Melany Russo
Son las nueve de la mañana y aún seguimos en Italia, digamos que Cecilio tiene un gran poder de convencimiento, ya que nos íbamos temprano, pero pidió que nos quedáramos a desayunar y ¿Quién soy yo para negarme? Después de todo no le veo seguido.
— Ahora si nos vamos.— digo bebiendo todo el contenido de la tasa de café.
— Ya los dejo ir, tengan mucho cuidado, me llamas al número de emergencia si pasa algo. ¿Entendido? — dice dejando un beso en mi frente.
— Sí. Te quiero viejo convencedor.— le digo dándole un abrazo.
— Viejo el sol y aún brilla, cariño. Te quiero mucho mi niña, cuídate, no dejes que nadie te haga sentir inferior, recuerda que eres una Russo.
Sam y yo vamos donde se encuentra la Lamborghini Urus, nos despedimos agitando la mano de un lado a otro.
Ya cuando tomamos camino al aeropuerto Sam dice.
— Amo a tu abuelo, es una persona maravillosa, ¿Quién diría que el fue líder del imperio Russo?, es un amor de persona.
— La personas que están muertas por su causa no dice lo mismo.— digo y ríe.
...
Desde que llegamos mi hombres no han parado de buscar las bodegas perteneciente a Martin Romanov, no está tan fácil buscarlas, ya que algunas se han esparcido por los diferentes parientes de Martin.
—¿Qué haces?— entra Lizzy interrumpiendo mi concentración.
— Estoy buscando algo, ayer en la mañana fui atacada y uno de ellos tenía la RRF.
— Pero fue eliminada.— dice ella asombrada.
— Sí, eso pensé, pero al aparecer está devuelta.—declaro.
Me concentro en la pantalla intentando encontrar la bodega, luego de un rato y con la ayuda de Will y Lizzy encontramos una que se ve algo sospechosa, ya que esta se encuentra abandonada, pero por dentro da señales de altas tecnologías y según el registro esta no está a mano de Jackson lo que lo hace más sospechosos.
— Si me preguntan, por todos los aspectos está seria.— Insinúa Lizzy.
—Según la fuente le pertenecía a Elizabeth Romanov, sobrina de Mark, pero después de su muerte paso a ser de Mark.— informo.
— ¿Entonces estás insinuando que Mark Romanov tiene algo que ver con el regreso de la RRF? — cuestiona Will.
—Simplemente, es lo que dice la base de datos.
—Entonces un Romanov estaría rompiendo el tratado de 1985.— dice Lizzy.
— Exacto.
— ¿Cuándo actuamos?— pregunta Dilan.
— Ahora mismo.— Determino.
— Voy con ustedes.— se une Lizzy.
— Bien. Díganle a Sam, los espero en cinco minutos listos.
Salgo con dirección a mi oficina, necesito hacer una llamada, después de todo ayudo.
— Ya tengo la dirección.— digo cuando contesta.
— ¿Cuándo atacarás?— pregunta.
— Hoy mismo, quiero acabar con esto antes de que empeore.
—Exacto, adelantarte a los acontecimientos, así sabrás los movimientos de tu enemigo antes de que lo haga.— me felicita Cecilio.
—Te dejo, me voy a Rusia.— me despido.
Cuelgo, tomo mis armas y navajas las pongo en diferentes partes de mi cuerpo haciendo difícil que se puedan notar.
Bajo al garaje donde me esperan todos esperando mis órdenes.
— Sam, Will y Lizzy vienen conmigo, Dilan, te encargo a los otros, haz bien el trabajo.— digo y todos salimos del garaje con camino al aeropuerto.
Cuando llegamos hay dos jets esperándonos, yo piloto el primero y Dilan el otro.
...
Luego de un tiempo llegamos a Rusia, todos nos bajamos y subimos a camionetas, nos dirigimos a la casa de seguridad que compre hace un año para mis operaciones en el país.
Cuando llegamos instalamos todo el equipo de inteligencia, Will proyecta el plano de la bodega y comienzo a ordenar.
—Liam, Dexter, Víctor, Rea y Jana necesito que cubran nuestras espaldas como francotiradores.— ellos asienten.— Dilan te quiero vigilando el perímetro con diez hombres. Sam y Lizzy vienen conmigo.—Asienten.— Will harás lo que mejor sabes hacer. En cinco minutos nos vamos, los quiero listos para lo que sea.
— Sí, Patronne.— responden con mi apodo de la francesa.
Salgo de la habitación y voy a la habitación en donde se encuentra el arsenal de armas para poder afilar más mis navajas, presiento que hoy las usaré.
Cuando termino de afilarlas se me aparece Lizzy.
—¿Qué pasa?— le pregunto al verla casi llorar.
— Nada, solo que la presión y ansiedad me está matando, Lincon, mi primo me está presionando con esto de la mafia.— dice, las manos le tiemblan.
—Lo entiendo, has padecido del trastorno de ansiedad desde que estábamos en Brainstrong y ahora que Lincon te presione lo empeora.— dejo las navajas sobre una mesa.
— Simplemente, no soy soportando. ¿Qué crees que debería hacer?—dice sentándose arriba de una mesa.
¿Me está pidiendo consejo de asuntos familiares a mí? Una persona que mato a su familia y que solo le queda su abuelo.
— No creo ser la persona indicada para dar concejos.—digo cargando mi arma.
—Cierto.— suspira.— ¿Qué harías si estuvieras en mi situación?— pregunta.
—Le daría un balazo entre ceja, pero como no creo que busques eso, demostrar que puedo con todo lo que se presente.— digo guardando mis armas.
—Lo intenté, pero aún sigue esperando más de mí, nada de lo que hago es suficiente.— comienza a llorar.
Ay no, no soy buena con esto, fácilmente le recomiendo que se suicide, pero no puedo decirle eso, es prácticamente mi mejor amiga, no puedo hacerle eso.
— ¿Eres suficiente para ti?— pregunto y se queda mirándome.
— Sí, me siento feliz conmigo misma.— responde.
—Entonces dile al estúpido de tu primo que se vaya a la mierda que si no está conforme que se joda. Ósea quiero dejar dicho que es mejor que estés bien contigo misma antes que con otros.— odio dar concejos.