Rosalie:
Renesmee. Era la niña más dulce que había tenido el placer de conocer. Incluso más perfecto que el pequeño Henry. Tenía el color de cabello de Edward, pero eran rizos perfectos hasta la barbilla. Sus pequeñas y regordetas mejillas tenían un rubor rosado permanente mientras que el resto de su piel era porcelana.
Sus ojos me fascinaron. Eran los ojos de Bella, sin duda, pero parecían demasiado inteligentes para alguien tan joven.
Me senté en el sofá, el diminuto cuerpo envuelto en una manta blanca y le estaba dando de comer una botella de sangre.
Carlisle me había dicho que le diera el resto de la sangre humana que estaba almacenada arriba hasta que llegara a casa con Emmett y Esme. Dijo que volverían lo antes posible. Supuse que eso significaba esta noche como muy pronto.
De repente, Renesmee escupió la botella de su boca y soltó un gemido. La levanté para que su cabeza estuviera sobre mi hombro y ella yaciera verticalmente sobre mi torso. Al darle palmaditas en la espalda, sentí algo cálido y ligeramente pegajoso rodando por mi espalda y por toda la parte de atrás de mi camisa, ¡algo empapándose en mis rizos rubios que tan perfectamente había hecho esa mañana!
¡Me vomitó encima!. Me di cuenta.
Pude escuchar a Edward resoplar divertido desde donde tenía a Bella mientras trataba de mantenerla con nosotros.
Cambiando mi posición para mirar hacia el lado ensangrentado del sofá, tomé el engendro del diablo para mirarla a los ojos y dije; -¡Me vomitaste!.
-Todo lo que hizo fue sonreír y provocar una risita linda e inocente de su boca.
-¡Vamos, Rose!. ¡Ella es demasiado linda para estar enojada!. -Dijo Alice, colocándose frente a mí y asomando su cabeza por encima de la de Renesmee.
-Tienes razón. Mírala por un minuto, tengo que ir a cambiarme. -Le dije, entregándole a Alice la niña que se reía antes de correr escaleras arriba hacia mi habitación y la de Emmett.
Murmurando maldiciones en voz baja, rápidamente me cambié la blusa azul ensangrentada por un suéter negro y me recogí el cabello, ¡después de lavarme la sangre, por supuesto!.
Cuando regresé a la sala de estar, la sangre había sido lavada del sofá de cuero blanco. Alice estaba acostada en él, su diminuto cuerpo de bailarina solo ocupaba alrededor de dos tercios del sofá. La pequeña Renesmee, necesitamos encontrar un apodo para ella, estaba encima de Alice mientras Alice la arrullaba.
-Pudo haber sido peor. ¡Podría haberte escupido fórmula de bebé por la espalda en lugar de sangre!. -Dijo Alice con su voz de campana.
-¡Cállate Alice, o la próxima vez puede vomitarte por la espalda!. -La amenacé, solo por ser una hermana mayor.
En ese momento, en lugar de un silencio sepulcral, se oyó un sonido procedente del piso de arriba.
Carreras. Golpeteo. Descomunal. Un corazón, cambiante.
-¡Realmente funcionó!. -Dije, genuinamente sorprendida.
-¡Lo sabía!. -Alice vitoreó, dándole a Renesmee un beso en la mejilla, me entregó el bebé y se alejó saltando en dirección a la habitación de Jasper y ella.
-Para que lo sepas. -Le dije a Renesmee. -Soy el cuerdo. Nunca escuches lo que dice tu tía Alice.
-Renesmee soltó otra carcajada feliz de bebé antes de estirar la mano y colocarla en mi mejilla. Solté un grito ahogado cuando fui asaltado con imágenes. Era como si una película estuviera jugando en mi mente.
Era una escena que había visto hace sólo unos momentos. Bella, hundida, frágil y sangrando yacía en la cama de hospital esterilizado en el estudio de Carlisle. Edward estaba cubierto con la sangre carmesí de su esposa y olía maravillosamente. Jacob le estaba diciendo a Bella que se quedara con él, perro asqueroso, y pude ver un ligero destello de rubio que obviamente era mi cabello.
Algo era diferente en la escena esta vez. Había un aire de confusión alrededor del cuerpo de Bella.
Cuando Renesmee apartó su palma en miniatura de mi cara, las extrañas imágenes de película desaparecieron. Reemplazado por la familiar y pálida sala de estar de nuestra casa.
La confusión fue repentinamente clara. Renesmee se preguntaba por Bella. Su madre.
-Esa es tu mami querida. ¡Ella te protegerá y te amará y pensará que eres la niña más perfecta en todo el mundo!. -Le dije, abrazándola cerca de mi cuerpo.
Se acurrucó más cerca y comenzó a arrullar mi collar y trató de colocar el gran colgante con el escudo de los Cullen en su pequeña boca.
-No, Renesmee, no puedes comerlo. ¿Todavía tienes hambre, cariño?. -Le pregunté a la niña.
Ella arrulló de nuevo y lo tomé como un sí. Tomé la botella de sangre, que todavía tenía la mitad de la taza llena y se la puse en la boca. Lo amamantó hasta que se quedó dormida.
Sus párpados revolotearon con sus sueños y solo podía imaginar con qué estaba soñando esta pequeña niña inocente. En las tres horas que llevaba viva ya había pasado por demasiado. Desde su nacimiento violento hasta su primera vista desde la sala de estar, el sofá estaba cubierto de sangre y sus padres se retorcían de dolor o se negaban a dejar al otro lado porque era insoportable. No estaba sola, no, estaba lejos de estar sola, pero le faltaba algo. Se estaba perdiendo el amor y la felicidad que se suponía que venían de su madre y su padre. Ella extrañaba a su familia.
-Alice, ¿cuánto tiempo le tomará a Bella cambiar?. -Pregunté, deseando que fuera un cambio rápido para que Renesmee pudiera tener a sus padres.
-Tres días. Sería más corto, pero Bella tiene tantas lesiones que tomará más tiempo. Se rompió la columna, y eso nunca es algo bueno. -Explicó Alice.
-Está bien. -Suspiré. Estos serían tres largos días con Renesmee queriendo y preguntándose acerca de sus padres. Trataría de hacerlo soportable, porque eso era lo que ella se merecía.