La Luz Del Seraphiel

El Dilema De Daniel

El aire se llenó de gritos desgarradores y el sonido del viento azotando, mientras el colectivo y Laura caían desde quince metros de altura. Daniel se quedó paralizado, sus ojos abiertos de par en par, mientras observaba la pesadilla que Asmodeo había desatado. El dolor y la desesperación inundaron su ser, sintiéndose completamente impotente.

No... esto no puede estar pasando.

Pensó Daniel, su mente intentando procesar la horrible realidad frente a él. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, mientras veía a su tía Laura y a las personas en el colectivo, todos ellos atrapados en una caída mortal.

El corazón de Daniel latía frenéticamente. Sentía que cada latido era una daga clavándose más y más en su alma.

- No puedo dejar que muera ninguno de ellos - murmuró, su voz apenas un susurro en medio del caos.

Asmodeo, flotando con una sonrisa malévola, observaba el sufrimiento de Daniel con un placer evidente.

- Vamos, Daniel - dijo, su voz goteando con sarcasmo - ¿No eres el héroe? ¿No ibas a salvar a todos de mi maldad?

La risa de Asmodeo resonó en el aire, un sonido cruel que intensificó la agonía de Daniel. El demonio disfrutaba de cada segundo, deleitándose en la desesperación del adolescente.

- Tu sufrimiento es delicioso - dijo Asmodeo - Mira cómo te retuerces de impotencia. Es exactamente lo que mereces.

Dentro de su prisión mental, Azrael sintió el tormento de Daniel como un eco de su propio dolor. Aunque atrapado en un sueño sin fin, la conexión con Seraphiel y Daniel le permitió percibir el horror de la situación. La culpa y la impotencia lo asfixiaban, sintiéndose completamente incapaz de ayudar.

En los reinos celestiales, Seraphiel y Gabriel observaban la escena con una mezcla de horror y urgencia. Seraphiel sintió cada grito, cada lágrima de Daniel como si fuera propia.

- No puede ser...- murmuró, sus ojos llenos de desesperación.

Gabriel, también afectado por lo que veía, apretó los puños con fuerza.

- Debemos hacer algo - dijo, su voz firme pero llena de angustia - No podemos permitir que Asmodeo destruya más vidas.

Seraphiel cerró los ojos, concentrándose en la conexión que compartía con Daniel.

- Debemos darle la fuerza para actuar - dijo, su voz llena de determinación - Debemos hacerle saber que no está solo.

En la tierra, el tiempo parecía detenerse para Daniel. En un instante que pareció eterno, sintió una ráfaga de energía dentro de él. Una luz cálida y reconfortante lo envolvió, y en su mente, escuchó una voz familiar.

Daniel, no estás solo. Usa nuestra fuerza. ¡Actúa ahora!

Era la voz de Seraphiel, llena de esperanza y poder. Daniel sintió cómo la energía divina fluía a través de él, fortaleciéndolo.

No puedo fallar,.pensó, su determinación renovada.

Con un grito de pura voluntad, Daniel extendió las manos hacia el cielo. Una luz brillante surgió de su interior, envolviendo tanto a Laura como al colectivo. La caída se desaceleró, y ambos comenzaron a flotar suavemente hacia el suelo, salvándose del impacto mortal.

El rostro de Asmodeo se torció en una mueca de disgusto.

- No puede ser...- murmuró, observando cómo su plan era frustrado. La ira y la frustración lo llenaron, su maldad intensificándose.

Daniel, respirando con dificultad pero lleno de una nueva esperanza, se levantó.

- No permitiré que sigas haciéndole daño a los inocentes - dijo, su voz firme y llena de convicción - Voy a detenerte, Asmodeo.

Asmodeo, sintiendo la amenaza real que representaba Daniel, dejó de lado su sonrisa macabra.

- Esto no ha terminado, humano - dijo, su voz baja y amenazante -Volveré por ti. Y la próxima vez, no serás tan afortunado.

Con un último rugido de frustración, Asmodeo desapareció en un torbellino de oscuridad, dejando a Daniel, Laura y las personas del colectivo a salvo pero profundamente afectados por lo que acababa de suceder.

En los reinos celestiales, Seraphiel y Gabriel intercambiaron miradas.

- Él tiene el poder para enfrentarlo - dijo Seraphiel, su voz llena de esperanza - Pero necesitará nuestra ayuda.

Gabriel asintió.

- Y la tendrá - dijo con firmeza - No dejaremos que caiga. No esta vez.

La batalla contra Asmodeo continuaba, pero ahora, con la conexión fortalecida y la determinación renovada, Daniel y sus aliados estaban más preparados que nunca para enfrentar la oscuridad. La esperanza brillaba, y la luz de Seraphiel guiaba su camino.

El ángel se desvaneció instantes luego frente de Gabriel para regresar al interior de Daniel, ya que Seraphiel estaba re-encarnado en él. Solo que por breves instantes su conciencia podía desprenderse de su ahora cuerpo mortal para dirigirse a su patria celestial.

Pero Seraphiel se sentía cómodo junto a Daniel viviendo como un humano.

Soy el ángel protector de la humanidad, no está nada mal vivir como humano. Detendremos a Asmodeo y salvaremos a Azrael de una vez por todas. Daniel y yo los protegeremos a todos.

Seraphiel, quizás no lo hayas notado, pero tú ya te redimiste. Estás perdonado hermano.

Aquello fue lo que Gabriel pensó mientras observaba a Seraphiel siendo el humano Daniel.

 




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