La magia primigenia

19.- Un secuestro inesperado

Después de varias horas volando llegamos a la ciudad de Roma, era plena tarde y podía ver como las personas miraban el cielo con enojo cuando pasaba Tenebris encima de ellos, imagine que el aura del engaño nos hacía algo que no se veía mucho en la ciudad de Roma. Llegamos hasta el coliseo romano, Ana Carolina me había indicado que las cuatro espadas se encontraban en un cofre que se encontraba escondido como base de uno de los pilares, me dijo que para encontrar el camino entre tantos pilares debía confiar en ver con la magia el rastro de esencia mística que de ellas emanaba.

Concentré mi energía para poder ver ese rastro, pero no podía distinguir nada más que el impresionante lugar en donde me encontraba tenía gran parecido con el de la isla, aunque este era más pequeño y tenía un valor histórico incalculable.

De pronto comencé a escuchar unas voces y pasos apresurados, le indiqué a Tenebris que volara para no armar un gran alboroto, y corrí a esconderme. Mientras corría comencé a distinguir unos destellos de pequeños círculos de colores que flotaban en una dirección, y los seguí.

Llegué a un pilar que estaba diseñado para formar un arco junto a otro, en la base de éste estaba una marca, era una estrella de cinco puntas encerrada en una espiral, en cada punto de la estrella había un triángulo en la punta superior derecha, el triángulo estaba con la punta hacia abajo, en el inferior derecho estaba un triángulo con punta hacia arriba, en el lado izquierdo de la estrella era similar, pero los triángulos estaban en posiciones contrarias y cada triángulo tenía una línea que pasaba por el medio, sobre la punta del centro de la estrella estaba una esfera. Puse mi mano sobre el símbolo y la pared se desmoronó, dejando ver un orbe de oro nada ostentoso, lo tomé y corrí de inmediato hacia el centro del coliseo.

Al llegar al centro llamé con un grito a Tenebris, pero justo en el momento que la llamaba por segunda vez vi salir de la penumbra de una puerta un león negro, su tamaño era de unos 3 metros y su melena parecía plata por los rayos de luz, sus ojos era de color oro y sus colmillos eran blancos como la nieve. El león avanzaba lentamente hacia mí, mientras se movía podía distinguir como unas sombras volaban alrededor del gigantesco león.

Vi como el león se puso en posición de ataque y se lanzó hacia mí con un salto, estiraba sus patas mientras sus enormes garras salían de las almohadillas. Sus movimientos eran perfectos y por muy poco logré esquivarlo, casi tropiezo con mis propios pies, pero mantuve el equilibrio. Sabía que no podía llamar la atención, de forma que tomé la decisión de correr hacia afuera del coliseo.

Miraba cada tanto del camino hacia atrás para ver si el león ya no me perseguía, pero parecía que tuviera una especia de rastreador. La gente miraba horrorizada la escena, podía escuchar gritos y uno que otro “un leone fuggito dallo zoo”

Esperaba que Tenebris bajara en cualquier momento y me salvara de aquella bestia, pero parecía estar ocupada o muy lejos. Después de pasar una estructura de arco que debía ser un lugar histórico por la cantidad de turistas que se encontraban en el lugar, todos ellos volteaban ver la escena de persecución y algunos hasta tomaban fotos.

Final mente llegue a un callejón sin salida, el letrero de no pasar en la pequeña verja que evitaba el paso a una edificación llena de arcos como portales. Giré para ver por dónde podía escapar, pero ya era tarde, esperaba que el león me atacara, pero este se quedó quieto viendo hacia donde me encontraba con una gran ira. Una de las sombras que lo rodeaba se acercó a mí.

-Gracias por abrir la puerta, es una lástima que debas alimentar al Umbrauri.

La sombra regreso hacia el gran felino, invoqué de inmediato un látigo de agua y lo ataqué primero, la sorpresa en los ojos de la criatura no duró mucho para convertirse en rabia. Lanzó un manotazo que me obligo a agacharme, lancé el látigo con la esperanza de tomarlo por el cuello, pero no tuve tal suerte y le asesté un golpe en el hocico. El león se lanzó con furia de un gran salto, pero su tamaño no lo dejo caer como quería, agradecí el suelo irregular que nos rodeaba y solté un grito desesperado para que Tenebris me escuchara, salte a la derecha esquivando la garra del león y rodé por debajo de él para poder estar a su espalda. En ese momento escuche el rugido de Tenebris que volaba sobre mí, los turistas que estaban cerca gritaban de horror y uno que otro tomaba fotos y escribían en sus Smartphone.

Tenebris voló cerca del suelo y sujetó al león con sus garrar traseras, lo elevó y lanzó hacia el norte.

Corrí a buscar un lugar donde Tenebris pudiera aterrizar para poder subirme en ella y volar. Cuando íbamos a despegar una de las sombras del león negro apareció y me pasó por el cuerpo, la experiencia me dejo helada la sangre, en mi mente se comenzaron a dibujar los últimos momentos de esa sombra que alguna vez fue un hombre normal, quien había sido elegido para combatir con criaturas mágicas. La última criatura lo atrapó en un mundo que se creó en uno de los cuartos de preparación, y poco a poco ese lugar fue olvidado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.