La Loca Esa (novela Cristiana)

23. Promesas

"No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el SEÑOR había hecho a la casa de Israel; todas se cumplieron."

Josué 21:45.

"Siendo sincera, déjame empezar este relato por decir que te mentí, mi estimado diario

"Siendo sincera, déjame empezar este relato por decir que te mentí, mi estimado diario. te mentí, lo hice principalmente porque sé que cuando a los mellizos les toca toda la limpieza de la casa revisan algunas de mis cosas, mamá a veces hace lo mismo, Ada sólo limpia su habitación y papá se encarga de todo lo relacionado con la cocina, por eso mamá dice que no es justo que cocine, limpie la cocina, lave la ropa, la ponga en su lugar, haga las compras, acomode las compras, cuide de nosotros, nos ayude en las tareas y tenga que limpiar toda la casa. La cocina es su territorio, todo lo que allí pasa es por su voluntad. La verdad es que es muy bueno, la cocina de mi madre es...fatal, es obvio quien fue el discípulo de la abuela, la comida que hace papá es...como dice mi chico de la universidad, "Es un orgasmo vocal" de lo deliciosa que es. Pero ahora estoy más confiada, ya que me ofrecí a limpiar toda la casa, es un sacrificio difícil pero soportable con tal de liberar en estas páginas todas estas emociones que tengo.

Ahora sí, vamos a las confesiones.

No conocí a mi príncipe azul en la universidad, como mencioné en capítulos anteriores nos conocimos cuando yo trabajaba en la tienda de helado de la ciudad, allí nos hicimos amigos, creo yo, que tendría 13 años en ese momento, poco tiempo después los mellizos, que en ese entonces estaban a solo dos meses de cumplir los 7 años, llegaron a casa gritando que tenían un nuevo amigo, un chico se había mudado a tan solo tres casas de aquí, a esa hermosa casa al final de la calle, esa espectacular casa amarilla de tres niveles, esa en la que los mellizos y yo jugábamos de pequeños, bueno, no en la casa, sino en el enorme jardín que tenía, a veces nos metíamos en la piscina seca, fingiendo que había agua y estábamos nadando, una vez nos metimos tanto en el papel que Aidan empezó a ahogarse, tiempo después nos enteramos que en realidad era asmático, ¡Ups! La piscina estaba llena de polvo, ¡Perdón hermanito! 
El punto es: mi príncipe azul siempre estuvo conmigo; al principio como vecinos, luego como el compañero de juego con los mellizos, luego como...mi novio, aunque en esa ocasión nunca lo hicimos oficial, para mi si éramos pareja, era una niña enamorada, ¿puedes juzgarme? ¡Él es perfecto! Mamá lo invitó en varias ocasiones a comer con nosotros, siempre dejó maravillados a mis padres con sus impecables modales y su amor por los mellizos, en especial con Aidan, dice que es el hermano menor que siempre quiso. Sé que es tonto pero a...veces siento celos de Aidan, ¿Por que? Él puede sentarse en las piernas de mi príncipe y nadie le dice nada, puede saltar a sus brazos, mi príncipe puede besarlo y abrazarlo, y nunca nadie le dice nada, una vez lo intente y mi madre me castigo por un mes. Pero eso no se compara con la alegría que recibí al estar con él, con mi príncipe. Pasamos las gloriosas tardes de primavera haciendo carreras en su bello jardín y nadando en su espectacular piscina que esta vez sí tenía agua, fingiendo que estábamos a la deriva en medio del mar, una vez recreamos la escena de Jack y Rose del Titanic, yo quería ser Rose, pero mi príncipe azul insistió en que debía ser Aidan, ya que él sí tenía los ojos azules como la actriz, aunque años después me enteré que esa actriz los tiene color tierra, yo también los tengo color tierra, me imagino que fue la un pequeño error, creo que lo llaman efecto Mandela.

Lastima que tuvo que mudarse por unos meses, pero ahora lo he vuelto a ver, estos seis meses en los que no estuvo con nosotros lo cambiaron mucho, él ha cambiado mucho, demasiado, pero no importa, porque confió plenamente en él, Harper dice que no tengo motivos para no hacerlo, sé que mi príncipe le consigue las drogas a la que es adicta, pero creo...que no tengo más opción que confiar.
Aquellos días fueron tan felices, pasar los días en el verde pasto del patio trasero de su casa, tomar jugos tropicales, broncearse, jugar, mirar películas. Fue la mejor época de mi vida. Él me hizo tan feliz, ¡Y ahora tengo la oportunidad de estar con él! Así ya no estaré sola."

Haza cerró el cuaderno sintiendo una fuerte punzada en el pecho, quería llorar pero no podía hacerlo, pronto sería la hora de entrar a la escuela, no podía preocupar a su padre con sus lágrimas.

— "Así ya no estaré sola" — repitió Haza apretando el cuaderno contra su pecho — ¿Te sentías sola Katherina? ¿Por qué no lo sabíamos? ¿Por qué no hablaste? 

Ese era el mayor problema, Katherina no hablo, permaneció en silencio y se llevó cientos de secretos a la tumba, quizás nunca sabrían que fue todo lo que él le hizo, quizás era lo mejor, quizás no estaban preparados para saberlo. 
Haza se puso de pie y terminó de guardar su libro de algebra en su mochila, intentando contener las lágrimas. 

— Cielo, ya es hora de irse — Owen abrió la puerta de la habitación provocando una sensación de sorpresa en Haza —. Cariño, ¿Qué sucede? ¿Estuviste llorando? — Haza rápidamente negó.

— No, solo acabo de bostezar — Owen asintió, pero Haza sabia que no él no le creía, Owen ingresó por completo en la habitación de Haza y se sentó en la cama de su hija, mirándola fijamente.

— ¿Segura, hija? Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿Verdad? — Haza se sentía mal, sabía que estaba haciendo sufrir a su papá, pero no quería revelarle lo que había encontrado, sabía que eso lo haría sufrir aún más, leer los últimos días de vida de Katherina y todo lo que ella les oculto.




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