La MaldiciÓn De La Luna Escarlata

CAPÍTULO 8 LA MALDAD Y LA BONDAD NO SE VEN CON UNA MIRADA. SEGUNDA PARTE.

 

Las voces de los brujos viajan en el viento,

Los recuerdos desaparecen al amanecer,

Mil ecos de las montañas te quieren poseer,

Tan cerca y tan lejos de la puerta del infierno.

 

P. F. CANYUL

 

Deje de luchar no me quedaban fuerzas para hacerlo.

Con Miranda encima de mí era difícil respirar, Joshua y Alfonso seguían deteniendo mis piernas.

—   NO PIERDAS TIEMPO. — le gritó Joshua.

Pu desentir que Miranda no estaba segura estaba temblando, pero su deseo era grande quería lastimarme, ya que Eduardo la había terminado después de pelearse con él.

 Todos habían exagerado el encuentro que tuvimos en clase, Luisa era la delegada de la clase no entendía por que había mentido, podía ver que ella planeo este ataque. Jamás lo hubiera imaginado ya que tenia una mirada dulce y siempre me miraba con tristeza.

 

Crash Crash

Alguien estaba golpeando al otro lado de la puerta.

 

—   Miranda se que estas adentro, le he hablado a un profesor si lastiman a Yulianne serán expulsados. — era la voz de Eduardo.

Crash Crash

No dejaba de golpear la puerta.

—   ¡Maldita sea! — dijo Alfonso

El era el hijo del director, podía sentir el temor que le tenía a su padre.

—   Ya déjala, Miranda tenemos que irnos. — dijo Alfonso tratando de quitarle las tijeras.

—   ¡¡¡NOOOO!!!—dijo ella apartando las tijeras.

—   Si me van a expulsar quiero que valga cada maldito segundo y voy a disfrutarlo. — Miranda empezó a cortar mechones de mi cabello.

Al mirar los mechones esparcidos por el suelo empecé a llorar más, siempre había cuidado mi cabello, era debido a mi madre ella amaba trenzarlo cuando era pequeña, mi cabello estaba por debajo de mi cintura desdela muerte de mamá nunca más lo corté.

—   ¡¡¡QUÍTAMELO QUÍTAMELO!!! — Clarissa empezó a gritar y correr por la habitación cayó al suelo sujetándose la pierna.

—   ¡¡¡AYYY!!!— También grito Miranda.

—   Que rayos está pasando. — dijo Tomás que corría para levantar a Clarissa.

Alin estaba a unos metros, sus colmillos estaban llenos de sangre, se veía mas grande, al mirar a mi izquierda pude ver a Joshua arrodillado agarrándose el brazo, Clarissa la pierna al igual que Miranda,tenían grandes cortadas como si una cuchilla los hubiera atravesado.

Vi a Alin dirigirse a Alfonso de manera amenazante, él nisiquiera podía verlo.

¡Ya basta! ¡No los lastimes!

 Quería gritar, pero me era imposible tenía la sensación de que ellos estaban en peligro de muerte.

La puerta por fin se abrió, Eduardo entro rápidamente y se acercó a mi para empezar a desatarme, me quito la mordaza de la boca, yo no podía apartan mis ojos de Alin, quien se había detenido y observaba la situación.

El conserje entro.

—   Por Dios, que estaban haciendo. — dijo este al ver mi situación y la de los demás que sangraban.

—   Ella nos atacó. — dijo Alfonso quien me señalaba, se veía asustado.

—   No digas tonterías, ustedes la estaban lastimando además esta atada. —

Dijo Eduardo quien con cuidado trataba de desatarme, otra vez miles de imágenes bombardeaban mi cerebro.

Me estremecí, el entendió.

—   Lo siento, pero tengo que tocarte para desatarte. — podía percibir la culpa que el sentía, se creía responsable por el ataque de sus amigos y su exnovia.

—   No estu culpa. — susurre.

Me miro desconcertado.

Le sonreí.

Él era un buen chico podía sentirlo, no quería lastimarme.

Saco un pañuelo de su bolsillo y lo coloco en mi nariz.

—Estas sangrando mucho. —

Por un momento olvide a los demás que seguían en el suelo gritando de dolor. El conserje se apresuro a levantarlos, pero Alfonso le dijo que se fuera.

—   Pero joven yo no puedo irme así, tenemos que llamar una ambulancia. —

—   A menos que quieras ser despedido vete, tu no viste nada, ¿entiendes? — Alfonso lo estaba retando con la mirada.

El pobre hombre accedió y se marchó sin decir una palabra más, conocía al hijo del director y este podía hacer su vida un infierno.

—   No creas que te vas a escapar de esto. — dijo Eduardo mientras lo encaraba.

—   Tú también lárgate y si sabes lo que te conviene no vas a decir nada. — los dos semiraron con furia.

Yo solo quería ir a casa, lentamente me puse de pie estaba tan adolorida por todos los golpes que no conseguía erguirme.




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