"El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas."
Proverbios 11:28
Durante toda su vida Mitchell jamás había experimentado una tranquilidad tan grande como la sentía ahora, esa tranquilidad aumentaba cuando leía la Biblia, nunca la había leído de niño, sabía de su existencia, pero en su hogar jamás tuvo una.
Biológicamente Mitchell no poseía ninguna relación con el pastor Cooper y su familia, pero no importaba lo biológico cuando lo sentimental es más fuerte. El pastor Cooper conoció a Mitchell después de que este fuera descubierto haciendo vandalismo en la iglesia, había pintado las paredes de la parte delantera de la iglesia con pintura roja y negra, llenas de palabras hirientes y misoteistas, el pastor Cooper en vez de presentar cargos a Mitchell por vandalismo decidió darle una oportunidad: el propio Mitchell arreglaría sus errores, el pastor Cooper le dio pintura y Mitchell pinto las paredes que él mismo había dañado; Mitchell se sorprendió del cariño y la buena voluntad del pastor Cooper, quien no lo dejó solo en ningún momento, las únicas veces en las el pastor Cooper se iba lo hacía para recoger comida y en ocasiones la señora Cooper, Regina, les llevaba comidas caseras, deliciosas y calientes comidas caseras; algo que Mitchell no había tenido en muchísimos años.
Poco a poco el pastor Cooper se ganó la confianza de Mitchell y empezó a ir a la iglesia. Mitchell parecía un niño pequeño haciendo preguntas, estaba llegando a un mundo totalmente desconocido, incluso pregunto porque la Biblia era de color negro, pero un día, cuando el pastor Cooper se preparaba para iniciar un servicio llegó Mitchell muy triste, diciéndole que sus padres ya no le permitían ir a la iglesia, esa noche Mitchell salió de la iglesia llorando. El pastor Cooper intentó hablar con los padres de Mitchell, pero solo le cerraron la puerta en la cara. Una semana después, una semana sin saber nada del rebelde pero curioso chico, el pastor Cooper recibió una llamada del hospital.
Tuvieron que hacerle un lavado de estómago y estuvo tres días en el hospital. Sus padres lo habían envenenado.
Gracias a Dios habían calculado mal la cantidad de veneno para alguien con el peso de Mitchell, aún asi fue demasiado peligroso, los doctores dijeron que fue un milagro que Mitchell estuviera consciente cuando llamo a la policía porque sus padres no se movían. Fue muy difícil para el pastor Cooper tener que explicarle lo que había sucedido. Se suponía que Mitchell, al ser legalmente ya un adulto podría volver a su casa y tendría que iniciar ayuda psicológica, pero casi al instante la señora Cooper propuso que Mitchell viviera con ellos, asi asegurarse de que estuviera en un ambiente sano para asi sanar sus heridas, el pastor Cooper estuvo de acuerdo, en especial porque Mitchell sería una influencia positiva para sus hijos Andrés y Brianna, a Andrés le dio igual, no le importaba que Mitchell viviera en su hogar siempre y cuando no tocara sus preciados videojuegos sin su permiso, Brianna por otra parte se negó por completo, al menos hasta que vio una fotografía de Mitchell, el muchacho era de buen parecer, nadie podía negarlo. El pastor Cooper sintió un poco de decepción que Bri se dejara llevar tanto por las apariencias, pero al menos Mitchell tendría un lugar seguro donde sanar su dolor.
Mitchell cerró con delicadeza la Biblia, era su mayor tesoro en aquel momento, no tenía nada más que aquello que Dios y el pastor Cooper le daban, y para él era más que suficiente, Mitchell debía admitir que hacía mucho que no se sentía tan feliz y tranquilo, siempre estaría profundamente agradecido con el señor Cooper y su familia por su generosidad, pero en especial con Dios por haberle puesto personas tan maravillosas en su vida.
Siendo sincero a Mitchell le hubiera gustado que su primera ida a la iglesia hubiera sido con los Cooper, pero Andrés le había dado gripe, al igual que al bebé de Elizabeth — aunque el pastor Cooper insistía en que Andrés solo estaba fingiendo —, la señora Cooper fue a la casa de Elizabeth para ayudarla con el pequeño y el pastor Cooper se quedó al cuidado de Andrés. Se suponía que Bri lo acompañaría, pero a tan solo una calle de la iglesia Bri le dijo que tenia cosas más importantes que hacer y se fue sin mirar atrás, a Mitchell le dio muchísimos nervios estar solo en la iglesia, pero al final Dios le envió un ángel en forma de una pequeña niña de 15 años llamada Hazael.
Curiosamente Bri llegó a la casa Cooper al mismo tiempo que Mitchell y de hecho antes de que ambos entraran a la casa le preguntó sobre el tema de la predicación, y cuando el señor Cooper les pregunto como les fue en la iglesia Bri respondió que bien, y empezó a hablar sobre el tema, fingiendo que había estado todo el tiempo en el templo. Mitchell no tuvo el valor de decir la verdad, no quería ganarse enemigos en su nuevo hogar, menos tener a Bri como una enemiga.
— Hola, Bri, ¿Cómo te fue en la escuela? — Bri lanzó su bolso al otro lado de la sala de estar y camino furiosa hasta el inicio de las escaleras.
— Mal, ¡Porque tengo unos padres que no me apoyan! — respondió Bri, gritando hacia el segundo piso, con la clara intención que sus padres la escucharan.
— Ay, Bri — la muchacha se dejó caer en uno de los sofás individuales y bufo molesta —. Tus padres te aman y te apoyan, solo quieren que tengas un plan de respaldo en caso de que algo falle en tu plan.