— Me disculpo si mis comentarios te hirieron. Creo que fui descortés. Sin embargo, no puedo mentir, no importa lo hermoso, angelical, dulce y lindo que te veas, no tienes talento con la música.
El chico ángel infló sus mejillas asemejándose a una ardilla por lo que me dieron unas inmensas ganas de tocarlas. Él se veía tan tierno como un cachorrito. Al verlo así. Solo por un breve momento me sentí un poco mal por haber criticado su música.
— ¿Descortés? ¿No tengo talento para la música? ¿Quién eres? ¿Acaso tú tienes talento? — cuestionó con las mejillas sonrojadas. — Todos dicen que mi música es hermosa, solo algo abstracta. Debes estar enferma de los oídos.
— ¿Abstracta? ¿Acaso es pintura? ¡Tus oídos son los que deben estar mal! El sexy de Beethoven estaría triste por tus comentarios.
— Tú… tú eres tan mala. No me gustas — se quejó.
— Solo estoy diciendo la verdad.
El chico ángel me miró con ojos llorosos, tal vez estaba herido por las críticas que salieron de mi boca. Pero no sabía la razón exacta, por la que lo quería seguir molestando, talvez porque era divertido. Después de todo, las expresiones en su rostro eran todo un poema, como si fuera un libro abierto, ya sea la ira, la alegría, la vergüenza o la tristeza. Todo estaba escrito en su cara. Por lo que no pude evitar preguntarme cómo podía verse tan puro, como si en su vida todo estuviera bien, como si hubiese sido bañado con amor y criado con dulzura.
— Mi música es buena — murmuró no tan convencido, luego como si hubiera pensado en algo, su expresión se tornó horrorizada — ¡Lo sabía! ¡Todos me mintieron! Ahora entiendo por qué siempre traían tapones en sus oídos, a pesar de que decían que era porque sentían que mi música era demasiado buena para ser escuchada. ¡Son tan crueles! — explotó mientras dejaba caer su saxofón.
¡Wow! ¿De dónde había salido este joven con corazón de doncella? Si alguna vez hubiera tenido un hermano, me gustaría que sea como él. Dulce, lindo e ingenuo. Sentí que mi vida hubiera sido mucho más divertida teniendo a alguien como él.
— Hay bastante margen de mejora — cuando escuchó esto sus ojos que parecían que en cualquier momento iban a derramar lágrimas está vez me miraron con expectación.
— No te deprimas, quizás en unos cien años puedas tocar alguna pieza en un nivel excepcional.
Sin embargo, después de que escuchó mis siguientes palabras su expresión se desinfló por completo
— Tú… solo estás jugando conmigo. Ya no me molestes más.
Sin poder soportar más la ternura de este muchacho, me acerqué a su lado y sujeté sus mejillas. Él se sorprendió por mis acciones, sus pupilas celestes temblaban dentro de sus ojos, su boca se abrió en una “O”. No tomé en cuanta lo extraño que estaba actuando, solo me concentré en tocar sus mejillas las cuales eran suaves y regordetas. Sería demasiado si las mordiera, ¿cierto? Me vería como una pervertida, ¿cierto?
— No llores. Te ayudaré. Haré que te conviertas en el mejor saxofonista de todos los tiempos, incluso el lindo de Bach temblará en su tumba ante tu talento.
— ¿Quién es el lindo de Bach?
Deje de tocar sus mejillas y lo miré con desaprobación.
— No sabes, quién es Bach. Creo que para que te conviertas en un gran músico, al menos deberías conocer a tus predecesores.
— Tú eres la que debes tener más respeto. Eres tan descarada. Pero aceptaré tu ayuda. Eres al menos sincera.
— Soy Mia — me presenté.
— Soy Ciel Grand — mencionó estrechando mi mano — ¡Ah! Eres la chica nueva que fue criada por humanos. Ahora entiendo tu forma tan extraña de hablar. Aunque la academia tiene una política de igualdad incluso entre los diferentes tipos de especies y sin importar el título noble. Afuera debes ser un poco precavida, solo eres una beta no importa si eres la amante del duque Storm, no puedes actuar…
— En realidad soy su hija — lo corregí. Pude ver que mi broma había llegado demasiado lejos. Sentí que me disparé en el pie al decir esa tontería de que era mi sugar daddy. Tal vez por esa razón nadie se me acerca para ser mi amigo. Al pensar en esto me di cuenta de que nadie necesitaba humillarme, por lo visto, yo solita lo hacía.
— Pero todo el mundo en el foro de la academia dice que te compró de un burdel, también dijeron que tus padres te vendieron para pagarle al duque, pero él decidió comprarte. ¿Quién iniciaría este tipo de rumor tan sombrío? ¿Tal vez fue Emily?
En realidad, fui yo. Sin embargo, solo dije que era mi sugar daddy. Nunca dije que me sacó de un burdel, ni que mis padres le debían dinero. Dios, la persona que difundió el rumor como alguna especie de teléfono desconectado debería ser escritor, está perdiendo dinero con tanto “talento”.
— Tampoco lo sé. Parece que no le agrado a nadie de esta academia — dije de manera lamentable. — Así que… ¿Serías mi amigo?
Ciel me miró como si fuese un cachorro extraviado. Luego sonrió de manera dulce y colocó una mano sobre mi cabello para luego despeinarme.
— Está bien. Pero solo lo hago para que me enseñes algo de música.
— Soy buena tocando cualquier instrumento — le dije, aunque ni siquiera sabía tocar la flauta — Gracias por el consejo y por aceptar mi amistad. Ahora me voy. Por cierto, ¿sabes dónde está la cafetería?
— Sigue recto por este camino — mencionó sonriente.
— Nos vemos en clase, ángel.
— Nos vemos diablita.
Fruncí el ceño ante su comentario. Quise protestar, sin embargo, fui la primera que le puso un apodo. Suspiré mientras seguía la dirección que Ciel me enseñó. No estaba tan perdida después de todo, solo me tomó cinco minutos llegar hasta donde está la cafetería. Pero antes de que pudiera admirar mi entorno, alguien gritó detrás de mí.
— ¡Cuidado!
Gire mi cuerpo en dirección almgrito, estaba curiosa por saber que estaba pasando, sin embargo, en cuanto lo hice me encontré cara a cara con una pelota. Ni siquiera tuve tiempo de esquivar así que no tuve más remedio que recibirla con mi cara.
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Editado: 17.11.2024