La Loca Esa (novela Cristiana)

16. Peticiones

"Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor."

Colosenses 3:23-24

Colosenses 3:23-24

— ¡Pero papá...!

— ¡Nada de "peros" jovencita! Eres una niña, no puedes decidir algo tan importante como eso por ti sola — el pastor Cooper paso sus manos por su canoso cabello, la mayoría de esas canas eran cortesía de la menor de sus hijas, quien se empeñaba en hacer todo lo contrario a lo que él le había enseñado —. Ve a la universidad, hija, no puedes vivir esperando a que ese fantasioso sueño tuyo se cumpla — el pastor Cooper se relamió los labios, mirando fijamente a los ojos de su hija — ¿Por qué no puedes ser como Elizabeth? Ella estudió, luego fue a la universidad, se casó y ahora tiene un bebé, ¿Acaso no quieres eso? Una vida sencilla y bonita.

Elizabeth siempre jugaba según las reglas, se graduó de la escuela y casi al instante obtuvo su título en contabilidad, desde pequeña Elizabeth demostró un gran deseo por una vida sencilla y tranquila de ama de casa, desde la adolescencia le pedía a Dios por un esposo y una familia. Predeciblemente se casó con el primer novio que tuvo, aquel chico guapo y exitoso que volvía locas a las otras chicas, ahora pasaba sus días cuidando de su hogar y su hijo, mientras su esposo salía todos los días a trabajar. Para Bri, Elizabeth había nacido con el único propósito de servir, Bri sabía que esa era buena virtud, pero ella no podía imaginarse asi misma viviendo aquello, le parecía una pesadilla aquella idea de la "típica familia valeriana", realmente odiaba la idea. Bri arrugó la nariz al imaginarse asi misma siendo madre, casi le da nauseas de solo pensarlo y deseaba arrancarse las trompas de Falopio sin anestesia.

Desde la adolescencia, Elizabeth ya parecía una ama de casa treintañera, pasaba sus días leyendo la Biblia y aprendiendo a cocinar, con unos pantalones anchos y desgastados, y una aburrida coleta de caballo, puede que ahora fuera la típica ama de casa que se ve bien, ¡Incluso en su parto estaba maquillada! Pero le parecía tan aburrida esa vida, tanto que Bri se juró asi misma: "Voy a triunfar, no me importa lo que diga mi padre o mis hermanos, seré una estrella". El pastor Cooper casi pudo leer sus pensamientos.

Bri sintió la rabia crecer en sus venas.

— ¡No quiero terminar como la "señorita perfecta"! — respondió Bri casi indignada — ¡Quiero vivir una vida feliz! ¡No en la absurda monotonía del matrimonio!

— No te estoy pudiendo que te cases ahora, lo único que te pido es que estudies, hija, consigue un trabajo, después de eso...— el pastor Cooper se encogió de hombros —, ¿Quién sabe? A lo mejor ya habrás superado aquél sueño e incluso si aún tienes ese sueño tú misma puedes pagarlo con tú propio dinero.

— ¡Pero papá! ¡En el escenario me siento viva! Me siento feliz ¡Tú mismo viste como lo hice de bien! ¡Incluso Mitchell lo hizo bien!

El pastor Cooper observó a Mitchell por el rabillo del ojo.

— ¡No me metan en su discusión! Yo quiero estudiar — Mitchell rápidamente siguió leyendo su libro, fingiendo que nada estaba pasando.

— ¡Ves! ¡Hasta Mitchell sabe que estudiar es algo primordial! 

— ¡No ayudes tanto, mal primo! — se quejo Bri.

— Lo que quiero decir, cariño, es que necesitas pensar en tu futuro, ¡Ser actor es algo muy difícil! Fingir emociones no es algo fácil, muchos actores tienen problemas mentales por eso, además, el mundo de la actuación es muy difícil, muy cruel, lleno de excesos y pecados, ¿Enserió quieres exponerte a un ambiente tan malo? Recuerda que muchas organizaciones secretas son parte de ese mundo, incluyendo redes de pedofilia y trata de personas, ¡UML tiene cientos de sedes allí! ¿Quieres terminar siendo una esclava de Un Mundo Libre? — Bri negó, con el tiroteo fue más que suficiente como para que Bri no quisiera nada que ver con UML, nada que no fuera declarar en la ONU contra UML, todo con tal de encarcelar a tan crueles personas —. No quiero que algo malo te suceda, Bri. 

Bri se encogió de hombros.

— Correré el riesgo —  Bri seguía siendo obstinada. 

El pastor Cooper quiso abrir la cabeza de su hija y descubrir en qué estaba pensando como para tener semejante idea de locura.

— Pero, Bri, ¡Incluso Andrés que tuvo una época en la que quería vender sus órganos para pagar sus videojuegos sabe que se debe tener un plan B, C y todo el abecedario! 

— Eso es porque Andrés es tonto, yo no, yo triunfare. 

Andrés era todo lo contrario a Elizabeth: nada responsable, despreocupado y demasiado tranquilo; literalmente el mundo podría estar cayendo sobre su cabeza y Andrés seguiría despreocupado.

El pastor Cooper miró al techo rogándole a Dios que le otorgara paciencia.

— Brianna, si no usas ese dinero para la universidad será para comprarte una casa, ¡Al menos asi tendrás algo seguro!

Bri abrió la boca sorprendida.

— ¿Enserio no vas apoyarme? — el pastor Cooper negó.

— No, no en esto, hija, te he apoyado desde el nacimiento, pero no en esto.

Las manos de Bri temblaron de rabia.

— ¡Bien! ¡Conseguiré el dinero sola!

Bri salió corriendo de la habitación, dejando completamente desconcertado al pastor Cooper y a Mitchell que intentaba leer uno de los temarios de la universidad, después leería un libro de química avanzada para prepararse para sus clases.
La puerta principal se abrió y Elizabeth apareció por el pasillo, con el tintineo de sus tacones sonando en el suelo de madera, con su pequeño bebé en los brazos, su cabello rubio como la arena estaba perfectamente peinado, con su clásica sonrisa materna.




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