La Marca Sagrada

Capítulo 7

Tolk

—¡Ayuda! — grito con la voz  quebrada por tanto esfuerzo en vano — alguien, por favor, ayuda— digo ya con  resignación,  la noche ha caído y empieza a escucharse el ruido  de animales salvajes, lobos hambrientos o quien sabe que otra aterradora criatura aceche estos bosques, si cuento con suerte, tal vez muera de frío antes del amanecer, <<o quizá puede que viva>> esa voz optimista que siempre ha estado presente a lo largo de mi vida y a la que he intentado hacer callar habla, esta vez le dejo ganar un poco y me aferro a la poca esperanza que me queda imaginando algunos acontecimientos posibles que me permitan salir con vida de aquí.

Si tan solo contara con algunos poderes elficos seguramente saldría de esta rápidamente, y digo algunos porque pedir ser normal a estas alturas de la vida es totalmente imposible, habría que ser tonto para creer que con casi quince años mis poderes mágicamente despertarían, tenía que aceptarlo, soy un elfo sin magia y nada podrá cambiarlo, perderé mi apellido y la herencia de mi padre cuando Aaron me gane en el campo de batalla, tendré que soportar las burlas de mis tíos y los cotilleos de las mujeres de familia y sobre todo, tendré que soportar seguir siendo el hazme reír de toda la ciudad, las lágrimas y la decepción de mi madre, mi madre, ¿en dónde estará mi madre ahora?

No sé en qué momento he vuelto a llorar, a este punto pensé que me había quedado sin lágrimas pero veo que eso tampoco es posible, todo mi cuerpo duele y no sé si es por el cansancio acumulado o por los golpes que recibí de aquel grupo de patanes o las dos cosas, sí, supongo que siempre me he sentido así aunque ahora hayan tantas fuentes de dolor que no me es posible identificar cuál de todas es la que duele más.

Aunque me aferre a la poca esperanza que me queda, cada vez siento menos mi cuerpo, será de frío que moriré, el aullido de los lobos suena cada vez más cerca y siento miedo, pero, nadie puede escapar del destino, quizá debió ser así, morir de este modo es tal vez un poco menos humillante que ser despojado de todo lo que se suponía que debe ser mío a manos de Aaron.

Los árboles se mueven y traen vientos cada vez más fríos, es una noche oscura, no puedo ver lunas ni estrellas, puede que sea porque las ramas del árbol en el que estoy atado me lo impiden o porque esta es una de esas noches en las que todo parece perdido.

Sucediendo todo lo contrario a mis posibilidades la tierra comienza a moverse bruscamente, nunca iba a imaginar que mi situación se podría complicar más, pero mira que morir en un temblor es algo tan poco común hoy en día que es lógico que algo tan malo solo le suceda a alguien en mi condición.

Observo como el movimiento de las ramas de los árboles incrementa y a la vez el frío, estoy demasiado asustado como para poder gritar por ayuda, de todas formas, ¿Quién podría oírme? ¿Quién querría ayudarme?

El aire arrastra consigo pequeñas partículas de polvo que hacen que me pique la nariz y me rasquen los ojos, puedo reconocer el olor de las cenizas a la vez que intento estornudar para que el polvo no obstruya mi respiración, tarea difícil cuando me encuentro atado y débil. El sonido de lobos aullando repentinamente se apaga, los árboles se mueven con más fuerza, partículas de cenizas en el aire aumentan  en número, puedo observar un extraño acontecimiento, seguramente el frío de la noche me está matando y empiezo a tener terribles alucinaciones, las ramas que antes eran verdes ahora se tornan de color plateado, como si  una gran nube de cenizas las cubriera y mi miedo aumenta cuando la tierra empieza a levantar polvo y el árbol en el que estoy atado también empieza a llenarse de esas pequeñas partículas color gris.

Intento gritar pero el asombro mezclado con el miedo de estar viviendo tan terrible experiencia me lo impide, los árboles, ahora color plateado, mueven bruscamente las ramas, pasos acelerados retumban en la tierra, había posibilidades de salir vivo de aquí, habían algunas posibles formas de morir, pero, nuevamente el mundo haciéndome pasar por una mala jugada hace caso omiso a las posibilidades planteadas  y me pone en situación peor que la anterior, la nube de cenizas que se levanta de la tierra crece cada vez más y trato de ahogar la tos pero es casi imposible, los pasos están cada vez más cerca y parecen ser multitud, ¿Qué clase de salvajes criaturas serán? ¿Qué será de mí ahora? ¿A qué dios debo rezar?

A modo de respuesta a la plegaria que directamente aún no emitía, el hombre culpable de que me encontrara en esta situación apareció de la nada.

—No te muevas — me dijo Jhon antes de que yo pudiera articular palabra, rápidamente empezó a desatarme, los pasos resonaban en la tierra y hacían eco en todo el bosque— corre— dijo cuándo me desató completamente.

Jhon empezó a correr mucho antes de que yo siquiera pudiera ponerme de pie, como pude corrí detrás de él tratando de no perderle el rastro pero mis piernas flaqueaban con cada pisada y me era casi imposible alcanzarle, cada vez las cenizas imposibilitaban mi respiración y la falta de aire acabó por complicar mi descoordinación.

—Vamos, date prisa— Dijo Jhon situándose a mi lado y ayudando a levantarme, aunque no me sorprende que haya regresado por mí y una parte de mi lo culpa, acepto su ayuda para poder levantarme y apoyado en él intentamos huir de lo desconocido.

Si no estuviera tan herido probablemente correríamos más rápido, pudiera pensar y sin dudas ninguno de los dos nos encontraríamos en esta situación, las cenizas nos dificultan respirar y la gran nube de polvo gris se alza sobre nosotros cubriéndonos por completo.




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