Dicen que el primer amor de una niña es su padre, sus primeras decepciones y su primer corazón roto vienen de parte de él.
Cuando escuché esto en el pasado pensé que era ridículo, solo ahora me daba cuenta de cuán ciertas eran aquellas palabras.
Mi corazón parecía haberse roto en mil pedazos luego del intercambio que tuve con mi padre, sus palabras se habían sentido como una daga clavada en mi pecho, su bofetada dolía mucho más que cualquier golpe que había recibido en el pasado.
Al sentirme tan desconsolada no pude evitar sentir que estaba siendo ridícula, ya que en un principio no sentía nada por este hombre que se presentó como mi padre luego de la muerte de mi madre, ya sea amor u odio, no sentía nada por él. Es más, tenía muchas razones para sentirme resentida, pero de nuevo, ya sea por la convivencia o por mi anhelo de tener una familia, poco a poco nacieron estas pequeñas ilusiones en mi corazón y empecé a tomarle cariño.
Tenía a alguien que parecía preocuparse por mí aunque sea un poco.
Era una persona, no una máquina, por lo que este tipo de escenario fue inevitable. Después de todo, incluso cuando alguien cría a una mascota le toma cariño.
Abracé a mi gato y enterré mi cabeza en su pelaje, mi vista estaba nublada, mi corazón se sentía pesado como si hubiera una piedra en el medio.
— Serafín, ¿por qué este día no parece terminar? Solo tú me quieres, ¿verdad?
Tras mi pregunta miré a mi gato esperando un gesto de consuelo por su parte, pero no sabía si era porque lo mojé con mis lágrimas o porque estaba pasando su período adolescente. La cuestión es que Serafín me miró fijamente, sus ojos felinos parecían fríos y enojados, antes de que me diera cuenta se zafó de mi agarre y salió huyendo por el balcón.
Ante esta serie de acciones solo pude mirar anonadada. Luego cuando esto se procesó en mi cerebro solté una carcajada.
— ¡Vuelve aquí! ¡Serafín! ¡Eres mi soporte emocional! ¡No puedes dejarme! ¡Vuelve!
Pero mi gato ni siquiera maulló. Me reí más fuerte ante el descaro de ese minino. Por un momento todo el desastre en el que se convirtió mi vida pasó a segundo plano.
— ¡Traidor!
Arrugue la nariz mientras me sentaba en la cama y secaba mis lágrimas. Justo cuando estaba por ir al baño a lavarme la cara, alguien tocó la puerta de mi habitación.
Toc. Toc. Toc
Fueron tres toques.
— ¿Quién? — pregunté expectante.
En los segundos en que la persona dudo en responder, me puse a pensar que quizás era mi padre el que venía a pedirme disculpas por haberme insultado y pegado. Por lo que contemplaba si debía hacerme la difícil por unos minutos antes de perdonarlo, claro está si prometía no volverlo a hacer y me invitaba a comer.
No es que fuera fácil de convencer, a quien engaño, en realidad, lo era. Después de todo, era agotador guardar malos sentimientos en el corazón.
Al notar que no hablaba mi suposición de que era mi padre cobró más sentido por lo que quise ser indulgente y dejarlo pasar.
— Puedes pasar, pa…
— Soy Emily.
Espera, que… ¿Es Emily? ¿Cómo era posible este escenario? Ni siquiera tuve tiempo de detener su entrada, por lo que solo miré entre sorprendida y avergonzada como ella entraba a mi habitación.
¿Por qué ella estaba aquí? ¿Acaso vino a burlarse de mí? Eso no podía ser posible, ¿cierto? Emily no parecía ser el tipo de persona que se regocija en la miseria de los demás. Me mordí el labio esperando sus próximas palabras.
— Mia, yo…
Esperé a que continuará de hablar, pero Emily evitó mirarme mientras retorcía sus manos como si estuviera nerviosa.
— Si vienes a burlarte de mí pierdes tu tiempo — le dije — Solo vete.
— No, no es eso, yo solo…
Antes de que siguiera hablando la interrumpí.
— Si vienes a decirme que me merezco esto por ser la hija de mi madre, por favor, vete. Ya he oído demasiado al respecto.
— No, no es eso — repitió Emily mientras se acercaba a mi lado, parecía ansiosa por explicarme por qué había venido hasta mi habitación cuando siempre me evitaba como si tuviera una enfermedad contagiosa. — Yo solo…
— Si no es eso, ni lo otro. No me digas que… — la miré sorprendida por la tonta idea que había acudido a mi mente. Al escuchar mis palabras, Emily miró sus manos como si estuviera avergonzada. — Vienes a decirme que me vaya del reino, si es así no puedo, no tengo a donde ir.
Bueno, esta vez solo le estaba tomando el pelo, ella no parecía que venía a pelear conmigo.
— ¡No! No es eso, Mia. Yo solo… solo vine a disculparme contigo — susurró.
¿Qué acababa de decir? ¡Se estaba disculpando conmigo! ¡Conmigo! ¿Acaso estaba soñando? Me pellizqué en secreto el brazo para ver si estaba soñando, al sentir el dolor me di cuenta de que no era un sueño. Realmente estaba ocurriendo lo impensable, Emily se estaba disculpando conmigo.
— ¿Te estás disculpando porque sientes lástima por lo de las fotos? — le pregunté llena de un sentimiento de autodesprecio— Si es por eso no necesitas disculparte.
Emily suspiró mientras me miraba con sus hermosos ojos aguamarina, su mirada se volvió suave, nunca había visto este tipo de expresión en su rostro, ella siempre me observaba como si fuera una cosa fea que le debía dinero, por lo que me sorprendió un poco su cambio de actitud.
Desde esta mañana había estado tan rara, será que comió algo extraño, miré su estómago con suspicacia intentando averiguar si estaba enferma.
— Escuché tu discusión con papá — confesó.
Así que era eso.
— Entonces, es por lástima. ¿Crees que soy lamentable por eso estás aquí? Has de estar feliz ahora al ver que no soy un obstáculo para ti. Cómo puedes ver nunca podría quitarte el amor de papá, él te ama mucho más que a mí. Después de todo, tú eres su hija perfecta y yo solo una aparecida de la que tuvo que hacerse cargo solo por obligación.
No sabía por qué estaba siendo tan odiosa con Emily, pero no podía contenerme. Tal vez solo necesitaba desahogar mi angustia con alguien.
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Editado: 17.11.2024