La Maldición de Los Pines

Capítulo 19

Dada su experiencia en situaciones pasadas, la opción más lógica era salir de ahí y buscar ayuda, ¿no?

No, eso no iba con él.

Quitó lentamente la mano de la perilla de la puerta y palpó el cinturón comprobando que la pistola estuviera en su lugar, era muy raro las veces que no la llevaba con él, pero no la sacó, al menos que fuera estrictamente necesario no la sacaría.

Se giró tratando de enfocar al intruso, pero la poca –– por no decir que nula –– luz que entraba por las ventanas de la cocina y del salón no era de mucha ayuda. Con mucho esfuerzo pudo distinguir una silueta en el sillón individual del salón, por lo que mantuvo la distancia.

–– ¿Quién es usted?, ¿cómo ha entrado? –– su voz sonó firme.

––Revelar esa información le quitaría lo divertido a la vida, ¿no te parece? –– respondió con el mismo tono automático pero con algo de humor.

––Soy policía, le puedo arrestar por invasión de propiedad privada.

––Hazlo, igual saldrían en menos de lo que canta un gallo –– ¿este tipo de qué iba? –– Mire detective yo solo cumplo con mi trabajo.

–– ¿Y su trabajo es entrar de manera ilegal en mi casa? –– ahora era él quién usado el tono burlón.

––Entre otras cosas –– hizo una pausa, aquella situación le estaba cansando –– no quiero dar muchas vueltas ya estoy cansado de este juego, ¿dónde está la caja? –– directo al grano.

––No sé de lo que me habla –– respondió con honestidad.

––No te hagas el listillo conmigo que no tengo paciencia, ¿dónde está? –– si conseguía la caja, todo se acabaría.

––No me hago el listillo, no sé de qué caja habla.

––Hablo de la caja de madera perteneciente a Audrey Pines, ¿ahora si sabes de que caja te hablo?

Alex tensó la mano que aún seguía en la pistola con fuerza. Estaba seguro que si las bombillas estuvieran encendidas su lenguaje corporal lo hubiera delatado, pero, ¿cómo sabía que él tenía esa caja? Lo que se encontraba en su interior no era de gran valor ni importancia, o eso pensaba él.

–– ¿Por eso ha estado aquí hace semanas?

El hombre soltó una carcajada seca antes de contestar –– Ahora sí nos estamos entendiendo.

––No, no lo hacemos. Ya se lo dije, no sé de lo que me habla, ha estado aquí antes buscándola y no ha encontrada nada porque no la tengo –– se sorprendió de lo seguro que sonó, era muy malo al momento de decir una mentira.

––Mis fuentes me han afirmado que la tenías –– el tono automático y tranquilo abandonó su voz, ahora sonaba enfadado.

––Pues sus fuentes mintieron –– respondió irónico.

––Por tu bien espero que sea así hijo –– quiso creerle, ya estaba harto de que fuera su trabajo, se colocó de pie y sacó una linterna de su bolsillo la encendió y apuntó a la cara de Alex –– mira, no pareces una mala persona por lo que no quisiera gastar mi saliva en vano, espero y no tengas esa caja y si la tienes –– hizo una pausa dándole más dramatismo al momento –– por tu bien dejas las cosas como están, devuélvala al lugar dónde la hallaste o quémala haz lo que sea, pero no te involucres. No sé qué oculte en su interior qué sea tan importante, pero lo es y tú no querrás morir por ello –– comenzó a caminar hacia la puerta sin apartar la linterna del rostro de Alex,  –– casi se me olvida, al igual que la caja deja a la joven Pines en paz.

–– ¿Joven Pines? –– preguntó confundido, la única Pines que conocía –– al menos viva –– era Rose.

––Breela Pines, por tu bien aléjate de ella, no es una advertencia, es una orden. Buenas noches, detective –– dicho eso salió del departamento.

Alex seguía de pie parpadeando tratando de adaptarse a la oscuridad del lugar luego de tener la luz de la linterna en toda su cara. Cuando se adaptó fue al sofá y se dejó caer analizando las palabras del hombre misterioso, se fue no muy convencido de que él no tenía en su poder la caja de Audrey ¿Quién había enviado a ese hombre? ¿Qué tanto ocultaba la caja? Porque en su interior no guardaba gran cosa, solo los recuerdos del romance adolescente entre Audrey y Matt, ¿era por las cartas? Y lo más importante ¿Quién era la fuente que le había dado esa información? Porque hasta donde recordaba no habló con nadie –– salvo con Scivi y de manera indirecta –– sobre lo que pasó en el sótano y la caja, no encontraba culpable. A menos que, no, era imposible; la única persona que le vio esa noche fue la sra. del 3-C pero ella nunca salía de su casa, aunque no podía negar que era extraña y dado a los últimos acontecimos nada era imposible.

Las luces se encendieron haciendo que tuviera que parpadear para adaptarse esta vez a la luz. Se colocó de pie y aseguró la puerta –– tendría que volver a la ferretería –– y las ventanas y corrió las cortinas de estas últimas. Cuando estuvo en su habitación hizo el mismo proceso con las cortinas, asegurado todo movió la cómoda y sacó la caja. No podía negar que se encontraba nervioso, el corazón le palpitaba a mil por segundo, sacó la carta con el número tres en ella, rompió el sobre con la mano temblando y comenzó a leer.

Abril 20, 1918

Matt,

Sí, Matt, qué rápido pueden llegar a cambiar las cosas ¿no?



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En el texto hay: misterio, traicion, pueblo

Editado: 27.02.2022

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