Suspiré mientras revisaba mi teléfono celular, mi nana seguía insistiendo que deseaba venir a visitarme, ya no le podía seguir inventando excusas. Por lo que decidí hablar está tarde con mi padre para ver qué se podía hacer.
— Estoy tan cansada — susurré mientras miraba por la ventana del automóvil.
A mi lado, Carl, al escuchar mis palabras, me miró antes de seguir leyendo su libro de trigonometría.
— Solo duermes y no haces nada. No entiendo de dónde viene ese cansancio — susurró Emily en voz baja, más para sí misma que para mí. Había cierto desdén en su tono que solo me hizo suspirar más.
Desde la fiesta de cumpleaños, su actitud hacia mí cambió por completo. Ahora me criticaba por cada cosa que hacía o decía. Incluso si estornudo me mira mal. Parecía que Emily me consideraba la villana más malvada de su vida desde que malinterpreto mi situación con Asther.
— No estamos saliendo — dije por enésima vez.
Pero de nuevo mis palabras habían caído en oídos sordos. Sentí un dolor de cabeza mientras pensaba en lo terca que estaba siendo. Creo que el día en que Dios decidió que nacerían las personas más tercas, fue el día en que nació Emily.
Emily resopló mientras se cruzaba de brazos. Incluso alzó la barbilla con arrogancia. Me mordí el labio tratando de contener mi temperamento. Pero al final no pude hacerlo, su actitud de mierda me estaba molestando demasiado.
¿Por qué debía soportar sus desplantes y malas palabras? ¿Por qué debía quedarme callada? ¿Por qué debía hacerlo? No quería ser ese tipo de persona patética que se dejaba pisar por todos. Mi nana no me había criado para ser este tipo de persona lamentable que aguantaba todo solo por agradarle a los demás.
— Sabes, bien podrías ser escritora con todas las historias que te armas en tu cabeza. Incluso mi nana se queda corta a tu lado. Además, mi nana dice que las señoritas no deben pelear por caballeros. Nunca. Los caballeros son los que deben pelear por las señoritas. Siempre.
Mientras terminaba de decir aquello, Carl a mi lado soltó una carcajada que pronto disimuló con una tos. Si yo fuera él también me reiría.
— ¡Carl! ¡¿Por qué te estás riendo?! — le recriminó Emily con voz quejosa — Ella se está burlando de mí, me está menospreciando.
— Aconsejando — la interrumpí — Es solo un consejo. Al punto al que quiero llegar es que no estamos saliendo. Para él soy como una mascota o algo así.
Emily me miró con ojos llenos de fuego, por un momento me preocupé de que ocasionará un incendio. Carl a su lado bajó la mirada como si no supiera qué hacer en medio de nosotras. Parecía querer reducir su presencia. Este hermano mío tenía una personalidad un tanto peculiar. Parecía vivir como un fantasma, incluso su sentido de existencia era mínimo. Además de que no parecía gustarle hablar mucho.
— Te vi. Dices que no están saliendo, pero él no lo negó. Y te pegas a él como pegamento. Incluso bailaste con él. Solo eres una zorra como tu madre.
Sus palabras fueron de muy mal gusto. Tenía tantos deseos de coger su hermoso cuello y apretarlo con mis manos para ver si podía meter algo de sentido común en su cerebro.
¡Por Dios!
¿Acaso quiere que me aleje de Asther? ¿Por qué lo haría? Él es uno de los pocos amigos que tengo en este lugar de mierda, y no voy a dejar de hablarle o acercarme a él solo para que se sienta a gusto. Eso era estúpido.
— ¡Emily! Cuida tus palabras. — la regañó Carl.
Emily arrugó más el ceño mientras me daba una mirada acusadora. Luego volteó a ver a Carl, sus ojos se veían ardientes, como llamas a punto de expandirse sin dejar nada a su paso.
— ¡Hermano! Mira tú también estás de su lado, incluso la estás defendiendo. ¿Qué te dijo? ¿Cómo te convenció? No me digas que se acostó… —. Emily cortó sus palabras mientras miraba hacia Carl con horror —. Lo siento, hermano. No quise decir eso.
¡Guao! ¿Acaso estaba loca?
Lo que dijo, fue demasiado incluso para mí. Cielos. No podía cerrar la boca por el asombro que me causaron sus palabras. El ambiente dentro del automóvil se tornó tenso. Incluso el sonido de una aguja se podía escuchar.
— Emily, ya basta — dijo Carl con frialdad — Tú no eres así. Fuiste demasiado lejos con tus palabras. ¡Estás siendo irracional!
Emily se mordió el labio con nerviosismo, luego miró a Carl llena de arrepentimiento. Sus ojos azules se mostraron acuosos como si estuviera a punto de llorar. Me quedé callada por un momento, sin saber qué decir.
— Lo siento, hermano. Hable sin pensar. No quise decir eso. Yo solo me dejé llevar…
Carl sacudió la cabeza mientras tomaba la mano de Emily.
— Pero lo dijiste — dijo, su voz se suavizó como si estuviera tratando con una niña — Emily, sabes que te adoro. Sin embargo, este tipo de comportamiento irracional no te queda bien. No es que esté de lado de Mia. No hay ningún lado. Mia no me ha hecho nada, tampoco a ti para que la andes maltratando. Estás siendo irracional al tener este tipo de enemistad unilateral. Sé cómo te sientes con respecto a ella, hermana, mira no te estoy obligando a que te lleves bien con Mia, tampoco a que te hagas su amiga, ya dejaste en claro que eso no sucedería. Pero al menos deberías cuidar la forma en la que hablas. Ella no te ha quitado nada para que la trates así. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras veo lo que haces. Tú serás la que saldrá herida de esta situación. Esos sentimientos negativos te están carcomiendo.
Está era la primera vez que escuchaba hablar a Carl más de tres palabras. Se veía tan genial. Podía ver que la relación entre él y Emily era especial por la forma afectuosa y llena de preocupación que la miraba. Pensé para mis adentros: Así que esto es lo que llaman hermandad. Parecía un sentimiento maravilloso.
— No te das cuenta. Ella…
Corté sus palabras antes de que siga hablando, sentí que si dejaba que Emily siguiera insistiendo en lo mismo, mis oídos se iban a llenar de callos.
#565 en Fantasía
#2692 en Novela romántica
guerra de razas, hombres lobos alphas, humor amistad amor adolescente
Editado: 17.11.2024