… Amir…
No pude con mi ansiedad, fui a verla con la excusa de llevarle unos papeles, no me arrepiento mañana la voy a volver a ver. Estaba hermosa, se notaba recién salida de la ducha y su dulce aroma a rosas me rodeo. Yago no se hizo rogar, y por poco pierdo el control sobre él, espero no se haya dado cuenta del cambio de mis ojos. Pero todo de ella es perfecto, esa única manera de sonreír, no hay mujer en el mundo que iguale su belleza.
Regreso a casa, una casa vacía, con pocos empleados que parecen detestarme y no los juzgo puesto que mi humor estos últimos años no fue el mejor. Me recibe Delia, ella es el ama de llaves desde que tengo uso de razón. Los hombres lobos vivimos muchos años más, dado que envejecemos más lento, ella es el claro ejemplo por la sabiduría que lleva en su alma. Su amor incondicional, más allá de mis malos momentos, ha mantenido la cordura en mi mente y evitó que mi corazón se convierta en un témpano de hielo.
_Nana, sabes que no hace falta que me recibas en la puerta._ La tomó de los hombros suavemente y la beso en la frente.
_Hijo, no te esperaba hasta la cena. Te preparo un café y mientras me cuentas que fue lo que pasó que traes esa sonrisa_ me devuelve el gesto, agregándole una mirada picara, dejándose guiar.
_Nana, es algo que jamás imagine que sucediera._ los ojos celestes cruzan fugazmente en mis recuerdos. Seguí a Delia hasta el desayunador de la cocina, ella sirvió dos tazas de café y se sentó en frente de mí.
_Ahora sí, quiero escuchar tu historia._ solo ella podía tomar ese atrevimiento conmigo, no dejaba que nadie se acerque de esa manera. Supo ocupar parte del vacío que dejó la pérdida de mi familia, siempre con amables palabras y dando calor a esta fría mansión.
_Es algo muy extraño_ busque palabras en mi mente para expresarme correctamente, yo perdí a quien creí que era la mujer destinada para mí, pero hoy sé que no es así, sin más dije_ encontré a mi mate_
Aunque espere una mirada de incredulidad de su parte, su rostro solo mostró altivez y orgullo.
_Ya era hora hijo mío._ tomo mi mano y la apretó suavemente.
_Como puede ser verdad?_ espero encontrar una respuesta que aún no puedo resolver.
_Amir, Ámbar nunca fue tu destinada, tú la amabas y eso es cierto, pero te aferraste a ella aún más luego de todo lo que sucedió en tu vida. No podía decirte la verdad, no hubieras creído en mí en ese entonces. El destino es sabio y acomoda las piezas del tablero, para reunir a las personas indicadas en el momento correcto._
_ Como lo supiste? Como sabias que ella no era?_ Sus palabras incrementaron mis dudas.
_Primeramente, no te comportabas como un mate, nunca fuiste posesivo con ella, sus olores no se mezclaron, por lo tanto no fui la única que se dio cuenta. En un principio creí que era así y por razones de edad, ya que la loba de Ámbar no despertaba aún, no se concretaba el lazo. Cuando su cumpleaños número 18 llegó, acompañado de la llegada de su loba, pude confirmar mis sospechas. Ella lo sabía, pero no dijo nada. Y por último y más importante, Yago no la reconoció como suya._ Hasta nana sabia lo de Yago, que ciego estuve.
_No quise escucharlo, siempre corte todo intento de conexión por parte de él._ baje mi mirada a la taza, aunque tener esta conversación en otro momento hubiera arruinado mi mes entero, hoy solo aclara mis dudas y alimenta mis esperanzas.
_Si, pude notarlo con el tiempo. Y es momento de volver a unirte con él, vas a necesitar a Yago para proteger a tu mate, hoy más que nunca ya que ella es humana._ como puede saber algo así?
_No me mires así niño, si ella fuera como nosotros, o no hubieras vuelto a casa o ella ya estaría acá._ reímos como hace años no se escuchaba entre estas paredes. Le conté todos los detalles de Lucy, como nos conocimos y hasta la cita que tendremos mañana.
No puedo dejar pasar esta oportunidad, aunque ella no es licántropo siente la conexión de una manera más débil, pero debo enamorarla y conquistar hasta lo más profundo de su alma, y es lo que voy a hacer gustoso por el resto de mis días.
… Lucy…
Volví a casa con las compras, me prepare una rica cena. Unas imágenes revivieron el momento de unas horas atrás, en ese mismo living donde estuve tan cerca de Amir. El aroma de sándalo y menta, se intensificó como si aún continuará aquí y mi piel se erizo al instante.
Lleno la tina, me sumerjo mientras observo por la ventana que da a un bosque, la luna brilla en lo alto, la paz ronda en esta hermosa ciudad. El paisaje es fantástico, los árboles se mecen suavemente por la brisa constante. Un aullido interrumpe mi paz, observo con atención intentando ubicar la procedencia del sonido. En un cercano claro de ese mismo bosque, logró vislumbrar un pelaje blanco como la nieve moviéndose lento pero firme, fijo mi vista en tan majestuoso animal, sin poder verlo completo. La curiosidad ganó, salgo de la tina y me visto rápidamente, bajo al living y observo por la ventana que da al bosque y lo veo, un imponente lobo, con un tamaño enorme, su pelaje totalmente blanco inmaculado, se encuentra sentado en sus patas traseras a pocos metros, sus ojos de un color verde agua brillan como dos diamantes. Abro poco a poco la ventana intentando no provocar su huida, sacó mi celular para tomar una foto y veo desde la pantalla, al hermoso lobo acercarse lentamente hacia mí. Ante la impresión suelto mi celular que cae en el costado de la casa, y el animal se detiene a dos metros de distancia, mirando cauteloso, no me produce miedo, me tienta acercarme y acariciarlo, pero una alarma dentro de mi cerebro me alerta de lo peligroso que puede llegar a ser un animal de su magnitud. Me concentro en cada detalle de la magnífica escena, el lobo da otro paso cauteloso, como si él tampoco quisiera asustarme, dejo mi mano extendida hacia afuera y lentamente se acerca. Siento su suave pelaje rozar la punta de mis dedos, es un animal único, su húmeda nariz toca la palma de mi mano, lo dejo hacer mientras se remueve como un cachorro que busca atención. Lo dejo por un segundo, y me dirijo a la puerta delantera, al parecer el lobo está domesticado, quizás se escapó de sus dueños, doy la vuelta topándome con una imagen alucinante. El lobo se encontraba medio recostado sobre el pasto apoyado en sus codos delanteros junto a mi teléfono. Me acerco cautelosa, bajo su mirada intensa y tomó mi celular, la gran bestia blanca me empuja con su cabeza suavemente y caigo con mi espalda en su estómago, apoya su hocico en mis piernas. Nos quedamos cerca de una hora en la misma posición, sintiendo la suave brisa del verano, el calor que emanaba de su cuerpo era sumamente placentero y su pelaje blanquecino suave como el terciopelo.