La ventana de la cocina
Ahora me encuentro aquí, viendo a través de la ventana de mi cocina mientras pensamientos sobre lo sucedido recorren mi mente como si un maratón se tratase. Todavía no sé cómo explicar lo que paso, mucha sangre es lo que recuerdo, las paredes, mi ropa llena de ese líquido carmesí, me daban nauseas solo de recordarlo…. Todo fue tan rápido………….
Recuerdo que estaba en mi habitación, una habitación oscura y fría, me atrevo a decir que daba mala espina, solo podía escuchar mi respiración, como mi pecho subía y bajaba en cada bocanada de aire. Intentaba quedarme dormida cuando un olor a azufre invade mis narinas y mis sentidos, apoderándose con el tiempo de todo el lugar. Era un olor muy raro, pero a la vez familiar.
Decidí en ese momento salir de mi habitación e ir a investigar la causa de ese horrendo olor que afectaba a mi cabeza. Bajaba las escaleras para ir a la planta baja cuando los vi, mis padres tirados en el suelo de la casa rodeados de un gran charco de sangre, nunca olvidaré la expresión en sus caras, el terror que reflejaban, tenían la boca abierta señal de que gritaban, pero no los escuché.
Me acerqué a ellos porque no lo podía creer, los torturaron hasta matarlos, pero lo que más llamó mi atención fue un símbolo marcado en la frente, símbolo que muchas veces había aparecido en mis sueños, pero nunca logré descifrar su origen… Y fue ahí cuando la primer lagrima salió, sentía que todo era mi culpa.
De repente, escuche a lo lejos una risa, una risa que daba escalofríos, una risa malvada. Decidí ir a confrontar a aquello que causo tanto daño. Me levanté nuevamente y con torpeza fui directamente a la cocina, lugar de donde provenía aquel tenebroso sonido. Y ahí estaba, un hombre de gran altura, cabello negro como la oscuridad y ojos de fuego y una gran sonrisa siniestra que abarcaba toda su cara, lo que más destacaba; un gran sombrero que adornaba su cabeza.
Me quede congelada, exactamente no era por el miedo que me causaba, sino que yo lo conocía, era aquel sombrerero que salía en mis sueños al pie de mi cama mientras me sonreía.
- ¿Quién eres? – dije con la voz ahogada, quedando atrapada entre mis cuerdas vocales congeladas del miedo como yo estaba ahora. - ¿Qué quieres? –volví a preguntar, eran las mismas preguntas que hacía en mis sueños, pero ninguna con respuestas
- No es mi deber contestarte, pero si es mi deber decirte que ellos te quieren – dijo aquel ente siniestro ladeando un poco la cabeza.
- ¿Ellos? No entiendo –dije confundida mientras se aceleraba mi respiración, era la primera vez que me contestaba
- El infierno te quiere a ti, debes escoger –dijo acercándose queriendo tocarme con sus grandes manos huesudas. – Nos perteneces –dijo antes de cubrirse en llamas y desaparecer….
Ahora me encuentro viendo a través de la ventana de mi cocina, ahora se que la historia que me contaban mis padres era cierta. Aquella humana cuya vida había sido reclamada por el mismo infierno, aquella alma condenada a arder en llamas, aquella vida humana que se convertiría en demonio.
“Incluso los demonios tienen demonios que los atormentan”