La luz de la venganza

32.- Traición

Aurora

Me deje caer sobre uno de los sofas pasando las manos sobre mi cabello y jalar uno mechones para quitar y eliminar un poco la frustración que me invadía.

Necesitaba olvidar, alejarme y sentir que todo estará bien, que todo terminara como en un cuento de hadas con su final feliz, donde los villanos terminan sufriendo por todo lo que le hicieron a los protagonistas.

Estoy cansada, de sentir que no puedo y que en cada momento de mi vida me quiero arrepentir de todo esto, mandar a lo más profundo de mi mente aquel pensamiento de desaparecer del mundo y solo hacerme un ovillo debajo de las sábanas de mi habitación.

Quiero sentir en mi cuerpo aquella adrenalina que varios mafiosos dicen que sientes cada vez que ven sufrir a sus enemigos, pero simplemente no puedo. Esa persona no sería yo.

Creo que soy la peor mafiosa que pudo haber existido en el mundo, no tengo la fortaleza que se necesita en este negocio, no tengo las suficientes hagayas para terminar con la vida de un ser humano y mucho menos me gusta ver sufrir a las personas por mucho daño que me hayan causado.

A través de la puerta entraron unos mechones obscuros junto con unos ojos verdes y juguetones que al instante me tuvieron en su campo de visión.

–Buenas noches, mi bonita– entró y se quedó parado en el umbral de la puerta– ¿Le apetecería a está bella mujer cenar conmigo bajo la noche estrellada mientras estamos en su jardín?

–Es una oferta verdaderamente tentadora– me robo una pequeña sonrisa que trate de ocultar.

–¿Vienes, bonita?– ladeó la cabeza tendiendome su mano.

Me puse en pie, entrelace su mano con la mía sintiendo la calidez de sus dedos bajo los míos.

–Vamos, cariño.

–¿Lo puedes decir de nuevo? Es que se escucha muy bien en tus labios– negué.

Pensé que se rendiría, pero fue entonces que sus labios me robaron un corto beso, quise decirle algo pero fue entonces que su mano jalo de mi para llevarme al jardín con él.

___

–Esto es una estafa– se quejo Luca mirando al cielo mientras yo intentaba reprimir la risa que quería brotar de mis labios– está lloviendo.

–¿Qué no estaba estrellado?– alce una ceja.

–En mi defensa cuando llegue todavía estaban las estrellas– se defendió con una sonrisa ladina– pero no importa. Con tu compañía me basta y sobra.

Me tomo de la cintura pegándome a su cuerpo en un abrazo que me tomo por sorpresa, sus labios apresaron los míos en un delicado beso que se convirtió en mi todo.

No fue un beso de aquellos que desbordan pasión desenfrenada, no, fue uno de esos besos adolescentes. Dónde no hay nada más que los sentimientos que se sienten él uno por el otro. Son aquellos roces que te ponen la piel de gallina por todo lo que sientes dentro de ti.

–¿Ya te dije lo mucho que te amo?– unió su frente a la mía.

–Si, pero sigue diciéndomelo que me encanta como suena en tus labios– una sonrisa atravesó la comisura de mis labios.

Y es que cada te amo que salía de sus labios dirijido a mí me enamoraba más que el anterior.

–Te amo, te amo, te amo, mil veces te amo– dejo un casto beso sobre mi coronilla.

Abrazados así parecíamos dos adolescentes teniendo su primer romance, de aquellos que se quedan enterrados en tu corazón de todos los sentimientos que se hicieron sentir el uno por el otro.

De aquellos que te destruyen pero a la vez te hacen crecer y ser una mejor versión de ti mismo.

–Vamos a comer– entrelace su mano a la mía.

Comenzamos a caminar uno al lado del otro, y más que adolescentes parecíamos una pareja de recién casados que estaban en plena luna de miel, todos acaramelados y sin ganas de separarse un solo segundo.

Luca tenía razón en algo, con su compañía me bastaba y sobraba, no importaba en que lugar estuviéramos mientras nos encontraramos juntos y felices.

___

El césped bajo nosotros, sus brazos alrededor de mi cintura y aquella risa que nunca me cansaría de escuchar.

Estábamos en el jardín de la casa platicando de cosas sin sentido, de trivialidades que brotaban de cosas estúpidas pero que para nosotros eran los mejores temas de conversación.

Su risa combinada con la mía.

Sin duda me dejaría matar con tal de repetir estos momentos una y mil veces.

–Perdon por interrumpir– Steven se quedó de pie frente a nosotros con una expresión seria.

Y cuando ponía esa expresión solo indicaba que algo había salido mal, que había malas noticias y para nada me gustarían.

Me puse de pie y Luca me siguió detrás de mi, Steven titubeó, se mordió el labio inferior tratando de evitar mi mirada.

–Entraron al lugar donde tenías a Olivia y Andrew– informo de forma pausada.

–Ese hijo de puta del infiltrado– pase una mano por mi cabello llena de enojo– ¿Se llevaron a Andrew y Olivia?

–No– negó– pero... Ya supe quién es el infiltrado, ayer por la tarde lo escuché dando la información y lleve a Olivia y Andrew a la mansión.

–Dime el nombre de ese gilipollas– le ordene, sus ojos saltaban de un lugar a otro– ¡Dime!

Se quedó por varios segundos en silencio, pero cuando dijo su nombre no me lo pude creer, una parte de mi corazón se quebró porque nunca lo hubiera imaginado de él.

–Es Sebastián– murmuró por lo bajo.

–No– negué– ¿Estás seguro?

–Lamentablemente si– asintió bajando la mirada.

–Detengan su vuelo a Italia y llévalo a la mansión.

Volvió a asentir antes de girar sobre sus zapatos y hacer lo que le había ordenado.

Alguien más me había traicionado, pero no era cualquier persona, era al tipo que yo consideraba mi amigo. Y por muy distantes que estuviéramos no me creo merecer esto, ¿O si?

–¿Bonita, estás bien?– la mano de Luca se poso sobre mi hombro.

–Creo que no– mis ojos comenzaron a retener las lágrimas.

Pero claramente no las derramaria, no las merecía por mucho que me doliera su traición.

No, no iba a llorar por Sebastián.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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