Tenebris había cambiado su apariencia levemente, ahora parecía más alargada, sus alas habían adquirido una tonalidad blanca y sus escamas negras ahora reflejaban la luz de tal forma que parecía un espejo.
Ella acercó su morro hacia mí y cuando se lo acaricié como saludo pude ver nuestras magias conectándose poco a poco, ella había cambiado junto a mí. Ahora ella no solo era un dragón también era algo nuevo.
Ana me miró y con una pequeña sonrisa me indicó que debíamos seguir. Montamos a Tenebris y Claryti para dar alcance a los dos demonios que faltaban.
Volamos hasta el pueblo por donde habíamos pasado cuando llegamos al rescate de Ana, pensamos que el pueblo estaría lleno de confusión y alboroto por ver a dos seres mitad serpiente, mitad hombres de escamas rojas y verdes, pero al llegar al pueblo notamos que era muy tarde ya todo había sido destruido. Desde el cielo podíamos ver casas en ruinas, el pueblo ahora era un lugar desierto y aunque eso nos pareció raro no le dimos importancia, aterrizamos buscando un sobreviviente de la catástrofe, pero no encontramos nada más que destrucción.
Ana me indicó con un movimiento de cabeza que no había nada más que hacer en el pueblo y decidimos ir en dirección a Ecuador. En ese lugar se encontraba la finca de Cronos, y tal vez en ese lugar hubiera algo que nos ayudara.
Volamos por el cielo en dirección sur por varias horas hasta encontrar tierra, la velocidad en la que iban los dragones no nos permitía ver nada, solo manchas que pasaban deformadas por el movimiento.
Llegamos a ecuador y fuimos en dirección a la finca, que ahora sabía quedaba ubicada en la provincia de Manabí.
Al llegar, pudimos notar que había crecido un gran bosque de árboles muy poblados, de hojas que no permitían ver el terreno.
Llegamos hasta al granero donde pudimos aterrizar. Al momento comencé a buscar el árbol que había dejado en la granja, pero no lo encontré. A cambio de eso unos hombres salieron del bosque con armas de fuego humanas, y otros hombres con armas mágicas.
Dejamos que nos capturen, pensando que nos llevarían hacia los dos demonios, pero cuando llegamos al centro del bosque solo pudimos ver una hondada llena de tiendas improvisadas y casas hechas a partir de los árboles.
Una voz llamó mi atención. - Nicolás, sabía que no pudiste haber muerto, tu no. -El hombre al que veía en ese momento era el Hechicero Midas, que estaba junto a un hombre alto y de gran garbo.
Midas y el hombre que lo acompañaba vieron a Ana y la saludaron con una gran reverencia mientras al unísono decían.
-Mi señora es una alegría verla.
Ana les respondió la reverencia con un movimiento de cabeza. Pedimos que nos explicaran lo que sucedía. Y el hombre junto a midas comenzó a narrar los sucesos.
-Mi señora y mago Nicolás, me presento como el conde de Saint Germain. Ustedes desaparecieron por diez años. Y en este tiempo la organización que se hace llamar “libre luz” junto a los dos demonios, esclavizaron a casi toda la humanidad. Solo este punto es libre y ahora conocen la resistencia.
Midas lo interrumpió para seguir con la narración.
-Ahora que ustedes han vuelto a aparecer, nos dan más esperanzas…
Ana lo interrumpió tajantemente con la pregunta que yo también quería hacer.
- ¿Cómo que diez años? Solo fue un instante que….
Dejó de hablar y me miró con una mirada de sorpresa y miedo, y comenzó a decirme.
El mundo comenzó a dar vueltas en mi cabeza, pero escuché muy en el fondo de mí ser unas voces que decían.
-Tranquilo Nico, al encontrar a Cronos todo será como antes. Él sabe el camino de regreso.
Recuperé la cordura y expliqué a Ana, Midas y al conde que debíamos encontrar a Cronos, pero Midas y el conde me explicaron que el demonio Kukulkán tenía encerrados a Cronos y a Gaia en su castillo, también me dijeron que el único ser que sabia su ubicación era el demonio Jörmundgander.
Midas tomó mi brazo y lo levantó mientras decía. - El chico de la profecía está aquí, ahora podremos ganar la guerra. -
Una mujer de aspecto vampírico salió de una tienda y cuando pude verla bien, noté la similitud que tenía con quien creía que era mi madre, ahora sentía una poco de alivio.
Ella nos guio hacía una pequeña tienda para que pudiéramos hablar de todo lo que había pasado en nuestra ausencia.
-Mi señor ya había predicho esto, y me indicó desaparecer justo en tu cumpleaños.
La mujer hablaba con una voz dulce que traía a mi memoria un canto de cuna, aunque ahora sabía que ella era un golem mi necesidad de abrazarla me ganó. Todos los presentes fijaron su mirada ante la acción infantil que tuve y al notarlo dejé de hacerlo, fijé mi mirada hacia Ana y pude ver un suave vestigio de sonrisa.