Me alejé rápidamente de Bastián, y lo observé con precaución. Después de todo, no era tonta, sabía muy bien que él estaba detrás de la disputa entre Emily y yo. Lo que no entendía era la razón por la que se estaba metiendo conmigo.
¿En qué lo beneficiaba?
Qué recuerde, nunca le he hecho nada malo por lo que no entiendo por qué se ha enseñado conmigo. ¿Será porque soy bonita? ¡No me digas que se enamoró de mí! Es por eso que se comporta como un chico de primaria. No es que fuera narcisista para llegar a está conclusión, bueno si lo era, pero solo un poco.
— ¿Por qué luces asustada? No te voy a comer. Solo me acerqué porque te vi sola — comentó con cierta petulancia.
— No era necesario. No somos tan cercanos para que te andes preocupando por mí — le dije. — Además, me gusta estar sola.
Bastián soltó una carcajada como si encontrará divertidas mis palabras.
— Lo siento por reírme, pero sonaste como Asther.
Fruncí los labios ante las palabras de Bastián. Después de todo, no me parezco en nada a Asther, yo soy linda y divertida mientras que él es aburrido y bueno, no voy a mentir, es bastante lindo. Pero, no me parezco a él. Ese es el punto.
— ¿Y tu cuadro, ya se lo mostraste al duque? Estoy seguro de que…
Lo interrumpí antes de que siguiera con sus comentarios malintencionados. Parecía que él esperaba verme triste, abatida, desanimada. Bastián esperaba ver mi miseria. No le iba a dar el gusto de hacerlo. Por lo que sonreí de la manera más brillante que pude y respondí a sus palabras.
— Alteza, no me digas que te has enamorado de mí. Estás tan curioso sobre mis asuntos que me es imposible no pensar de esta manera. — le dije sonriente aunque lo único que quería hacer era zarandearlo y preguntarle que se traía conmigo.
Si le gustaba que actúe como una persona normal. Si me odiaba que por favor me diga la razón, pero esto no podía hacer, al menos no en este lugar en donde podía sentir a todos mirándome. Por esta razón es que mantenía la calma y no actuaba como deseaba.
— Eres tan graciosa. ¿No crees que sueñas en grande? — aunque sus labios mostraban una sonrisa, sus ojos no mostraban nada, estaban vacíos, sin vida. Como si no conocieran la alegría o tristeza.
— Eso mismo digo. Ya tengo a alguien en mi corazón. No tienes oportunidad. — seguí sonriendo.
Bastián se carcajeó durante algún tiempo que por un momento me sentí preocupada de que se le saliera un pulmón. No entendía por qué se estaba riendo tanto, no es como si le hubiera dicho un chiste.
Resople mientras lo ignoraba y empezaba a comer un pastelillo. Cada loco con su tema.
— No me digas que esa persona es mi adorable hermano — comentó luego de un tiempo con un ligero tono de desagrado y desprecio.
¿Por qué tenía que menospreciar a Asther? ¿Por qué lo odiaba? Por lo que había escuchado de las demás personas. Estos dos hermanos eran como el agua y el aceite. Aunque por fuera parecían llevar una relación cordial, la verdad era que no se soportaban. La razón, era un misterio.
Pero no podía permitir que Bastián menosprecie a Asther. Aunque llevaba poco tiempo de conocerlo, él me agradaba mucho. Incluso lo consideraba mi amigo.
— ¿Y que si así es? Asther es lindo, aunque su personalidad no es la mejor de todas y siempre dice palabras hirientes. Incluso si la mayor parte del tiempo tiene una cara de estreñido. Él es un buen chico. ¿Por qué no me gustaría alguien amable como él? Es más, me agrada mucho — cuando termine de decir esto me sentí como una mamá gallina que defendía a su polluelo del malvado gavilán.
Sin embargo, en cuanto escuché un ligero carraspeó detrás de mi espalda, no pude evitar ponerme pálida. Giré a ver de quién se trataba. En cuanto contemplé los ojos azules de Asther no pude evitar soltar un grito de asombro por su sincronización al aparecer en el momento adecuado.
— Supongo que me estabas halagando, ¿cierto? — cuestionó Asther con una ceja alzada.
Trague saliva mientras sonreía.
— Por supuesto — dije rápidamente — ¡Era un halago! ¡Un halago!
— Incluso si es así no puedo aceptar tus sentimientos.
— Espera, ¿de qué…?
Al principio no entendí a qué se refería Asther, sin embargo, en cuanto vi la sonrisa burlona de Bastian, me di cuenta de que Asther había tomado mis palabras anteriores como una confesión.
— Oye, porque me rechazas, soy linda, divertida, amo comer y sé jugar juegos. Conmigo nunca te aburrirías. Tus ojos están bien, ¿cierto?
Aunque ese no era el punto, ya que no me estaba confesando. Pero no podía evitar preguntar aquello.
— ¿Y tu cerebro está bien?
Pronto escuché otra carcajada de Bastian, el cual se sostuvo el estómago como si se le fuera caer un intestino.
¿De qué tanto se estaba riendo? Al verlo actuar así no pude evitar pensar que era un lunático.
Ante este descubrimiento todas sus anteriores acciones tenían sentido para mí. Lo contemplé con lástima.
De un momento a otro el salón quedó a oscuras, luego un par de luces iluminaron un lugar en el centro del salón en donde se había colocado un piano. Luego observé como Emily se acercaba al piano de manera majestuosa. Ye empezaba a dar un largo discurso de felicitación para mi padre.
— Ya es el momento — susurró Bastián. Sus ojos que anteriormente parecían vacíos adquirieron un brillo extraño.
Me acerqué a Asther con algo de temor.
— ¿Qué pasa? — preguntó Asther al notar mi mano sobre su brazo.
— Tu hermano es muy extraño. No quiero quedarme cerca de él ahora que las luces se apagaron — murmuré.
— Pensé que se llevaban bien. — mencionó Asther con ligereza.
— Insisto debes revisar tus ojos. Él me odia y a mí no me agrada.
Asther me observó como si estuviera midiendo que tan ciertas eran mis palabras.
Cuando sonó la primera nota del piano mi atención se centró en la joven de cabello largo y ojos aguamarina que parecía majestuosa. Mientras veía su expresión seria, me mordí el labio mientras pensaba en lo que pasó ayer.
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Editado: 17.11.2024