¿Vienes?

A partir de ese día decidí quedarme a vivir un tiempo con las hadas, más que nada para conocer más sobre la magia, soy un simple herrero humano algo como la magia sin lugar a dudas es fascinante para alguien como yo, por fortuna todas las especies son libre de visitar por tiempos prolongados las otras ciudades este acto se le conoce como: “Friyi”, y es justamente cuando alguien ajeno a la raza vive por un tiempo (no mayor a 4 meses) en una ciudad diferente, trabajando con ellos o sirviéndoles dependiendo el caso.

Los días pasaron y conforme todo iba avanzando yo me iba enamorando más y más de esta ciudad, lamentablemente después de esos 4 meses no puedo volver a realizar un Friyi hasta que no haya pasado un año completo (afortunadamente en este mundo los días solo duran 287 días) Como soy herrero el único trabajo en el que podía desempeñarme adecuadamente era justamente en cosas que tuvieran que ver con el hierro o acero, por fortuna las hadas son demasiado refinadas, entonces crear utensilios para ellas fue de lo más simple, no es por presumir pero como soy el único herrero en mi ciudad natal mis habilidades no hacen más que crecer día con día, y a eso sumarle que para el “Día de la cacería mágica” Soy el único disponible para forjar armas… Todo simplemente cuadra a la perfección; Antes se dijo que en el mundo hay paz y esto es verdad y es todo gracias al “Día de cacería mágica”, es una regla que no puede ser violada y a la cual todos tenemos derecho, consiste en que un día bajo la luz de la luna “Avia” aquellos que tengan algún problema con alguna otra raza (o la propia) lo resuelven en un duelo de cualquier índole, ya sea intelectual, de fortaleza, o cualquier cosa que se les ocurra, incluso juegos de mesa… Pero al ser miembro de la raza más idiota y problemática de todas… Los problemas de los humanos son usualmente arreglados en alguna pelea a puños o con armas y es aquí donde mi gran habilidad se deja ver, pues siempre soy quien forja todas esas armas para esos tarados.

• ¡Así que aquí estas! – Dijo una voz en mi odio derecho.
• … - No pude identificar de quien era, y comencé a voltear a todos lados intentando mirar a alguien. - ¿Quién es? – Pregunté sin dejar de voltear, ya que no había encontrado a esa persona.
• ¡Estoy por aquí! – Dijo la voz a mi derecha. – o… ¿Quizás por acá? – Repitió a mis espaldas.
• ¡Oh vamos! – Grité con fuerza, me levante y gire tan rápido como pude mirando que aquella chica que me acompaño (y abandono innumerables veces) volaba alrededor mío mientras se reía porque no la podía ver. – Si, si… Muy graciosa chica: “Tengo alas y puedo presumirlas”
• No estoy presumiendo estas hermosas, aerodinámicas y muy estéticas alas. – Dijo acicalándoselas y acariciándolas mientras era evidente que las presumía.
• ¿Ah, sí? – Respondí yo retándola. – Pues yo tampoco estoy presumiendo esta, horrible, sin forma y completamente irrelevante roca. – Dije levantando una piedra cualquiera del suelo, y después lanzándola a mi espalda.
• Me agrada que sea así. – Me contesto aquella hada dejando de volar y caminando alrededor de mi fragua y mis herramientas. - ¿Qué es todo esto? – Preguntó con curiosidad.
• ¿Qué es todo esto? – Le replique yo con demasiada sorpresa. - ¡Como puede ser posible que no conozcan las fraguas!
• Mmm, pues tenemos esto… - Dijo a la vez que movía sus dedos haciendo que el agua danzara en la palma de su otra mano.
• … - Simplemente me quede callado con un dedo levantado y la boca abierta, a lo que ella comenzó a reír, pues sabía que había ganado. – Podrás haber ganado la batalla mas no la guerra… - Le respondí. – Esto es una fragua, estética, hermosa y completamente funcional y sí, yo si la presumo pues me ha costado bastante construirla en esta ciudad… Sirve para crear cosas como esta.

Al terminar de hablar fui hacia mi fragua y comencé a crear un tenedor lo más perfecto que pude, al terminar se lo entregué a aquella chica y ella sin saber que era o para que servía únicamente lo observo por varios segundos sin hacer algo más.

• Y… ¿Esto es? – Preguntó.
• Un tenedor… - le dije y lamentablemente su expresión no fue lo que esperaba… Imaginaba que diría algo como: “¡Oh que hermoso artefacto, quiero otro!” y ahí yo aprovechar para cobrarle los dos… pero, pues no fue así. – Sirve para comer sin mancharte las manos…
• ¡Oh! – Respondió ella, fingiendo completamente la sorpresa. – Muy funcional sin lugar a dudas…
• ¡Ya dilo!, ¿Qué hice mal?-  Le cuestione.
• Las hadas no necesitamos algo como esto. – Su voz y expresión seria le duro muy poco pues apenas terminar de hablar soltó una carcajada que se escuchó hasta el centro de todo el mundo. – Nosotros somos magia pura y nos alimentamos de magia… No somos como ustedes, los demás seres vivos.

Curiosamente mientras hablaba su voz se fue tornando ligeramente triste, daba la impresión de que ella en realidad no quería ser un hada.

• ¿Estás bien? – Pregunté.
• ¡Claro! – Dijo ella alegremente una vez más, después volvió a prender vuelo y se alejó de donde yo estaba, y estando unos metros alejada regreso la mirada y gritó. - ¡Hínie!

Al terminar de decir esa palabra simplemente sonrió y ya no la pude ver más por haberse alejado, al menos lo bueno de todo esto es que ahora sé que los tenedores, cucharas o similares no me sirven de nada en este sitio… Pues ahora resulta que estas criaturas ni siquiera sienten hambre o sed, espera… Me quede pensando, ¡Si sienten sed!, giré rápidamente la cabeza y a mi alrededor vi a bastantes hadas bebiendo agua de algunos lugares en lo alto pues como la ciudad estaba cubierta por agua todo les quedaba encima, rápidamente vi una mina de oro aquí y comencé a forjar nuevamente un artefacto, esta vez algo que sin dudas me sacaría de la pobreza, termine por hacer algo donde ellos pudieran meter agua y llevarla para todos lados, y con esto mi estadía estaría asegurada, ya les soy de utilidad lo cual es la única condición a cumplir si alguien quiere vivir en una ciudad que no es la suya.