Daniel había caído en las garras de Asmodeo quien no solo logró anular al completo la luz de Azrael sino que se fusionó con él volviéndose uno solo, tal como lo había deseado.
Pudo utilizar el intenso dolor del ángel caído en su propia contra y ahora la conciencia de Azrael se había sumido en la total oscuridad. El cuerpo del hermoso ángel pudo destruir la fealdad física del demonio aflorando al completo tal como solía ser cuando vivía en los cielos. Pero ahora sus alas tan hermosas eran negras como la oscuridad que lo consumía por dentro.
Azrael había dejado de ser un ángel para volverse un demonio de intensa maldad que solo albergaba en su mente deseos de destrucción. Comvertiría al mundo en un desolado desierto de dolor y caos como tributo a Gabriel, el arcángel que no solo lo desterró sino además lo transformó en ese cruel demonio aprisionando su alma angelical.
Para ello atrapó a Daniel llevándoselo consigo al centro de la ciudad donde el caos se hubo desatado entre los humanos poseídos por los demonios de rango inferior enviados por Azrael y aquellos humanos que no fueron poseídos, quienes corrían aterrados debido a la intensa crueldad de los otros.
Gritos y desastres se sucedían, las vidrieras de los locales de venta eran destruidas por los humanos poseídos, como así también los locales en sí. Sillas volaban con los aires, muebles destruidos estaban exparcidos por las calles.
Autos chocados yacían abandonados en plena avenida junto a semáforos intermitentes de luz amarilla. Azrael junto a Daniel llegaron instantes luego colocándose en el centro de la plaza principal desde donde podían contemplar aquel descontrol.
Daniel hacia intensos esfuerzos por liberarse del control del demonio, sabía perfectamente lo que le estaba ocurriendo. Podía ver y oír a todas las personas gritar y correr. Veía el sufrimiento de todos desde su prisión mental desesperandolo a más no poder.
La luz no puede ser vencida por la oscuridad. Azrael por dios detente. Eres un ángel amigo, ambos lo somos.
Corrección, fuí un ángel. Pero ya no lo soy más. Y todo gracias al cielo y a Gabriel.
Puedes redimirte amigo, te dije que te ayudaría a lograrlo.
No hay redención para mí.
Si la hay, no te dejes llevar por la oscuridad ¡Tú no eras así!
Vamos Seraphiel, solo estoy haciendo lo que nuestro amigo Gabriel me ordenó al transformarme en Asmodeo.
Por lo visto pudiste recuperar tu apariencia original, significa que la redención está cerca.
Las burlistas carcajadas de Azrael lo desesperaron mucho más que el espectáculo desvastador que tenía frente suyo. Daniel no permitiría que los inocentes sigan sufriendo así, y Seraphiel no estaba dispuesto a abandonar a su amigo Azrael.
El ángel que yacía en el interior del humano abrió sus ojos para ver a través de los de Daniel al tiempo que canalizaba su luz para desintegrar las cadenas mentales que la oscuridad había colocado en él.
De repente una intensa luz brillante envolvió a Daniel devolviéndole la Libertad perdida. El humano lanzó un grito de esperanza renovada al tiempo que se preparaba para presentarle batalla a la oscuridad una vez más.
Azrael no pudo evitar sorprenderse al ser testigo una vez más del intenso poder de quien en el pasado había considerado su amigo, junto a ese humano que parecía no conocer el significado de las palabras rendición y derrota.
— Detente Asmodeo, déja a éstas personas en paz — exclamó Daniel con voz firme.
— Ya no soy Asmodeo, volví a ser Azrael. Y no pienso hacer lo que me pediste ¿Qué harás al respecto...humano?
— Te salvaré Azrael, y a todos los que están prisioneros de la oscuridad — las alas blancas de Seraphiel aparecieron en la espalda de Daniel en esos momentos — ¡Los salvaré a todos! ¡Te sacaré de esa prisión de oscuridad en la que te encuentras atrapado Azrael!
Una cegadora luz emergió del interior de Daniel y se extendió a su alrededor a varios métros a la redonda encegueciendolos a todos por unos instantes.