La luna sobre nosotros

IV.-Cuando Tsukuyomi se limpió el ojo

El sol huía de la luna, la cual hacia su entrada, para luego entregarme por algunos momentos aquella alma.

Permanecí en la hamaca del roble hasta que todos los preparativos especiales y espaciales, finalizaran.

"Es cuestión de segundos", pensé.

"Es cuestión de minutos", razoné.

"¿Me habré equivocado en algo? ¿Miré mal el calendario?" Deliberé con el alto concepto que tenia de mi misma ( siempre fui consciente de mi inteligencia y astucia, ademas de que me encanta jactarme de ser una persona organizada).

En otras circunstancias, es decir, en circunstancias normales hubiera esperado solo dos minutos y luego me habría ido planeando una venganza contra quien me dejo plantada. Pero esto de "normal", no tiene nada. Digo ¿Que tiene de normal enamorarse de un fantasma del pasado?.

A medida que la luna descendía bajo la linea del horizonte, lo hacia también la temperatura, aumentaba la desesperación, caía la esperanza y crecían la duda y la desilusión.

- Aunque sea lo que menos me preocupa en este momento, es seguro que pescaré un resfriado- Le recriminé a la nada misma, o al mar, o quizá a la luna. No lo sé.

Quise irme ¡Intenté hacerlo! pero simplemente no pude ¡La esperanza no me lo permitió!

La luna se fue y con ella mi ilusión
—¿Que ha sucedido, Mitsuki?—Temía no volver a verlo. Es que ¿Que seguridad tenia de que el volvería a aparecer?

Todo esto era tan extraño ¡Yo! ¡Yo me había enamorado de alguien que amaba a mi madre!

Entonces como el destello de una vela en la obscura noche, vino a mi una ridícula idea.

¡Debo recordarlo! Tal vez si pienso en él, termine por aparecer ante mi. El sol aun no ha salido...

Más el nunca hizo acto de presencia.

Él nunca emergió de las aguas. Él nunca salio de las aguas. Me quedé sentada sobre la tierra, con la espalda apoyada en aquel viejo roble. Ya era hora de marcharme, él no vendría. Lo sabia porque fueron el viento y el sol quienes secaron mis lagrimas y no sus frías manos.

Llegué a mi casa, entré en silencio, lo mas sigilosamente posible. Mis padres dormían así que ingresé a mi cuarto y me acosté... no había otra cosa que pudiera hacer en aquella situación.

Había pasado toda la noche frente al mar y bajo la luna. Inevitablemente el sueño y el cansancio derrotaron a la angustia que moraba en mi, y antes de darme cuenta, ya me había desmayado.

Me desperté unas pocas horas después del mediodía, estaba feliz ¿Me sentía llena? ¿Sin ese vació? ¿Alegre? ¿Por que? Un sueño... lo vi en mis sueños. En aquel ensueño me encontraba yo bajo la luz de la luna, frente al mar y sobre aquel acantilado, a unos metros del árbol. Entonces, del brillo del satélite natural que se reflejaba en los calmos mantos de agua, emergió una masa liquida que tomando forma y brotándole colores, concibieron a mi fantasma. Levitó con elegancia y a una velocidad melancólica por sobre el nivel de las aguas, luego se acercó a mi, posicionándose justo en frente mío, al filo del barranco. Balbuceó unas cuantas palabras que no pude oír y luego me tomó la mano. Yo extendí la palma, abriendo mi mano, porque me dio la impresión de que me quería dar algo. Y así fue. Me entrego un piloncito de cenizas, entonces me saludó, haciendo un extraño gesto con el indice y el dedo medio (como despidiéndose). Me pareció verlo feliz, y aquello me tornó feliz a mi.

Me levanté de buen animo, pero cuando me dirigí a la mesa, me encontré con Adriana, mi madre. Yo sabia que lo de Mitsuki era parte de su pasado, pero aun así y sin saber la causa, sentía rencor contra ella. O quizá solo era envidia, no lo sabia prefería no pensar en ello.

Procedí a sentarme a la mesa no tenia hambre ni ganas de nada, pero los mates como aquello que no puede faltar al arrancar el día era algo que se había naturalizado en mí .

-Dormiste hasta tarde hoy ¿llegaste muy tarde? - me preguntó.

- No, simplemente estaba cansada- le dije de manera tajante.

- ¿Vas a comer algo? - preguntó solo para saber como le respondería. Ya que ella nunca (al menos desde los doce años) me preparo un desayuno.

- No. Así estoy bien- le dije, para que le quede en claro cual era la situación.

- Sos una hueca.

- ¡¿Qué?!

- Digo... estas vacía, se te nota el descontento, la superficialidad de tu "estoy bien"- Aclaró para safár de aquel palazo que me había tirado.

- ¿Y a vos que te importa?- le cuestioné con total despreocupación por todo lo que se considera, políticamente correcto.

- ¿Con quien te crees que hablas nena? Mirá, si estas molesta por todo lo que te oculté, sabes que podemos hablar de eso cuando y cuanto quieras, yo ya lo tengo asimilado.

- ¿Hablar, para que? ¿Eso lo va a traer de vuelta?-

-¿ Traer de vuelta que?

- Nada mamá, nada. Sos una tonta. Si alguien me hubiera amado así, yo nunca lo hubiera dejado ir.

- ¿Que te pasa Ariadna? No te desubiques conmigo. - Declaró sin tener en claro que "cartas eran las que yo acababa de arrojar sobre la mesa".

Me levanté al menor intervalo de silencio que dejó ella. Y mientras me dirigía al bosque, iba construyendo la imagen de su cara de desconcierto en mi mente. "Dios le da pan al que no tiene dientes" pensé indignada.

Mientras caminaba me propuse reflexionar en todo lo que había pasado, no le encontraba el mínimo sentido, pero ¿Acaso tiene sentido el amor?. No me intenté responder la pregunta, ya que me servia para evadir cualquier argumento lógico y racional que intentase llenar el vació que Mitsuki estaba dejando en mi. Faltan aproximadamente veintiocho días para la próxima luna llena ¿que haré hasta entonces? ¿Me volveré loca? Digo, esta ha sido la primera vez que no logro concretar mi encuentro con él y no ha pasado un día que ya he soñado con él. Ademas, que sueño tan raro había tenido, se estaba despidiendo, no recuerdo que se despida de esa manera nunca ¿Que hay de las cenizas? se sentían reales como, cenizas de cartón o papel quemado...




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