La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 10. Desconfianza.

Estaba segura de que estaba en palacio pero no recordaba bien el tipo de decoración, quizá más informal.

Camine por los pasillos buscando mi habitación y la encontré, muy diferente también a como la recordaba. Los dibujos, los libros, el color de las paredes y la decoración más infantil. Camine un poco más buscando alguna pista porque no recordaba que mi cuarto estuviese de esa manera.

Imposible, ¿dónde estás Aglae?, madre nos busca para encontrarnos con Nad – apareció Summer por la puerta de mi habitación y se quedó completamente quieta, como si pudiese verme aunque esto era un sueño, nada más que eso, pero ella me mantuvo la mirada un segundo antes de girarse y murmurar algo – imposible, ¿dónde está mi hermana en nuestro cumpleaños número once?

Summer, me encontré con un muchacho – apareció Kalay corriendo a mi habitación – y estaba coqueteando con Aglae – Summer abrió la boca para reprochar que quizá era imposible pero miro a Kalay y ambos entendiendo lo que tenían que hacer y se echaron a correr.

Los seguí y me sorprendí a mí misma al encontrarme dirigiéndome hacia la biblioteca con un chico detrás mío, él con el cabello hasta los hombros de un azabache profundo y esos inconfundibles ojos azules. Rae.

Ellos hablaban y ella lucia molesta, una yo pequeña mientras que cogía con fuerza su libro que al parecer goteaba con un líquido naranja mojando la mesa debajo de ella.

Entraron a la biblioteca y buscaron un asiento alejado y escondido alado de una ventana gigante. Mi lugar favorito.

Kyle no quiso hacer eso – dijo él unos años mayor que yo, quizá dos, quizá tres – así que princesa Aglae, por favor no se enoje.

Bien, lo entiendo – dijo ella abriendo su libro y sacando un hermoso pañuelo de algún lugar de su vestido – solo, por favor – ella lo miro a los ojos un segundo, puede que haya sido eso pero no lo entendió. Él se ruborizo por la cercanía de sus rostros y se notó confusión al percatarse de que había sido su culpa de aquella cercanía pero ella no lo noto y volvió a ver su libro secando las páginas – era de mi abuela – murmuro y él apretó los labios.

– Ni el fuego ni el hielo pueden reparar ese libro – dijo él alejándose un poco.

– Lo sé – ella rio triste – dígame príncipe Rae, ¿qué los trajo aquí?

– Visitas oficiales – volvió a ver el libro y luego a ella con algo que no podía leer bien en sus ojos se quedo pensativa.

– Semillita – apareció otro muchacho, uno mayor que en lo absoluto no había cambiado a como era ahora a excepción de las ropas – vaya, ¿qué le paso a tu libro?

– Un accidente – ella bajo la mirada.

– Bueno, solo es zumo – agito una mano y las gotas del zumo se elevaron dejando las paginas intactas y tan viejas como había sido antes el ejemplar – fácil de reparar – se giró hacia la niña – vamos, tu padre y madre están buscándote.

– Espera – hablo Rae – ¿quién eres tú?

– ¿Yo? Soy Nadzieja. ¿Y tú?

– El príncipe heredero a la corona de la Corte de Invierno. Rae Frio. – el niño se elevó en toda su altura pero Nad rio e hizo una inclinación.

– Ah, el príncipe perdido. También viene conmigo su majestad – Nad me tomo de la mano y comenzó a caminar – también su majestad Summer y su majestad Kalay. Los reyes nos esperan.

Cuando abrí los ojos la combinación de sensaciones, de olores y todo lo demás me pareció extraño, más, nítido. Eso me sorprendió y aún más cuando oí un leve trinar de pájaros justo antes de que otros se unieran y me despertaran por completo.

Fui al baño y me lave la cara y revise el reloj. Las siete de la mañana y se me había ido el sueño por completo. Odie eso pero al menos ahora recordaba cuando había conocido a Rae y comprobé que ya conocía también a Nad, solo que fue extraño llegar al mundo humano para recordarlo.

Salí de mi habitación después de cambiarme y luego a la puerta de la casa viendo a la gente pasar, gente como yo pero encerrados en su propio mundo, con aparatos raros en la mano y cosas que les salían de los oídos o trajes que lucían muy apretados o bolsos de piel de animales en sus manos y espaldas. Todo cuadrado, era extraño.

Me senté en las primeras gradas observando a más gente y sorprendiéndome aun de lo que había visto ayer. Cosas cuadradas que se movían en algo redondo que lo sostenía. Por lectura pude identificar a los coches así mismo como con los celulares y auriculares. Ellos se las ingeniaban para sobrevivir.

¿Qué haces despierta tan temprano? – pegue un salto del asombro pero luego me percate que la sensación que había tenido cuando desperté temprano se había ido por completo y volví a recuperarme aunque me sentía más confiada ahora, eso no debía pasar.




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