La luz de la venganza

13.- Seis años

Aurora

¿Has experimentado aquella sensación de sentir que lo tienes todo con una persona pero que es el tiempo incorrecto para que los dos estén juntos?

Quizás algunos ya lo hayan sentido, otros apenas estén en esa etapa y otros que ni siquiera tienen una mínima idea de lo que les estoy diciendo.

Pero es aquella sensación de que tienes el mundo en tus manos, donde todo se visualiza de miles de colores que te regresan a la vida, pero por las inseguridades que alguno de los dos tiene, aquello que está por nacer se tiene que detener para que los dos hayan sanado todas las heridas que se albergaban en sus corazones.

La sola idea de tener que decirle adios a esa persona puede volverte loco, pero en el fondo de tu corazón y alma sabes que es lo correcto, porque puede que sea lo mejor para la otra persona.

Y el tan solo pensar en decir adiós me dolía más que cualquier otra cosa que haya experimentado en la vida.

–¿Ya puedo abrir los ojos?– escuché como el motor del coche se detuvo.

Desde hace unos minutos Luca me había pedido cerrar los ojos, porque quería que todo fuera sorpresa hasta el último momento.

–No te desesperes, bonita– se desabrochó el cinturón de seguridad y el sonido de la puerta cerrándose resonó en mis oídos.

«Tranquila, él no te abandonará»

Unos segundos después mi puerta se abrió y una de las manos de Luca se entrelazó con la mía insitandome a que saliera.

Al solo poner un pie fuera del coche pude escuchar el sonido de las olas, el olor a la arena y el fresco aire del lugar pego contra mi rostro.

–De seguro sabes dónde estamos, pero por favor finge impresión cuando te deje abrir los ojos– suplico como un niño pequeño.

Asentí con una leve sonrisa en el rostro, era como estar conviviendo con un niño pequeño, de esos que hacen algo para sus padres y después se los muestra como la mejor maravilla del mundo esperando por su aprobación.

Sus manos fueron hasta mis hombros, nuestros pasos iban al mismo compás, aunque mi respiración y corazón se habían acelerado ante su tacto.

Al ir adentrandonos en la arena el sonido del choque de las olas hizo que se intensificara y el aroma de la arena mojada hinundara mis fosas nasales.

Nuestros pasos se detuvieron y fue entonces que la barbilla de Luca se poso sobre mi hombro.

–Bonita, ya puedes abrir los ojos– susurro cerca de mi oído.

Al irlos abriendo la playa fue lo que se presentó ante mis ojos, con el azulado mar que chocaba contra la arena haciendo una melodía con su sonido, el sol estaba en un punto intermedio donde se podía decir que era la hora gris, donde no es ni de día ni de noche.

–Es hermoso– mi sonrisa se ensanchó al ver tal paraíso.

Era como ver un lugar sacado de una película de fantasía, aunque claramente esto nunca se podría comparar a aquello ya que las maravillas que nos muestra el mundo superan a la ficción.

–No tanto como tú– su espalda volvió a ponerse recta– ¿Nos sentamos? Tenemos muchas cosas que hablar.

Él fue el primero en sentarse sobre la arena, lo mire por unos cortos segundos para confirmar que lo que haría está tarde sería lo correcto, porque él merecía algo más, algo mejor.

Me senté a su lado extendiendo mis piernas y dejando que la arena hiciera contacto con mi piel, nuestras miradas estaban al frente y por unos momentos solo fuimos él y yo en un mundo lleno de personas.

La única música que se escuchaba a nuestro alrededor era la del mar contra la arena y el cantar de los pájaros que volaban para llegar a su hogar.

–Siempre he conocido a los Vicari, de hecho mis padres y los tuyos tienen negocios– él rompió el silencio sin dejar de mirar al frente– han sido amigos desde siempre y tienen una muy buena relación.

–¿Tu, como supiste que ellos me habían encontrado?

–Bonita– su rostro se acercó quedando a pocos centímetros del mío– yo fui quien te encontró. Aquella noche donde nos topamos y vi tus ojos supe que eras tú.

–¿Con solo verme a los ojos?– eleve una ceja con duda.

–Unos ojos tan hermosos como los tuyos jamás podría olvidarlos aunque pasarán mil años. Después de esa noche le dije a tus padres, ellos quisieron ir por ti al primer instante pero les dije que esperarán un poco, así yo podría ver si tú recordabas algo o estabas completamente en blanco acerca de ellos.

–Entonces es por eso que me decías su apellido– deduje al instante en que él termino de hablar.

–Exacto– su rostro se volvió a alejar del mío– no sabes cuánto te extrañe todos estos años, desde que tome el mando del negocio de mis padres estuve ayudando a Stefano a buscarte, pero siempre había algo que nos impedía seguir con tu búsqueda.

–Pero ahora estoy con ellos, después de trece años.

Después de una vida llena de engaños por fin estaba teniendo la verdad, la vida me estaba recompensando por todo lo que alguna vez había perdido.

Y entre esas cosas se encontraba los padres que tanto había anhelado tener desde que me apartaron de su lado.

Todo hubiera sido diferente si tan solo yo nunca me hubiera ido de su lado, aquella tarde donde nos mandaron esa emboscada debí de haberme quedado junto a Eleanor, y quizás todo ahora sería muy diferente.

–Despues de trece años te volví a ver– su mano acaricio mi mejilla– y nunca más te dejaré ir.

Sus verdosos ojos estaban sobre los míos, podía notar que retenía algunas lágrimas al igual que mis ojos las retenían porque gracias a Luca yo estaba de nuevo al lado de Stefano y Eleanor.

Pero en unos minutos toda la magia terminaría y todo volvería a ser como antes de conocerlo.

Porque él estaría mejor sin mi, él necesitaba a una mujer que no estuviera sucia por dentro, una mujer segura de si misma y que no esté llena de inseguridades que la destruyen día con día.

Alguien que pueda darle la estabilidad que él se merece.

–¿Y si bailamos?– ladeó la cabeza.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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