la luciérnaga a la que nunca se la apagó la luz

Capítulo 9

 

Después de terminar mi desayuno, me dirigí hacia la piscina y estuve una hora y media allí, después de todas las emociones malas que sentí cuando vi que el libro de Lisa había desaparecido necesitaba despejarme.

Y así lo hice. Simplemente nadaba intentando no pensar en que mi hermana por más que yo quisiese no iba a volver.

Así que en vez de lamentarme por todo, después de la piscina me dirigí a mi casa y comí un sándwich, ya que no me apetecía nada más y Blanca me había mandado un mensaje hace un rato diciéndome que estaba en casa de sus padres, la cual estaba a dos horas de aquí en coche, por lo que llegaría mas tarde.

Cuando ya era de noche me senté en la butaca que había en el balcón de nuestro piso, el libro se encontraba en mis rodillas que estaban dobladas y apoyadas en la butaca.

Mientras lo leía de vez en cuando miraba a las estrellas las cuales brillaban en un bonito cielo despejado.

Un nudo insoportable se formaba en mi estomago y las ganas de llorar me invadían así que suspiré y apoyé el libro en la mesa que había entre la butaca en la que estaba sentada y la otra. Y me puse a mirar el cielo sin distracciones.

Había muchas estrellas parecía que no acababan, unas brillaban más que otras. Si te fijabas se veía la forma de una nube por encima de estas.

Me vino a la mente un recuerdo de un treinta de agosto tumbadas en mi jardín mirando a las estrellas.

Solo Laura y yo.

Y más recuerdos inundaron mi mente, y en prácticamente todos estaba Lisa.

Esos momentos en los que Lisa todavía estaba viva y yo era feliz.

Como aquella vez que al volver a casa de una fiesta y al coger el autobús nocturno no íbamos en nuestras plenas facultades y cogimos uno que iba en dirección contraria a la casa de Laura en la que me planeaba quedarme a dormir esa noche.

Para rematarlo nos dormimos y acabamos en la otra punta de la ciudad, lo que hizo que mi hermana nos tuviese que venir a buscar para que no nos echasen la bronca mis padres, ya que los de Laura... digamos que su padre murió y su madre no está mucho por casa.

Mi hermana se rió de nosotras mucho ese día, menos mal que ella también había salido ese día y cuando la llamamos estaba despierta, porque si no no creo que la hubiese hecho mucha gracia.

Lisa quería a Laura como si fuese su hermana pequeña también, y siempre que necesitaba ayuda con algo lisa hacia lo que podía por ayudarla.

Hasta la daba consejos de hermana mayor, sonreí sin darme cuenta.

-Hola.-Dijo alguien detrás de mi haciendo que diese un brinco poniéndome de pie de golpe y girándome para descubrir a Blanca detrás mío todavía dentro del salón quitándose la chaqueta y cogiendo una manta.

Después salió al balcón donde yo me encontraba y se sentó en la otra butaca mientras yo me volvía a sentar en la mía.

-¿Qué tal en casa de tus padres?-Pregunté ya que no la había visto en todo el día y habíamos hablado únicamente en el desayuno.

-Bien, bueno como siempre. -Contestó sin muchos ánimos.

-¿Pasa algo?-

-No nada.-

-¿Seguro?-

-Si.-Dijo de una manera cortante, pero yo no la creí. Sin embargo no insistí mas.

Nos quedamos unos momentos en silencio y mirando a las estrellas. No pude aguantarlo y solté la pregunta que rondaba por mi cabeza desde hace días.

-¿Por qué os odian tanto?-Blanca se quedo por unos momentos en silencio sin contestar.

-¿Hugo ha dicho que me odia?-Dijo con voz quebrada.

-No, no. -Me apresuré a decir. Y pensé mejor en lo que iba a decir, sin decir una mentira pero tampoco suavizándolo para que se hiciese ilusiones.-Simplemente no le agradas.-

-Oh, eso es mucho mejor.-Contestó ella resignada.

-Que le caigas mal se puede arreglar más fácilmente que te odie.-Aclaré.-Pero oye, no me cambies de tema. ¿Por qué se llevan tan mal?-

-Tuvimos nuestros desacuerdos en el pasado, bueno en realidad yo solo los tuve porque Diego y Hugo los tuvieron, ellos solían ser mejores amigos ¿sabes? Pero...-Se paró sin querer decirlo.

-¿Y esos desacuerdos no se pueden solucionar?-

-A veces no vale con decir lo siento.-Dijo decidida.

-Yo creo que si verdaderamente lo sientes, si lo puedes solucionar. Lo único que se necesitan ganas por la parte que ha hecho algo malo para enmendarlo y la otra parte tiene que estar dispuesta a escuchar.-

-¿tu perdonarías todo?-Yo me encogí de hombros.-Me estás dando la razón hay ciertas cosas que no se pueden perdonar.-

-Pero...-

-No Noa, no todo tiene fácil solución.-Dijo suspirando.-Me encantaría que la tuviese, de verdad que si, pero... Diego y Hugo son demasiado orgullosos para admitir sus errores.-

-Si no admites tus errores nunca aprenderás de ellos.-Comenté.

-Intenta tú decirle eso a cualquiera de ellos.-Dijo.-¿Tú estás bien?-Me preguntó y de verdad parecía preocupada.

-¿Por qué lo preguntas?-Dije intentando esquivar la pregunta.

-Esta mañana... Con lo del cuaderno, no parecías estar bien. Y yo no pude estar contigo en ese momento, pero lo estoy ahora.-Dijo segura.

-Ya estoy mejor.-Contesté pero ni yo misma me creía. Suspiré. –Solo me vine abajo de nuevo por lo de mi hermana...-

-¿Qué la pasa?-

-Está muerta.-Al pronunciar esas palabras una lágrima cae por mi mejilla sin poder evitarlo pero la secó con rabia. Escuché como movía la butaca, para que quedase más cerca de la mía y enseguida noté como me abrazaba.

-Lo siento.-Dijo.-Pero con el tiempo se volverá más fácil Noa.-

-Igual que hay cosas que no se pueden perdonar, hay cosas que jamás dejaran de doler.-Nos quedamos unos minutos en silencio pero a pesar de os problemas, en ese momento me sentí relajada y a gusto con Blanca. Entonces ella se levantó.

-Si nos vamos a quedar un rato viendo las estrellas, voy a hacer chocolate caliente para las dos, lo necesitas.-Dijo con una sonrisa, y no me dejo responderla cuando ella ya estaba encaminándose hacia la cocina, sonreí sin fuerzas.



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En el texto hay: misterio, amor de hermanas, amistad amigos

Editado: 20.04.2021

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