La oscuridad que había envuelto la ciudad se esperaba, como una manta de desesperación que amenazaba con sofocar la última chispa de esperanza. En medio de este apocalipsis, la batalla final entre Azazel y Seraphiel se desató con una furia y determinación que desafiaban el propio equilibrio del universo.
Azazel, una monstruosidad de sombras y maldad, rugía con una furia descontrolada. La esfera dorada en su mano irradiaba un poder oscuro, un faro de desesperación que alimentaba su fuerza. Pero Seraphiel, con su luz celestial, se enfrentó al demonio con una valentía y una pureza que parecían inquebrantables.
— Tu tiempo se ha acabado Azazel — dijo Seraphiel, su voz resonando como un trueno de justicia — La luz prevalecerá.
Azazel, cegado por su propia maldad, lanzó un ataque devastador. Las sombras se movieron como serpientes venenosas, envolviendo a Seraphiel en un manto de oscuridad. Pero él ángel, con la fuerza combinada de Daniel, conjuró un resplandor cegador que rompió las cadenas de sombras
La lucha era intensa, un ballet de luz y oscuridad, dónde cada golpe era una batalla entre esperanza y desesperación. Seraphiel se movía con una gracia divina, sus alas brillando con una intensidad que cortaba la oscuridad como una espada de luz. Azazel, aunque poderoso, sentía la presión de la pureza de Seraphiel, su maldad desmoronándose ante la luz implacable.
En un momento crucial, Seraphiel vió una oportunidad. Con un movimiento rápido y decisivo, arrebató la esfera dorada de las manos de Azazel. La esfera, una manifestación de poder oscuro, brilló con una luz cegadora cuando Seraphiel la sostuvo.
— ¡Ian! ¡Azrael! — gritó Seraphiel, lanzando la esfera dorada hacia sus aliados.
Ian, con las alas de Azrael desplegadas, atrapó la esfera dorada. Asmodeo, a su lado, brillaba con una luz radiante, sus ojos llenos de determinación. Juntos, utilizaron el poder de la esfera para cambiar el curso de la batalla.
— Ésta vez, la luz prevalecerá — dijo Asmodeo, su voz resonando con una convicción celestial.
Ian y Azrael, junto a Asmodeo, canalizaron el poder de la esfera dorada, puroficándola con su luz. La esfera, que antes irradiaba maldad, comenzó a brillar con una luz pura y celestial. Azazel, sintiéndose su poder desmoronarse, rugió con furia y desesperación.
— ¡No! — gritó Azazel, su voz llena de una maldad impotente — ¡Esto no puede estar pasando!
La balanza de poder comenzó a inclinarse. Seraphiel, con sus fuerzas renovadas, lanzó un ataque final contra Azazel. La luz celestial envolvió al demonio, desintegrando sus sombras y purificando su maldad. Azazel,. debilitado y derrotado, cayó al suelo, su forma física desmoronandose en un torbellino de sombras.
— Es el fin Azazel — dijo Seraphiel, su voz resonando con una fuerza de la justicia divina.
Con el último estallido de luz, el cuerpo de Azazel fue despedazado, su espíritu atrapado por la esfera dorada. Las sombras que lo rodeaban se disiparon, y los demonios, ahora sin líder, fueron arrojados de regreso al abismo,.condenados a permanecer allí por una larga temporada.
La luz de Seraphiel, Azrael y Asmodeo brillaba intensamente, iluminado la ciudad con un resplandor celestial. Las almas de los habitantes, atrapadas en el interior de la esfera dorada, comenzaron a regresar a sus cuerpos. Era como si un río de luz fluyera hacia ellos, restaurando sus vidas y esperanzas.
— Mira Daniel — dijo Seraphiel, su voz llena de alivio y alegría intensa — Las almas están regresando.
Las almas liberadas de su prisión oscura, volvieron a sus cuerpos como una lluvia de estrellas cayendo del cielo. Cada alma era un destello de luz que reanimaba la ciudad, devolviéndole su vitalidad y esperanza. Los habitantes, al despertar, sintieron una paz y una claridad que no habían conocido en mucho tiempo.
— Lo logramos — murmuró Ian, sus ojos brillando con lágrimas de alegría — Lo logramos.
Asmodeo, ahora un ángel de luz pura, miró a sus amigos con gratitud y orgullo — Si, lo hicimos. La luz ha triunfado.
Daniel, con Seraphiel dentro de él, sintió una paz profunda.
— Juntos somos más fuerte. Y juntos hemos salvado a esta ciudad.
El Cielo que antes estaba oscuro, cubierto de sombras se despejó revelando un amanecer radiante. La luz del sol bañaba la ciudad, simbolizando un nuevo comienzo y una esperanza renovada. La batalla había terminado y la victoria de la luz sobre la oscuridad era completa.
La ciudad, ahora llena de vida y esperanza, era un testamento del poder de la redención y la fuerza de la unidad. Seraphiel, Azrael y Asmodeo junto a Daniel e Ian,.se convirtieron en símbolos de esperanza, recordatorios de que incluso en los momentos más oscuros, la luz siempre encuentra una forma de brillar.
El espíritu de Azazel, atrapado en la esfera dorada, era un recordatorio de la maldad que había sido derrotada. Y mientras los demonios permanecían en el abismo, la ciudad y sus habitantes disfrutaban de una paz que no habían conocido en mucho tiempo.
La victoria de la luz era completa y el equilibrio entre la luz y la sombra se había restaurado. Pero los héroes, sabían que la lucha por la esperanza y la redención nunca termina. Y así, en el constante equilibrio entre luz y sombra, la batalla por el alma de la humanidad continuaba, un recordatorio eterno de que siempre hay una chispa de esperanza y redención