La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 14. Cabello largo.

Hace aproximadamente una hora que había empezado a llover, un tipo de lluvia que nunca había visto.

Dicen que en la Corte de Primavera las lluvias son normales pero no en mi corte ni tampoco en la corte de Rae. En general si que era mi primera lluvia pero algo tan espantoso como eso no podía ser normal.

El suelo y el techo retumbaba por el sonido de los pequeños fragmentos de hielo que caían y después el viento que hacia cambiar constantemente la dirección del agua no me dejaban ver mucho por la ventana.

El cielo estaba gris y las farolas de la ciudad se obligaron a encenderse sin ser todavía de tarde y después el tema de la televisión.

Nad estaba tenso, Calíope estaba tensa y el mismo príncipe de invierno estaba nervioso.

Los desastres que antes habíamos visto empezando por lugares de extremo calor o extremo frio se estaban descontrolando aún más, tanto así que de alguna manera el cambio climático ya había logrado afectar a aquella pequeña parte de la tierra en donde estábamos ahora, pero eso no era lo problemático realmente…

– La magia está escapando al mundo humano – declaro Rae tal como sospechaba.

– ¿Podemos hacer algo? – pregunto Calíope pero Rae negó con la cabeza.

– Estoy seguro de que los reyes estarán aturdidos y para ahora ya deben de saber que la Corte de Invierno ha sido traicionada. Deben de estar haciendo lo posible para retener la magia y el caos.

– Estoy de acuerdo – completo Nadzieja.

– Aun así – un relámpago ilumino el cielo y me gire nuevamente hacia la ventana. Esto era malo.

– Esto es…

Una figura grande y felina dio vueltas alrededor del patio. Negro con brillantes y confusos colmillos. El cielo volvió a brillar y los ojos como cuencas blancas en el iris me llamo la atención antes de que un escalofrío recorriese mi espalda, y entonces constantes pequeños golpes en la ventana a medida de que el animal negro se acercaba y un breve zumbido pidiendo ayuda.

Abrí la boca para decir algo pero mis manos fueron más rápidas cuando abrí la ventana, de esa manera junto con una ráfaga helada y mojada entraron tres pequeñas criaturas. Ahora estaban gritando, pidiéndome que cierre la ventana y así lo hice. Los ojos ciegos del animal me contemplaron un largo rato antes de retroceder suavemente en una insinuación de sonrisa y desaparecer.

Me gire hacia los pixie y los afronte. Ellos habían volado al lado de Rae y se acurrucaban en su cuello absorbiendo la poca energía que él podía ofrecerles.

– Príncipe – chillaron al unísono.

– Son pixies. A sido un largo tiempo sin verlos – rio Nad.

– Son pixies de la Corte de Invierno – explique a nadie.

– La reina Breena está preocupada.

– La gema del príncipe heredero ha dejado de brillar.

– Nos mandó aquí como las bestias protectoras pero…

– Gato del inframundo atacarnos y no poder hacer mucho. La magia está desapareciendo.

– ¿La gema del príncipe? – pregunto Nad pero respondí por Rae.

– Son las gemas que representan a los herederos de la familia real. Todas las cortes y todos los miembros reales portan uno que se guarda con sumo cuidado en un templo. Las gemas te dicen cómo se encuentra su portador pero principalmente, cuando uno va a, morir – Rae no dijo nada ante mi explicación porque para él no estaba permitido decirlo, pero era necesario que sepan a qué nos estábamos enfrentando y aunque yo lo explique él trato de no lucir preocupado por el hecho de que yo lo sabía – Si la gema de Rae dejó de brillar eso solo significa que necesita una limpieza de cuerpo antes de hacer otro movimiento.

– Las tres bestias ayudaran a su majestad – afirmaron los pixies que bien podían ser hembras o machos. Con ellos no se sabía de sus géneros pero si de sus preferencias.

– Una limpieza – Rae se levantó.

– Hoy es luna llena, su majestad y realizaremos los procedimientos para la limpieza si es que no le importa.

– Háganlo – ordeno él y los tres pixies desaparecieron en una nube de polvo brillante.

– ¿Qué pasa si no realizas la limpieza? – pregunto Calíope.

– Me volveré un elfo oscuro – Rae me observo y suavemente se deslizo a mi lado obligándome a sentarme en sus piernas, jalándome de la mano. Calíope se puso tensa y Nad aparto la mirada pero, por lo demás me sentí fuera de mi misma hasta que me encontré cómoda en las piernas del príncipe con su cabeza recostada en mi pecho y sus manos envueltas firmemente en mi cintura. Un soporte, me dije.

– Príncipe – mi corazón latía rápido y estaba segura de que él no era el único que podía oírlo porque era en verdad fuerte, aun así permaneció en silencio respirando con aparente calma para volver a hablar.

– Vendrás conmigo.

– Pero su majestad.

– No puedes reprochar ahora – su abrazo se estrechó por un segundo y al momento siguiente estaba libre colocada suavemente sobre el sofá. Rae sonrió pasando una mano por mi cabello y después de eso se fue.




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