La maldición de Kristelle

Capítulo 2: Miedo en las venas

 

 

 

 

A sus veinticuatro años Rixton aún era de pocas palabras, solía ser silencioso y precavido cuando de asuntos importantes y que podrían poner en peligro su vida se trataba, no le gustaba jugar con algo que podría matarlo, su deber era proteger a los suyos sin importarle quién saliera herido.

 

Una bestia como él no podía dejarse caer por nadie.

 

Observó al moreno de ojos verdes con una mueca, sentado en su silla con una mano en los labio y expresión sería, su mejor amigo era el único en que podía confíar si su amada no estaba, Dorian solía ser incomprensible pero su amistad era única y verdadera. El cabello corto del moreno se le pegó a la frente mientras terminaba de colocarse la playera azul, estaba distraído y la ligera capa de sudor lo delataba. Algo sucedía.

 

—¿Qué…?

 

No pudo terminar de hablar porque las palabras del moreno lo silenciaron.

 

—El lado norte ha enviado información—su voz es ronca y cargada de molestia—. Exigen a la humana.

 

Él se levantó furioso, ¿Luego de dos años pedían a su reina? 

 

—¿De verdad?

 

Dorian percibió el atisbo de ironía en la voz de su alfa, le conocía tan bien que cuando vió que sus ojos azules cambiaron a rojo suspiró dando un paso atrás.

 

—Los problemas con los humanos cada vez son peor, el otro lado pide respuestas y necesitan saber dónde carajo está la chica perdida.

 

—¿Cómo sabes que es Kristelle?

 

El moreno cierra los ojos y gruñe.

 

—La nota del informante dijo: "La princesa perdida ha regresado a casa, pero no hay pistas de la segunda al mando". El problema no consiste en que sea Kristelle, no tengo nada en contra de tú compañera, es solo que es parte de la realeza, ¿desde cuándo nos hemos mezclado con ellos? ¿Sabes el problema que traería con el consejo? 

 

Rixton golpeó con fuerza la mesa de caoba que tenía papeles y bolígrafos, la portátil quedó hecha trizas debajo de sus manos.

 

—Ella no recuerda nada, Dorian. ¿Cómo podría ser descendiente de los del otro lado? ¡No tendría sentido!

 

Mordió sus labios con furia, estaba a nada de explotar y eso sería peor. 

 

—Debemos buscar la manera que recuerde su vida, sé que ustedes se aman y lo respeto con toda mi lealtad hacía ti, pero no podemos arriesgarnos. Si es descendiente, habrá problemas.

 

—¿Por qué?—se burló—, ¿Por qué son el lado oscuro? La reina no es más que una idiota que se dejó someter a la oscuridad de su marido, ¿haz visto a Kristelle? Su alma es pura, todo en ella desprende nobleza, los Relish no tienen bondad.

 

—Oh, amigo… sé que...—fue interrumpido cuando Rixton se tuvo que sentar con las manos en el cuello, frunció los labios, y justo en ese instante su teléfono comenzó a sonar. 

 

Una tormenta se avecinaba y no sabían cómo detenerla.

 

 

Los párpados le pesaron cuando intentó abrir los ojos, su cuerpo dolía y sentía un dolor punzante en su espalda. Temblaba y se le dificultaba respirar.

 

Dejó escapar un quejido cuando se incorpora de pronto e intenta salir de la cama, su cabeza sigue dando vueltas y trata de no caer en la inconsciencia.

 

—Tranquila… estoy aquí, Gheață Prințesă—escuchar su voz la hace temblar sin más y ahogar un sollozo—, calma mi reina.

 

Siente los brazos fuertes de su novio rodearla y es cuando puede abrir los ojos y abrazarlo, es el único que puede ayudarla a reconfortarse. Se sentía perdida y tenía mucho miedo.

 

—Tengo tanto miedo—las lágrimas son imposibles de controlar, ella está cansada de esto, cada vez que la intentan atacar o dañarle siempre sucede lo mismo, la otra persona recibe una descarga y es lanzada metros de dónde se encuentra y ella, débil e inocente terminaba desmayada. Al despertar, lo único que podía sentir era desesperación y dolor.

 

—Estoy aquí—sigue diciendo Rixton con voz rota, lo lástima tanto verla tan asustada y llorando, su cuerpo no deja de temblar y eso le rompe el corazón.

 

—N-no sé qué sucedió—tartamudea con su rostro escondido en la camisa de su novio, y el pelinegro no tenía palabras—, yo no quise… ella estaba…

 

—Tranquila Kristelle…

 

—Te juro que no quería hacerle daño—murmura con ojos cerrados—, estaba molesta con ella pero no quería herirla.

 

Él la alejó de su pecho y apartó las pequeñas lágrimas del rostro pálido de Kris. Parecía un animalito asustado y su rostro se encontraba rojo por las lágrimas. Besó sus labios con delicadeza y acarició sus mejillas con tranquilidad, fue cuando la sintió relajarse.

 

Pegó su frente con la de ella y apretó el agarre para sentirla aún más cerca.

 

—Sabes que siempre voy a creerte, Gheață Prințesă—sus palabras eran suaves y honestas, para Kristelle eran como melodías, no solía romperse frente a otra persona que no fuera Rixton.

 

Ella suspiró con fuerza antes de separar sus frentes y mirarlo a los ojos, el color dorado seguía brillando en sus iris y eso comenzaba a preocupar al pelinegro de ojos azules. 

 

—Me duele la cabeza, Rixton—murmuró luego de un rato, sentía como si un huracán estuviera pasando por su cabeza destruyendo todo a su paso, debilitando sus fuerzas, ella puso una mueca y se separó del todo de él sosteniéndose con ambas manos el lugar donde comenzaba a doler—, ¡Joder, duele!

 

Los ojos azules del joven la observaron atento antes de ponerse de pie con rapidez, lo asustaba cuando estás cosas pasaban y él no sabía que hacer. 

 

—Puedo ayudarte con eso—intentó que sus palabras fueran seguras y no asustarla, el rostro de su novia cada vez estaba más pálido y eso lo tenía al borde de la histeria—, solo déjame…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.