La luz de la venganza

19.- Papá y mamá

N/A: Lean este capítulo con la canción de No te has ido y ya te extraño/ Aitana.

Aurora

El duelo es una de las cosas que el ser humano siempre tendrá que experimentar lo quiera o no, sentirá como una gran parte de su alma se va de su cuerpo dejándolo con un vacío que será muy difícil de volver a llenar.

Porque aquel espacio siempre estará abarcado para aquella persona que se fue y nos dejó con miles de huracanes dentro de nosotros.

Pero te puedo asegurar que a pesar de todo el dolor habrá personas que estarán a tu lado para ayudarte a sanar, te impulsarán a seguir en tu día a día y volver a ver la vida de colores. Solo es cuestión de tiempo.

Nunca olvidarás a esa persona, simplemente su recuerdo dejara de dolerte y cuando sus recuerdos vuelvan a tu mente en vez de llorar solo habrá sonrisas en tu rostro e inclusive podrás reír porque sabes que esa persona fue feliz.

–En unas horas sale mi vuelo– comento Luca a mi lado.

¿Cómo decirle que quiero que se quede a mi lado pero por el momento no puedo ofrecerle nada porque aún no he sanado al cien por ciento?

Quiero que se quede a mi lado para toda la vida, no quiero que se vaya seis años de mi vida porque no se lo que haré sin él.

¿Cómo le digo que me he enamorado de él y no puedo imaginarlo lejos de mi pero que por el momento no quiero una relación?

–¿Quieres que te acompañe al aeropuerto?– murmuré en voz baja.

Los dos estábamos con la vista al frente, estabamos sentados al pie de las escaleras esperando porque su coche llegará para que él pudiera irse.

–No– negó varias veces– si vas al aeropuerto no creo poder irme, mi corazón se destrozara al verte como agitas tu mano diciéndome adiós.

–Tienes razón– asentí.

Porque quizás lo abrazaría tan fuerte que no lo dejaría ir nunca.

Recargue mi cabeza sobre su hombro, su respiración y la mía iban al compás, ninguno dijo nada más.

Quizás no era el momento, quizás no tuve la suficiente valentía como para pedirle que se quedara a mi lado, quizás los dos necesitábamos tiempo y estar separados hasta que yo haya cerrado todas mis heridas.

–Te voy a extrañar, mi bonita– dejo un casto beso sobre mi coronilla.

No pude decirle que yo estaría contando cada segundo de esos seis años para volver a verlo, no pude siquiera decirle un te quiero o un gracias por haber estado conmigo en el momento donde más lo necesitaba.

Un coche azul marino se estacionó frente a nosotros, de él descendio un hombre que comenzó a subir las maletas de Luca a la cajuela.

Los dos nos pusimos en pie, sus manos entrelazadas con las mías hicieron que miles de emociones se albergaran en mi interior.

Sus verdosos ojos me miraban como lo más bello del mundo.

Nunca podría olvidarlo, con el cabello obscuro cayendole sobre la frente de forma despeinada, un traje negro y una camisa blanca porque ahora él era el líder de la mafia en Estados Unidos.

–Te amo– susurro para que solo yo pudiera escucharlo.

Mis ojos comenzaron a retener todas las lágrimas.

¿Por qué lo seguía alejando? Porque todavía tenía muchas grietas en mi corazón que no se las quería pasar a él.

Porque no quería dañarlo con todos mis problemas, y se que solo es cuestión de tiempo para que yo termine por sanar sola.

–Nos vemos en seis años en la playa, mi bonita– me dejó un corto beso en la frente.

Sus manos abandonaron las mías para comenzar a caminar y subir al coche en la parte trasera.

¿Terminaría así?

Claro que no, Luca y yo teníamos una historia de amor pendiente que retomariamos en seis años cuando los dos hayamos madurado y yo haya sanado.

Baje las escaleras para tomarlo del brazo y hacer que volteara a verme, pase mis brazos alrededor de su cuello y dejé un delicado beso sobre sus labios.

Él alargó el beso por unos segundos más, sus manos se posaron en mi cintura y con tan solo ese beso me sentí desfallecer.

Cuando sus labios se separaron de los míos junte su frente a la mía cerrando los ojos.

–Yo también te voy a extrañar, y no me preguntes que porque te alejo, eso te lo diré en seis años en la playa– deje reposar mi cabeza sobre su hombro unos cortos momentos– vete, o se te hará tarde.

–En seis años me tocará robarte un beso– comento soltando una pequeña risa que me contagio– hasta pronto mi bonita.

Su cuerpo se separó del mío, sus ojos me recorrieron una última vez antes de subir al coche.

En solo cuestión de minutos desapareció de mi vista, Luca ya estaba en camino al aeropuerto y no lo volvería a ver dentro de 2,191 días.

Me encamine hasta mi habitación pero en mi camino me encontré con el amargado de Sebastián.

–¿Le digo un secreto?– una mejilla la tenía más inflada que la otra por la paleta entre sus labios.

–¿Cuál secreto?– entrecerre los ojos.

–A veces las segundas partes no funcionan– paso por un lado mío caminando hasta perderse entre los pasillos.

Sin duda ese hombre y yo nunca nos llevaríamos bien.

___

Eleanor y Stefano estaban sentados enfrente de mi con los rostros neutros, se daban pequeñas miradas y luego volvían sus ojos a mi.

–¿Sucede algo?– ladé la cabeza.

No habían pronunciado una sola palabra en casi cinco minutos, y eso ya era un récord para ellos ya que siempre se la pasaban hablando.

–Princesa, es que...– Stefano titubeó en decirme, pero al ver mi cara de confusión siguió con lo que decía– sabes a lo que me dedico, mi negocio no está aquí, sino en Italia. Se que está reciente lo de tu amiga pero...– lo interrumpí.

–Quieren volver a Italia– termine de decir por él.

–Quiero entrenarte así como lo hicieron conmigo para que lleves mi negocio en unos años.

Los dos asintieron al mismo tiempo, las manos de los dos estaban entrelazadas, estaban esperando porque les diera una respuesta.

–Solo si tú quieres– comento Eleanor.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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