Las calles de New York están como es usual, llenas de autos y personas caminando, casi corriendo en las aceras. He tratado de evadir un poco el trafico usando callejones mientras sigo a Emily a una distancia prudente. Hace un rato luego de terminar la inauguración en MCC Boutique, la miré salir sola. Estuve a punto de tomarla de la mano y meterla al auto pero aún habían personas, parte del equipo de trabajo y clientes, también periodistas de revistas de moda. Tomando en cuenta que Emily es Emily y a veces no controla su mal humor, podriamos llamar mucho la atención. Pudo haber sido una escena muy escandalosa. Así que solo la observé caminar sola y sin ningún abrigo a pesar de que está poniendose frio ya para este tiempo entonces de repente estaba conduciendo detrás de ella. No sé, si el vivir en la cuidad a influido en su manera de caminar o ya era así pero lo hace bastante rápido, da pasos firmes y largos como si estuviera en una pasarela. Eso me hace sonreír haciendome caer en cuenta que hay tanto de ella que no conozco y que en los informes no se leen. El viento lleva sus mechones hacia su rostro haciendo que ella tenga que quitarlos cada vez y el movimiento de su rápido caminar rebota en su moño que amenaza con zafarse de sus horquillas de perlas. Simplemente perfecta igual que en la pintura creada por mi cabeza, de ella en el viñedo de la Toscana con los colores del atardecer resplandeciendo en sus ojos color miel.
La observo disminuir el paso, parando frente a una pequeña panadería. Trato de estacionarme lo suficientemente rápido para lograr entrar antes que ella salga. Camino hacia el lugar empujando la puerta y la encuentro inclinada frente al mostrador apuntando con su dedo mientras la joven chica que atiende el lugar va introduciendo cada pieza que Emily le indica en una pequeña bolsa de papel. La joven de quizas unos diecisiete o dieciocho años me regala una encantadora sonrisa mientras me dice muy amablemente que en un momento me entenderá. Yo le devuelvo la sonrisa y muy calmadamente señalo en dirección a la preciosa mujer mientras respondo que estoy con ella. Emily se reincorpora rápidamente y se gira mirándome con su cara de sorpresa que luego reemplaza por una de exasperación. Me ignora y luego de indicarle a la joven por una última pieza busca en su pequeño bolso, pero yo me he adelantado extendiendole un billete a la joven mientras le indico que agregue a la bolsa un par de Sfogliatelle, sorprendiendome al verlos exihibidos aquí, ya que es un postre tradicional de Nápoles, a mi madre le gustaban mucho, tanto así que aprendió hacerlos. Finalmente fuera de la pequeña panaderia, Emily extiende su mano para que le entregue la bolsa de papel, cosa que yo por supuesto no hago.
— ¿Porqué me has seguido?
Pregunta ella con su semblante serio queriendo parecer aún más molesta de lo que está.
— Porque quiero que hablemos.
— No tenemos nada de que hablar, además eres la persona menos honesta y comunicativa de este planeta.
Me rio un poco, es algo bastante nuevo en mi. Los berrinches y discusiones tontas de las mujeres siempre me ha parecido ridículos y exagerados. Los de Elena me fastiaban, era demasiado emocional y caprichosa. Ella fue la razón por la cuál mis relaciones en la secundaria no duraban, cuando comenzaban a tener el mismo comportamiento que Elena me alejaba de ellas, pensaba que ya tenía suficiente soportandola a ella en casa, más cuando papá estaba de viaje de trabajo. Jamás me detuve a pensar que era una adolescente sola que necesitaba atención hasta que fue tarde. Después de su muerte toleraba menos los berrinches femeninos, pensaba que era hipócrita de mi parte intentar tolerarlos por una relación cuando jamás quise hacerlo con mi propia hermana, por esa razón en la universidad solo tuve relaciones casuales. Pero por una razón que no entiendo, de Emily no me molesta, no me fastidia, lleva días ignorandome, contestando de esa manera peculiar que tiene cuando todo le irrita, y en vez de alejarme estoy aquí siguiendola, conrriendo tras ella.
— De todo el planeta es un poco exagerado ¿no crees?
Ella suspira exasperada.
— Al grano, ¿Sergio que quieres?
— Que vayamos a un lugar tranquilo y hablemos.
Antes de que me dé una negativa continuo hablando.
— Prometo contarte todo lo que quieras saber, no te ocultaré nada.
Ella se queda pensando por un momento y luego camina hacia mia auto, yo la sigo presionando el botón de mi llave para quitar el seguro de la puerta y ella pueda subir. Pasamos todo el camino hacia Central Park en silencio, una vez ahí coloco mi saco en los hombros de Emily, no sé como puede andar así como si nada. Busco un lugar donde venden café extragrande y camino con ella hacia un lugar que encontré recientemente en mis mañanas de ejercicio.
— ¿ Cómo es que sabes a donde ir? Central Park es enorme.
Me encojo de hombros.
— Suelo venir a correr aquí de vez en cuando, soy bueno recordando lugares y direcciones.
Ella asiente mientras le da un sorbo a su café. La guio por un atajo que descubrí hasta llegar a un lugar bastante solitario con vista al Belvedere Castle y al Great Lawn Lake. Afortunadamente no hay personas en el lugar. Nos sentamos en una gran piedra disfrurando de la increible vista de todo el lugar, mientras saco de la bolsa de papel los Sfogliatelle y le paso uno a ella quien lo mira con cara curiosa pero no hace preguntas solo lo lleva a su boca para darle una pequeña mordida yo hago lo mismo pero sin dejar de mirarla y entonces la observo cerrar los ojos y suspirar cuando el relleno invade su boca.
— ¡Esto está delicioso!
Yo sonrió mientras concuerdo con ella, ha decir verdad temia no fueran tan buenos como los que hacen en Italia pero me han sorprendido.
— Si, saben casi igual a los que hacía mi madre.
Ella me mira con su mirada bonita, mas brillante y curiosa, yo la observo acercando mi dedo pulgar a la comisura de su boca limpiandole un poco de crema que ha quedado en ella. Su cara enrojece ante mi contacto y se pone incómoda. Eso es algo que me entristece un poco, el saber que a ella no le resulta incomodo desnudarse y es super desinhibida al momento de tener sexo, lo cuál si me encanta, pero no sabe que hacer en situaciones afectivas fuera de una cama. Y no la culpo jamás me atreveria a culparla o a recriminarselo, de hecho me recrimino a mi mismo el hecho de ser un inútil mostrando mis sentimientos, me cuesta mucho ser demostrativo de todo lo que siento cuando estoy con ella.