La Luna Perdida

Dia de locos, Peleas y Celos

— ¿Acaso no están escuchando?

Jerry grita de un lado a otro. Por un momento creemos tener paz cuando se ha ido al otro taller y al minuto siguiente escuchamos sus gritos nuevamente.

— ¡Juro que voy a matarlo!

Brittany está a punto de explotar y no es para menos, Jerry ha estado presionando demasiado hoy. Hemos trabajado sin parar desde la mañana, no salimos a almorzar y solo hemos comido un par de galletas y mucho café. Con tanto trabajo y Jerry de mal humor, nadie se atrevió a salir del taller. En el reloj dan las siete de la noche cuando veo a Sergio entrar al taller sin su saco y con las mangas de su camisa dobladas hasta los codos, sin corbata y con una lista en sus manos. Está con Jerry pasando un "checking" de los diseños que se exhibiran mañana. Jerry lo sigue de un lado a otro dando detalles mientras Sergio solamente tacha en la hoja y asiente. Al menos mientras Sergio esté aquí no habrá gritos. Se ve tan seriamente guapo mientras trabaja. Después de nuestro encuentro de la mañana no lo volví a ver hasta este momento. Gina quien ha estado todo el día de un pésimo humor lo observa por un momento y acercandose un poco a mi comenta

— Es increíble como con solo su presencia ha calmado este lugar.

— Quizás es porque ya casi todo está listo. ¿Qué es lo que pasa con Jerry?

La miro un momento mientras cierro el zíper de una gran bolsa para trajes. Ella hace una mueca de disgusto mientras hace lo mismo con otros diseños.

— Es un idiota. Le pregunté si íbamos a la fiesta después del desfile de mañana juntos y me contestó que; "estaba loca".

— ¿Qué fiesta?

— Emm ¿En qué mundo vives? La fiesta más exclusiva de New York, solo van los mejores diseñadores y celebridades. Obviamente, El señor Nicolás y Jerry están invitados, pero ellos pueden llevar a una acompañante. Supongo que Sergio no te ha invitado...

— No, no lo ha mencionado, pero a mí no me resulta un gran problema, es decir... No somos nada Gina, lo nuestro siempre se ha limitado a suceder dentro de una habitación y para ser sincera no me molesta en lo absoluto. Pero parece que a ti sí.

Ella me observa sorprendida y se sienta un momento con la caja de alfileres, colocándolos de uno en uno en su espacio.

— Claro que me molesta Emm. Yo sé que no es que tengamos una relación seria o algo así, pero realmente la manera en la que me contestó fue... Bueno se sintió feo, como si fuera inconcebible que alguien lo viese conmigo.

— ¿Entonces si te hubiese dicho que no de una manera más amable no habría problema?

Ella suspira un poco triste.

— Claro que no. Yo entiendo que es un poco complicado. Él es mi jefe directo y no es correcto para mi carrera ni para la de él. Pero no mencionó nada de eso solo se burló como si no fuera nada y me trató de loca solo por sugerirlo.

Entiendo lo que está diciendo aunque también sé la forma tan fastidiosa que tiene Gina para "sugerir " cuando desea algo. No se lo comento porque sé que haré que se enfade aún más.

— ¡Dios que día! Pero finalmente todo está listo.

Gina y yo asentimos mientras Sam guarda sus cosas al lado de nosotras. Miro alrededor y sí efectivamente todo ya está empacado y en orden, los otros chicos están por irse y Jerry ha desaparecido sin siquiera dedicarle una mirada a Gina. Estoy a punto de levantarme para ayudarle a Sam y así poder irnos a casa cuando una figura imponente se para al otro lado de la mesa de trabajo, me giro encontrándome con esos ojos azules hermosos.

—¿Señorita Carter, está lista para salir?

— No, aún debo ayudarle a Sam.

Miento, pero Samuel no me ayuda en lo absoluto.

—¿De qué hablas? Ya está, he terminado, nosotros vamos de salida también.

Este mira a Gina y ella asiente, yo lo fulmino con la mirada, y regreso para encontrarme con la expresión de Sergio divertida, sonriente. Doy un suspiro y camino hacia el perchero para buscar mi abrigo y mi bolso, Sergio se mueve detrás de mí y sobre mi hombro me pide que lo espere un momento mientras sube a su oficina. Gina y Sam pasan por mi lado y yo los acompaño hasta el elevador escuchando sus comentarios tontos acerca de la noche que me espera.

— Solo saldremos un rato, volveré a casa esta noche, mañana es el gran día.

Sam y Gina se miran uno al otro mientras se ríen a carcajadas.

— Nena, siempre que tú te vas con ese bombón no regresas a dormir. ¿Para qué te engañas?

Sam levanta los hombros y se gira para entrar al elevador con Gina quien se nota triste pero aún sonríe. Se despiden de mí con su mano mientras las puertas del elevador se van cerrando. Miro de reojo hacia las escaleras del tercer piso donde Sergio viene bajando con su natural elegancia, su caminar decidido y su sonrisa de medio lado cuando me ve. Pienso que me he de ver patética parada en medio del lugar esperando, hipnotizada por su presencia.

— ¿Tienes hambre?

Me pregunta con su voz encantadora y me recuerda que sí, en efecto tengo mucha hambre.

— Muero de hambre, no pude comer nada en todo el día.

Entramos en el ascensor y lo veo presionar el botón del sótano. Sergio me mira con la frente ceñida por un momento y luego sonríe.

— Imagino que Jerry apenas y los ha dejado respirar. Está bajo mucha presión, mañana es importante para todos.

— Creo que está más estresado por temas amorosos, igual que Gina.

— ¿Ah si? ¿Ya pelean?

Asiento brevemente mientras las puertas del elevador se abren dejando una especie de estacionamiento subterráneo iluminado por lámparas de techo. Nos abrimos paso y una leve sensación de duda y miedo llega a mi cabeza, pero lo descarto inmediatamente, si Sergio quisiera hacerme daño ya lo habría hecho.

— Nunca había bajado hasta aquí ¿Qué hay detrás de esa puerta?

Noto qué Sergio se pone tenso por un momento pero se recompone

— Cosas del edificio, ya sabes cajas con materiales nada importante.




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