Josh
Quisiera poder decir que aquella noche en la comisaría fue lo peor que nos pasó mientras buscábamos información. Pero en realidad no.
Aunque ese día fue de lo más caótico, lo cierto era que solo fue el inicio. Recibí a la mañana siguiente una lista de correos, amonestando mis acciones como director general. ¿Qué hacía en ese lugar sin permiso de nadie?
Yo me di ese permiso porque ellos no querían que me enterara de la verdad. Me habían involucrado en una problemática que podía meternos a la cárcel por años. Usando mi nombre y mi firma, solo era un conejillo de indias por si tenían que culpar a alguien. Si solo me veían como un peón más, ¿por qué me dieron tal título de poder?
Por otro lado, sabía que Max había visto mi firma en ese documento, sin embargo, no dio señales de desconfiar de mi incluso viendo eso. ¿Cómo era posible?
Esa noche salí de la comisaría pensando en cómo todo eso era el menor de mis problemas.
Kennedy se apareció como un fantasma en la entrada de mi oficina, mirándome con preocupación.
—Tenemos un problema, señor.
Increíble. Solo eso me faltaba.
—Claro, Kennedy, solo falta que nos cague un perro.
Sus orejas comenzaron a enrojecerse y me sentí un poco mal por responder así. Pero últimamente no podía dejar de pensar en la lista de problemas que se acumulaban uno tras otro, como si de una bola de nieve se tratara.
—Lo lamento —comenté enseguida —. ¿Qué sucede?
Kennedy pareció dudoso de comentar.
—Una de las modelos del producto renunció, no tenemos quien muestre los productos para la sesión de hoy.
Apreté los dientes molesto. Siempre teníamos una lista de modelos comprometidas a trabajar en la sesión de fotos del producto y rara vez nos quedaban mal, ¿por qué justo ahora pasaba esto?
Asentí, tratando de pensar en una solución.
Kennedy me pasó la lista y calendario mostrando que todas las modelos que trabajaban para nosotros en este mes estaban ocupadas con otros proyectos. Lo más normal era que ellas hacían un lugar en sus agendas para proyectos como estos y nosotros no podíamos interferir en otras fechas.
Lo habíamos respetado porque todas cumplían, hasta ahora. Entre Kennedy y yo tuvimos que buscar en agencias hasta que llegó Samantha, una de las chicas encargadas del equipo de mercadotecnia y difusión.
—Es una sesión muy sencilla —comentó mostrando el concepto que tendría la sesión. Se basaba en un par de videos cortos para redes sociales haciendo un tutorial de maquillaje y unas cuantas fotos prueba con el maquillaje finalizado. —. Estaba pensando, puede hacerlo alguna de nuestras internas.
La miré, luego miré a Kennedy esperando que tuviera una idea ya que nadie aparecía en mi mente. Los ojos de Kennedy fueron hacia la puerta como si tratara de darme a entender algo. Tan pronto logré comprender lo que quería decir, negué con la cabeza.
La persona que él tenía en mente era Max.
—Estoy seguro que podría hacerlo, la señorita Max es extrovertida y es... bonita —comentó lo último en voz baja como si le apenara admitirlo.
Samantha se irguió enseguida con una sonrisa en sus labios.
—¿Cómo no lo pensé antes? ¡Sí! ¡Con ella puede funcionar! —dijo entusiasta.
Iba a detenerla pero la chica ya había salido de la oficina yendo a buscar a Max. Un par de minutos después, Max llegó de la mano de Samantha medio arrastrada y con una mirada de confusión.
Me miró sin entender qué estaba pasando. Puse mis ojos en blanco.
Ellos no sabían la tendencia que tenía esta mujer a los desastres. Kennedy si, no entendía porque la sugería a ella. Samantha se dispuso a comentarle la problemática y explicarle el proyecto. Max en un principio pareció renuente y me miró a mí, como si buscara mi aprobación.
Alcé mis cejas.
Sí, quizá Max no era fea.
Si era honesto, no prestaba mucha atención. La única vez que noté algo fue cuando la atrapé esa vez en el árbol y sus ojos tenían esa tonalidad verdosa. Su cabello azul siempre estaba hecho un desastre y su vestimenta... su vestimenta consistía en faldas y vestidos con estampados. Aquel día llevaba un vestido largo de rayas con unos converse.
—Supongo que necesitamos tu ayuda —comenté después de un rato.
Y eso fue suficiente para que el proyecto iniciara.
Pero por supuesto que elegir a Max de modelo tendría sus consecuencias.
Habíamos llegado al hotel donde se haría la sesión de fotos. Samantha se había llevado a Max sin decir más para comenzar a arreglarla, mientras Kennedy y yo estábamos en el salón principal platicando con los fotógrafos y el concepto de las fotos.
Habían puesto una mesa llena de bocadillos así que nos acercamos a probarlos. Lo único que llamó mi atención de la mesa fue el café, por lo que fui directo a servirme una taza. Kennedy llegó a mi lado con un par de panes dulces. Lo miré, extrañado de que su propuesta fuera Max como modelo. ¿Desde cuando prestaba atención a la apariencia de mi secretaria?
Kennedy se detuvo de comer al notar mi mirada sobre él.
—¿Pasa algo, señor?
—Tu sugeriste a Max como modelo —tuve la necesidad de soltar sin ningún propósito.
Él asintió.
—Supuse que ella no se negaría a apoyar, señor.
—Dijiste que te parecía "bonita".
Eso lo descolocó de momento, porque pasó una mano por su cabello, mirándome con nerviosismo. Quizá tenía demasiada curiosidad en saber porqué le parecía bonita. No me importaba si le gustaba o algo así, solo tenía curiosidad.
—Solo dije lo que consideré para que la tomarán en cuenta.
Asentí.
¿De todos modos a mi que me importaba si Kennedy veía atractiva a Maxine? Apenas nos conocíamos.
No tuvimos más que decir porque en ese momento llegó Samantha junto con Max. Le habían quitado ese vestido largo y lo habían sustituido por un vestido corto de botones rosado y unos zapatos de tacón del mismo color. El lugar donde se llevaría a cabo el tutorial era una mesa llena de nuestros productos con un fondo blanco. Samantha le dio instrucciones de como aplicarse algunos productos y una maquillada profesional se acercó a cepillar su cabello azul el cual Lucía por primera vez ordenado y muy lacio.