea un mejor amigo, o hasta una novia. Pero este decidió darme un hermano, y quitármelo. Mostrándome que la vida no es tan fácil, y que si queremos algo, teníamos que luchar por eso.
Pero volviendo a la realidad pude ver un kiosco lo que me indico que ya estaba llegando, así que decidí ir más despacio, correr no era lo mío y nunca lo sería.
Por eso siempre decía “Bruno, si estuvieran en un apocalipsis, serias el primero en morir”.
Y cuando estaba llegando a un de los restaurantes que era uno de los únicos lugares abiertos, me acerque a el mostrador, consultando por alguna ferretería.